Después de las acreditadas prácticas de la Banca, con la marrullería como método más reconocido de enriquecerse, y el desinhibido recurso al fraude que ha ostentado un sistema financiero reflotado con fondos públicos, se ha pasado de calibrar de qué manera atajar los estragos provocados por la depredación financiera a cómo calmar su agresividad. El presidente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, ya habla en términos de “supervivencia”, aunque Angela Merkel pone las cosas europeas en su sitio, sentenciando que esta crisis de deuda soberana ha demostrado que “los países más débiles deben volverse más competitivos”.   Frente a los audaces ataques bursátiles, la estabilidad de toda la zona euro sólo podría ser resguardada con la adopción de “medidas serias y eficaces” que vayan por el camino de la austeridad presupuestaria y las reformas estructurales. De esta manera, la Unión Europea intensifica las presiones sobre el Gobierno español para que refuerce su credibilidad reformando las pensiones, reestructurando las cajas de ahorro y cumpliendo con el objetivo de reducir el déficit al 6% en 2011: hay que evitar a toda costa ahuyentar a los grandes inversores de los bonos de deuda pública española, aunque ni siquiera los buenos oficios de Don Juan Carlos han conseguido refrenar a BlackRock, la mayor gestora del mundo, que ha decidido “reducir su exposición” al peligro español.   El rescate de Irlanda y Portugal dependerá de la capacidad del BCE para comprar bonos de los países periféricos y así contener el contagio. Hay que recordar que las instituciones financieras españolas son acreedoras principales de la deuda pública lusa y que los bancos alemanes son los más expuestos al riesgo de España. Los fondos de rescate público no son inagotables, y la mayor proveedora europea ya ha propuesto las quiebras ordenadas de Estados a cargo de los acreedores privados a partir de 2013.   Aunque conlleve el peligro de electrocutar pensionistas y funcionarios poco productivos, doña Elena Salgado promete mantener alta la “tensión reformista”, y el gobernador del Banco de España apela al sentido de Estado de Partidos del señor Rajoy, para que apoye al Gobierno, puesto que los adversarios llegan a hacerse tan semejantes que puede adivinarse sin ninguna dificultad que utilizan meros disfraces ideológicos de un solo y único Poder.

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