Mientras que en los grandes titulares de la prensa española la rebaja de la agencia Moody´s o el posible maquillaje de datos del gobierno de Rajoy sobre el déficit son primeras noticias de portada, aquí en la Asturias desnortada se enseñorean los dioses de la casta autóctona con sus listas electorales, como principal tema de noticiable preocupación de los asturianos, lo cual no deja de ser una muestra más de la subordinación o mixtura de la prensa al poder político detentado por las sacras cúpulas de los partidos.

PSOE y PP cambiarán las listas electorales en un porcentaje inusitado a estas alturas de los ritos de la política. Viejos pontífices de los grandes partidos el 22 de mayo dejarán sus púlpitos silentes, por decisión de los dioses autonómicos o nacionales; en el PP, en una vuelta de tuerca más, no sólo cambian la lista electoral, sino a la mismísima presidencia del partido en Asturias.

El PSOE le ha dado carta blanca al Secretario General de la FSA, Javier Fernández “el insulso”, para conformar las listas electorales. En ella hay una renovación (sic) de los candidatos. Son laminadas de ellas personas que en las anteriores elecciones (¡sólo hace 9 meses!) encabezaban las circunscripciones sin rubor alguno, como Ana Rosa Migoya; entran candidatos jóvenes –se justifican desde el Partido del Estado de partidos- pues, en una de las regiones con más ancianos de Europa, la renovación “se debe a una clara petición de los militantes, y a una percepción de lo que demanda la ciudadanía, gente joven que aporte frescura y otra visión de la sociedad” (Nino Torre, Secretario General de la Juventudes Socialistas y número 8 en la circunscripción central, en declaraciones a La Nueva España, 14/02/2012). El que encabezaba la circunscripción occidental en mayo de 2011 (Fernando Lastra), pasa a ser el segundo de a bordo en la circunscripción central -un premio, no lo duden, a la mentira, la fontanería, la desvergüenza y la deslealtad-, puesto que lo mismo da que esté en un sitio que en otro, ya que no representa a ningún ciudadano, sino a un partido y a un dios. Es curiosa alguna renovación conyugal, pues la mano derecha del anterior presidente, Mª José Ramos, es sustituida en la lista por su cónyuge, Pedro Sanjurjo, – ex-concejal de urbanismo en el último gobierno municipal socialista de Gijón-.

No se va de rositas el otro gran partido del régimen, el PP. No sólo cambian estos, como señalaba anteriormente, las listas, sino que han cambiado hasta la presidencia del propio partido. Y así, la anterior candidata a la Presidencia del Principado, Isabel Pérez-Espinosa y Joaquín Aréstegui, secretario general del PP de Avilés, desaparecen absolutamente de las listas. Gabino de Lorenzo, ex–alcalde de Oviedo (afortunadamente) para alcanzar la Delegación de Gobierno de Asturias con Mariano Rajoy (tocaremos a menos los ovetenses de sus ocurrencias) ha llegado a decir el martes, 14 de febrero, en Europa Press, con absoluto descaro que el Partido Popular “nunca ha dejado a nadie tirado“; es decir, que a los caídos de las listas, pero no en desgracia, les espera algún carguín político donde lamer sus heridas y garantizar sus garbanzos.

Los repúblicos sabemos que todo lo anterior no es más que maquillaje, botox electoral, pues tras esas caras renovadas subsisten las apolilladas estructuras del régimen, las decadentes instituciones con sus decrépitas fórmulas. Viejas, sí, pero no por ello menos lacerantes, hirientes y crueles.

Resulta degradante para los ciudadanos asistir a este espectáculo del reparto de puestos, previos al acecho y ataque al depauperado pero aún sustancioso botín que es el Gobierno de una Comunidad Autónoma, sin contar en absoluto con la opinión ciudadana, pero sí con sus votos, pues no ha habido dato objetivo alguno que corrobore que los ciudadanos queremos a unos u otros representantes –de hecho, nos conformaríamos sólo con uno-; no ha sido necesario, como los augures de la antigua Roma, conocer la voluntad o las querencias de los dioses auscultando el vuelo de una paloma, un buitre o un águila; ha bastado con dejar, a esos mismos dioses, confeccionar sus listas electorales.

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