Todos los ideólogos  y tertulianos del reino  coinciden en mantener  el adoctrinamiento de sus lectores-oyentes (electores) para bien posicionarse ante la próxima “ semanas calientes ” de conflicto social. Han descubierto que la fuerza desencadenante y definitoria del “meme del voto partidocrático” no es otra que  la de “introducir la doctrina de los nuestros” en las mentes de los lectores-oyentes-votantes y con ello hacerles “introducir el voto X o el voto Y” en la cristalina urna en la fecha convenida a pesar de ser las víctimas de la crisis económica, política y social.

Con sus distingos metafísicos sobre una supuesta reforma del estado autonómico y una imperiosa necesidad de una mejor aplicación del  presupuesto general del estado de partidos revelan palmariamente la  falta de legitimación moral de los partidos subvencionados. La historia política y  las ideas democráticas nada concitan en sus razonamientos aparentes. Y la nada a la nada aparenta.

Los intelectuales del régimen partidocrático descartan, por fin, que los mítines, los debates y el marketing político de última hora incidan significativamente en “ganar batalla de la calle”. Por lo que toda la “maquina del doble lenguaje orwelliano”, es decir, el partido, se  centrará y concentrará durante los próximos meses en adoctrinar a los suyos para no perder “creyentes” y predicar  a los “infieles” ajenos con toda clase de promesas  celestiales y temores infernales si no se llevan a cabo los recortes sociales.

Sabedores de la omnipresente figura del “consumidor satisfecho” en la española  “nación discutida y discutible pero democrática”  y de la vigente  inoperatividad  sustancial de dicotomías como las de izquierda/derecha,  pobre/rico y  religioso/no religioso  se agarrarán  desesperadamente a la  ilusión necesaria. La de que “representan” a sus once o diez millones de “ciudadanos” que, supuestamente, les “respaldan”. ¿También les representarán cuando pacten  temas  – estatutarios o bélicos- que no constaran en su programa electoral? ¿También les respaldan al impedirles elegir por mayoría  en unas votaciones al efecto a su presidente?

El ideólogo metafísico, sin embargo, desconoce que la democracia  realmente existente – en otros países- y potencialmente existente – en el nuestro- se basa, precisamente,  en el desenmascaramiento del adoctrinamiento. La “agitación y propaganda” leninista, se realice por un partido u otro, no se reputa  eficaz  si los seres humanos insisten en una conversación no dogmática y adulta. Tenemos la  posibilidad de redescribir las ideas que nos van constituyendo  a  lo largo de la historia.  Volver a comprender  y  explicar lo que nos sucedió en el franquismo y su transición para llegar al actual  régimen político en el que el estado ha subsumido formal y materialmente a los partidos de la sociedad y en el que el adoctrinamiento de sus fieles ha devenido quintaesencia del “debate”.

 Fotografía: Mónica Centelles

Antonio Muñoz Ballesta

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