Esta semana, he tenido la oportunidad de asistir a una conferencia bajo el titulo de “Afrontando la crisis, previsiones y retos”. Pensé ingenuamente, que podría escuchar algo interesante y sobre todo esclarecedor de las claves y remedios para la actual crisis socioeconómica que padecemos. Pero pronto mis sospechas se tornaron en realidades, cuando el docto conferenciante, articuló su exposición con análisis “políticamente correctos” y sobre todo de “talla única”.   Estamos en el año 2011, ya hemos superado una década del siglo XXI y las recomendaciones del insigne profesor fueron: flexibilidad del mercado laboral, reducciones a la protección del desempleo, descentralizar la negociación colectiva, revisar el sistema de pensiones a la baja, copago de la sanidad y demás medidas, todas ellas orientadas a ser sufragadas por el único que no tiene nada que ver en el tema de la crisis; el ciudadano. Ahora, si repasásemos las hemerotecas para ver qué medidas se han adoptado en los años 90, veremos que son exactamente las mismas, independientemente de cuál sean el origen y las causas de la crisis. Se aplica siempre la talla única y sobre un único paria. El llamado sujeto pasivo.   Curiosamente el afamado conferenciante no profundizo en causas tan alarmantes como visibles, como son las remuneraciones a ejecutivos ejecutados con percepciones de escándalo que superan en 400 veces las que perciben los trabajadores cuando su concurso queda en manos del INEM. Tampoco salió a debate el enriquecimiento rápido de los grandes directivos, olvidando cualquier acto de lealtad con la empresa a la que pertenecieron aprovechándose de su información privilegiada. Tampoco mencionó el conferenciante que el rescate del sistema financiero con dinero de los contribuyentes ha supuesto una sangría a las arcas del Estado que en términos reales supone unos 1.900 $ por individuo. No es de extrañar que un Premio Nobel haya declarado en Davos que nadie conoce el modo de combatir esta crisis ni el tiempo de su duración.   Durante el turno de debate, la situación continúo por el terreno de lo “políticamente correcto”. Lo mismo defendía elecciones anticipadas para salir de la crisis, que a renglón seguido daba respiración asistida al gobierno, manifestando que había grandes profesionales en el funcionariado, cuando la pregunta formulada era sobre la capacitación del gobierno actual para sacarnos de la crisis y no del funcionariado. Que por otra parte este colectivo, que sepamos, no tiene tareas de gobierno.   Entre   las   medidas  que  podían  paliar  esta crisis, se refirió a las Comunidades Autónomas y a los Entes Locales. Pero cuando directamente se le hizo una pregunta por parte de un asistente sobre las Comunidades Autónomas como elementos altamente distorsionantes en la crisis, las evasivas fueron puestas nuevamente en escena por parte del conferenciante, con lo que vulgarmente se denomina una “larga cambiada”.   Decir la verdad sobre la mentira oficial es empresa tan heroica como poco efectiva. Los periodistas se quedarían sin empleo y los conferenciantes de alto pedigrí, sin promotores de conferencias de lujo. Y lo peor para la verdad, no es esta falta de compromiso con la realidad y con la verdad, sino un sistema de pensamiento partidista que inhibe toda independencia mental. La verdad, como en las dictaduras, esta en el secreto de las confidencias intimas. Aparte de unos idealistas y de unos críticos informados, es difícil toparse con inteligencias libres y excepcionales para tener la alegría de oír decir la verdad de los hechos. Desgraciadamente, el supuesto “insigne” profesor, defraudó, en mí al menos, todas las expectativas de compromiso para descubrir las causas reales de la crisis y, lo que es mas importante, a sus responsables.

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