Cezanne Arte de escuchar La música se oye, la palabra leída se escucha, la palabra hablada se entreoye, la palabra debatida ni se oye ni se escucha. El arte de escuchar, más difícil de saber y practicar que el de hablar, depende de unas virtudes sociales y personales, buena educación y curiosidad por el pensamiento ajeno, que no se adquieren con el aprendizaje de las reglas técnicas de la escucha especializada en oficios represivos, como el sacerdocio, la psiquiatría y el espionaje. La cultura occidental sacrificó a la oratoria y la retórica el cultivo del silencio de atención que requiere el escuchamiento activo, en tanto que acto sustancialmente diferente de la escucha pasiva. Quien no escucha con paciente interés lo que otro dice, quien lo interrumpe sin dejar acabar su argumento, quien hace gestos corporales de inquietud o reprobación mientras otro habla, y quien llegado su turno de réplica no responde al meollo de lo dicho, saliéndose por las ramas o saltando a otra cuestión, ofende a su interlocutor, y lo coarta o censura porque lo desprecia o lo teme.   Hasta tal punto ha llegado hoy la bajeza de los debates televisados que, por un lado, hacen parecer inteligentes a los que más callan y, por otro, echan de menos la mediación de un intérprete imparcial que traduzca, en frases cortas, lo que cada uno va diciendo al otro en su mismo idioma, como es habitual hacerlo entre personajes con distinta lengua. Y del mismo modo que el bien decir, en la forma de expresión, no garantiza el buen decir la idea que quiere transmitir, tampoco el escuchar bien lo que otro dice asegura la comprensión de lo que éste le comunica. Si, como advirtió Humboldt, la mente sólo se abre desde dentro, no escucha bien lo que otra mentalidad dice quien sólo oye palabras y frases, sin prestar atención a los acentos, ritmos, repeticiones, énfasis y gestos corporales del que habla. Esas expresiones inconscientes descubren las pasiones que animan el discurso oral y, en consecuencia, el camino de llegar al conocimiento de la mente ajena que lo pronuncia. No escucha bien la música quien no está pendiente más que de las palabras que la acompañan. Hay buen escuchamiento cuando la palabra se oye como si, en lugar de meramente dicha, estuviera cantada por las pasiones del hablante. Jamás ha escuchado quien nada sabe. Saber escuchar a la naturaleza, la historia, la experiencia propia y la inteligencia ajena es el comienzo de la sabiduría.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí