Domingo, 24 de julio. Memoria La cita era a las 12 de la mañana en un lugar emblemático de Madrid: el café La Fídula, en la calle Huertas 57, en pleno barrio de las letras. El motivo no podía ser otro: el encuentro con los héroes que desafiaron algo mucho mayor que las distancias kilométricas.   ?«¿Creéis que, como en la canción, el camino se hace al andar?…. ¡MENTIRA!"— nos espetó AGT.» La primera en la frente, pensé yo…«el camino se hace al andar sólo y cuando se está encaminado». Y, afortunadamente, nosotros lo estamos, aunque caminemos en solitario, porque sólo el MCRC defiende la verdad, que en política es la libertad colectiva.   ?«Nosotros no estamos en posesión de la verdad: nosotros somos la verdad»— sentenció don Antonio.   De ello nos puede dar buena cuenta Toni Carrión, que tuvo la oportunidad de conocer la naturaleza de las «benditas» asambleas de barrio, cuando, la anterior tarde, tuvo que enfrentarse a ellas para poder ejercer su libertad públicamente. No les gustaba el mensaje de su pancarta a aquellos policías sin placa. Y también hay que destacar la aportación de los ocho repúblicos liderados por Fernando Gómez (y su muñeco) que vinieron de Barcelona. Llegaron el sábado, como un ejército, con una carpa y una mesa. Eran las tres de la tarde (¡¡)…, y a las tres y media, ya habíamos montado el punto de encuentro del MCRC en plena Puerta del Sol (!!) Sin rodeos, sin dudar, sin perder el tiempo: ¡acción! Todos apuntábamos al mismo sitio y dimos en el blanco: el Km 0, el principio y el fin de todo y de todos: la Puerta de la libertad, Sol de las conciencias. ¿Y que decir de Paco Jesús, que aportó mucho más que un camión de fresas? Traía el aire puro de la sierra granadina, que se reflejaba en su mirada inteligente y transmitía el saber estar de aquellos que no necesitan del protagonismo para demostrarlo. Paco es de esos que sabe más de lo que dice y por eso habla poco, para que no se sepa. Y Carlos Angulo, José María Aguilar, Jesús García Barcala, y un largo etc…   Y para eso estábamos nosotros allí, para recibirlos y homenajearles como se merecían. Después de una ronda de firma de libros y de autógrafos, que parecía no terminar nunca, por fin comenzamos el acto con un breve recital de piano, que tuve la suerte de poder ofrecer a los presentes. Toqué la suite llamada España, del gran pianista y compositor Isaac Albéniz, que me parecía especialmente adecuada para la ocasión y, en efecto, gustó mucho a la audiencia. Tengo que reconocer que don Antonio me pidió que tocara de nuevo una de las seis piezas, indicándome que “vigilara la mano izquierda, porque estaba sonando un poco dura”. Y tenía razón, siempre he tenido ese problema. ?¿También de música sabe este buen hombre? –pensé. Y, acto seguido, vino el momento más divertido de la sesión, cuando Fernando Gómez hizo bailar a su marioneta haciendo las delicias de todos, mientras yo improvisaba un poco de jazz. También debo reconocer en este caso que la marioneta baila mejor que yo, y ¡además vuela!   Y así, en ese ambiente relajado, pudimos disfrutar del mejor Trevijano: sin límites de tiempo, atendiendo a todas las preguntas de gran interés que se le formularon, tocando los temas más polémicos y de actualidad. Preguntas, además, difíciles de responder, como por ejemplo las que relacionaban la política con los ciclos económicos y el tipo de energía. Alguien preguntó: ?¿quién sería el emisor moneda en la RC? Hubo momentos brillantes en los que AGT aclaraba conceptos como libertad y derecho: «no es lo mismo tener derecho a algo que ser libre de hacer algo, los derechos se conceden, las libertades se toman»— aclaró.   Trevijano reflexionó sobre la lealtad y la fidelidad: «la lealtad es aceptar voluntariamente unos principios, en cambio la fidelidad se impone como jerarquía entre personas: se es fiel a alguien pero se es leal a una causa.»   Don Antonio ha demostrado estar en plena forma y, fiel a su estilo, arremetió contra Hessel y los indignados, contra la ignorancia y contra la cobardía… pero no sólo eso, también nos habló de los proyectos de futuro, que se presenta más prometedor que nunca: una editorial con cuatro libros ya en el horno, una emisora de radio, etc…   Después de un modesto ágape, la reunión continuó, repartida en varios grupos alrededor de las mesas, ya en un tono más informal, y terminó con una queimada un poco peleona.   Al final de la tarde y tras varias horas, que se nos pasaron volando, don Antonio tuvo todavía energías para hablarme del origen de su familia, de la casa de su madre en la sierra de Granada, de cómo conoció a la que hoy es su mujer: le pidió matrimonio tras verle las rodillas mientras iba sentada en su coche, tan sólo dos días después de haberla conocido en una céntrica calle en Madrid y quedarse obnubilado de su belleza; de su actual casa y su colección de arte. Todavía tuvo tiempo para reflexionar sobre la vida. Según el, «lo malo no es llegar a la vejez y que el cuerpo no te responda… –le comentó a mi amiga Lola, una joven y guapa colombiana en la que se apoyaba para poder caminar debido a su cojera ?«este truco ya lo he visto antes»—pensé?… lo peor es llegar a la vejez y que el cuerpo te siga respondiendo.»   ?¿Será posible?—me pregunté. Y esa fue la única duda con la que me fui a dormir por la noche.

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