JP Morgan, 1903 (foto: Steichen) Carácter Filósofos y literatos lo tratan, según su etimología griega (marca o sello), como rasgo distintivo de la personalidad que se adquiere con la edad, se delata con la conducta previsible y se retrata con el rostro de la madurez. Sello que hace parecer bueno o malo el carácter, pero no la personalidad a la que está pegado. El carácter sería así el criterio de valoración social de la personalidad. Pero eso no es lo que quiere decir “persona de carácter”. La ironía puede considerar que una persona sin carácter es menos que una cosa, aunque “bien necio sería no tener ninguno” (La Bruyère). En tanto que voluntad dirigida y desarrollada por una intención práctica, Emerson trató el carácter como el orden moral visto a través de la naturaleza individual. Idea bella pero irreal. Mientras que el talento se cultiva en soledad, el carácter se forja en los violentos embates del mundo, con la fuerza sorda de una permanente y orientada voluntad de vencer todo lo que se opone al logro de un propósito prolongado. El carácter no es cualidad exclusiva de la acción inspirada en finalidades éticas, ni puede separarse del temperamento. Es frecuente tropezar con personas de mucho carácter que, careciendo de principios, lo han desarrollado con las impulsiones de su temperamento instintivo. Pero no hay carácter grande que no haya sido construido sobre los desengaños y desgracias de la vida. Tampoco el carácter es producto preferente de la inteligencia. Aunque se ha dicho, erróneamente, que sin la empuñadura del carácter la espada de la inteligencia carece de punta penetrante, la historia de las ideas está llena de pensadores sin carácter personal, y la historia de las gestas, repleta de hombres valerosos, de voluntad indomable, que la ocasión y no la inteligencia hizo famosos. En realidad, nadie nace sin un carácter determinado por la genética, ni muere sin un carácter labrado por su vida. La persona de carácter no se reconoce en la fórmula anarquista, copiada por Ortega y Gasset, “yo soy yo y mis circunstancias”. Tener poco carácter no es tanto tener poca voluntad como demasiada variabilidad de objetivos y mayor inclinación a adaptarse a las circunstancias que a modificarlas. El hombre de carácter es heterodoxo en alguna parcela de lo actual. Lo que al carácter común parece imposible, el hombre de carácter lo realiza. Para el carácter creador, la realidad realizada no es interesante ni merece la pena de ser vivida.

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