Cerdos (foto: cosme 7709) Cambios climáticos, intensos períodos de vulcanismo, el impacto de asteroides, o la explosión cercana de supernovas ocasionaron cataclismos biológicos: en al menos cinco ocasiones, desaparecieron de la faz de la Tierra dos terceras partes de las especies. Y ahora, la acción de una de ellas, puede llegar a provocar extinciones tan devastadoras como las de aquellos procesos físicos. Desde su aparición, unos 150.000 años atrás, el Homo sapiens acredita, de manera exponencial en los últimos siglos, una majestuosa capacidad de explotación y dominio del ambiente natural. Al ritmo actual, se calcula que el hombre puede haber acabado ya con la mitad de las especies que empezaron a surcar aguas, cielos y tierras al mismo tiempo que aquél daba sus primeros pasos.   Al margen de la alteración y degradación de los hábitats, el hombre se ha distinguido por la sistemática persecución y captura de determinadas especies, con fines exclusivamente alimenticios al principio, pasando por el interés económico que suscitan ciertas partes de los cuerpos -o lo que pudiesen producir- de los animales, hasta llegar a las motivaciones puramente lúdicas.   Pero aparte de esquilmar la fauna, la huella humana de más honda influencia en la Naturaleza es un nivel de contaminación, a escala planetaria y de carácter crónico, que podría tener consecuencias tan pavorosas como la sexta gran extinción en la historia de la vida sobre el Planeta, de la que podría formar parte el propio ser humano. Y de momento, atendiendo a “Los últimos días de la humanidad” (el drama satírico de Karl Kraus), no cabe imaginar un plan de evacuación de nuestro exhausto planeta a otro astro más acogedor.   No deja de ser una turbadora paradoja que el origen de una pandemia que podría representar una amenaza para la humanidad –más expuesta a la propagación de un virus letal a causa de la moderna intercomunicación planetaria- esté en animales que destinamos al matadero. Las vacas locas y las aves griposas anunciaron esta involuntaria rebelión vírica del rey de la granja. Aunque se mitiguen y atajen los efectos de la gripe porcina, ésta ya ha generado un estado de alarma del que la industria farmacéutica extraerá ingentes beneficios, porque con la salud se juega… sobre todo en bolsa.

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