Este artículo iba a titularse “¿Por qué Asturias no es Benizar?” En ella intentaría mostrar las diferencias en materia de dignidad ciudadana entre esa pedanía murciana (con unos índices masivos de abstención en las dos últimas votaciones (que no elecciones -ya sabéis que aquí las cosas se definen por lo que son, no por lo que deseamos-) y una región (la mía) en la que el CIS siempre señalaba la desafección a los políticos en base a los índices de abstención más altos (pero nunca extraordinarios) entre las regiones españolas.
Cuando empezaba a redactarlo, me pareció que sería un esfuerzo ineficiente… Bueno, inútil. Y, sobre todo, un insulto a los benizareños. La idea de su redacción  nació de la noticia que se pudo leer en los periódicos asturianos de que la cabeza de lista a la Junta General del Principado por la circunscripción central, doña Teresa Mallada, había logrado la prejubilación de HUNOSA, por haber alcanzado la edad y cumplir con los criterios necesarios. Sí, con 46 años (de edad biológica, no de antigüedad en la empresa, quiero recalcar), la ingeniera de minas con contrato en la empresa Hulleras del Norte, SA, de titularidad pública, se iba a su casa prejubilada.
¿Por qué un insulto a los benizaremos? ¿Qué tiene que ver la prejubilación de HUNOSA con la abstención de Benizar?
El dato de la prejubilación de la jefecina del PP asturiano sería menor, si en él no se concentraran todos los vicios de este régimen postfranquista que fue la Transición y su sistema de partidos. Y ello es así por lo siguiente:
1º) HUNOSA nace en el franquismo, año 1967, en el afán de socializar las pérdidas de las empresas mineras privadas de las cuencas mineras asturianas. No es baladí recordar las famosas huelgas del año 1962 en las cuencas mineras, primera gran lucha obrera y antifranquista. El miedo, a la par que la represión, a la lucha obrera volvía a resurgir; el aprovechamiento político de ese miedo y de esa represión también serían aprovechados y, eficazmente manipulados, como veremos después.
2º) Por cuanto lo fundamental a partir de la muerte del dictador en 1975 es consolidar el nuevo régimen de poder, al que a partir de 1976 se suman todos los partidos políticos -arrinconando las necesidades reales de la economía española-, para mayor gloria de los nuevos oligarcas, no se aborda una reconversión (el término es eufemístico, como veremos después) hasta el primer Gobierno socialista, el cual ha de pagar las deudas contraídas con los valientes (y engañados) mineros y a la par acallarlos, porque las pérdidas de HUNOSA son más que evidentes; pero el espíritu de lucha de los mineros asturianos también. Y la manipulación que sindicatos y partidos de izquierda hacen, indubitada.
3º) Y llegan los años 80 y su movida, la Ley 27/1984, de 26 de julio, sobre reconversión y reindustrialización, que va a dejar, especialmente, en las cuencas mineras un erial económico, sin pujanza y la única alternativa cierta de prejubilaciones y fondos mineros. Dinero a espuertas por nada, como la lluvia, torrencial. Pero los aguaceros, bien lo sabemos en estos lares, se pierden en las alcantarillas y los desagües. Litros de agua “que van a dar a la mar, que es el morir”. Millones de billetes verdes que van a dar al océano de sueldos sin salir de casa, a los paseos fluviales, a polideportivos sin uso, a museos sin inaugurar, etc. Millones de pesetas y de euros que no fueron digeridos por la economía asturiana ni por su clase política, perdiéndose porque no se canalizaron, porque no había capacidad ni interés en reorientarlo. Había que fletar autobuses cada septiembre a Rodiezmo, para mayor gloria de Felipe (Isidoro) González, de Alfonso Guerra, de Villa el del SOMA… En fin, de tantos y tantos. Y mientras eso sucedía, toda una generación de personas en la flor de la vida se dedicaban a matar el tiempo, a fanfarronear de lo que habían conseguido para ellos, con sueldos que eran la envidia del resto de currantes y obreros que no tenían la suerte de haber estado en HUNOSA (o posteriormente en otras empresas  mineras). La máxima siempre era la misma: Había que acallar y adocenar a los mineros. Y que siguieran votando. Y así se hizo.
4º) Llegan los 90 y los años del Partido Popular (hasta lograron gobernar en la Asturias roja, con Sergio Marqués). El miedo a la derechona azuzada por el PSOE y el miedo al potencial reivindicativo y luchador minero, también azuzado por el PSOE, si bien en su peor versión sindicalera, el SOMA-UGT. Ahora igual de fanfarrones y dispuestos, pero ya más desentrenados, más mayores, más entrados en kilos. Y siguen los planes de la minería, de la reconversión, de los fondos mineros, continúa la lluvia de millones; esta vez hablan de diversificar, pero las prejubilaciones surtían efecto; y la diversificación de las mismas también. Los mineros estaban relativamente tranquilos en sus chigres, viendo a sus hijos crecer en unas cuencas que languidecían en su propia molicie. Y seguían votando cada cuatro años, porque seguían recibiendo el maná. Y esta vez, lo mismo daba que el partido fuera de derechas o de izquierdas: PP-PSOE eran el tándem perfecto. Todos se estaban beneficiando del sistema vicioso de las prejubilaciones: Del administrativo al picador, del ayudante de picador al ingeniero de minas, del capataz al siempre denostado vigilante. Todos con coeficiente reductor; y daba igual que estuvieras en la oficina,  en el tajo… O en el pozu moqueta, que es  como llamaban los mineros a los liberados sindicales que estaban todo el día en las oficinas sindicales.
 Caciquismo versión socialdemócrata: Los “zeñoritos” vestían esta vez de pana, se trataban con los mineros de “camarada”, de “compañeru” y compraban con dinero del Estado la papeletina en la urna.
5º) Y llegamos hasta hoy. Sin mineros, sin jóvenes, sin futuro en las cuencas mineras… Pero siguen votando, porque nos podemos permitir el lujo de que se sigan aprobando prejubilaciones.
Los partidos del Estado adocenaron con dinero del Estado (o sea, de todos los ciudadanos) a la sociedad más activa y combativa con la única finalidad de dar estabilidad a su régimen nuevo, sobre las bases del viejo Estado franquista, con sus mismos métodos y, en el fondo, su mismo desprecio que sentían por los ciudadanos.
 Y vaya mi recuerdo en este momento a los habitantes de Benizar. Con carreteras hechas un asco, sin apenas servicios dignos y olvidados de los políticos. Su respuesta es la abstención masiva: “Si ellos no se ocupan de nosotros, nosotros no nos ocupamos de ellos”. Eso parece que quieren decir; pero con esa acción han recuperado su dignidad de ciudadanos. Hay más inteligencia política en ese proceder sincero que en los tratados de ciencia política de las universidades. Hay más sentimiento y conciencia de pertencer a un grupo en esa acción que toda la mísitca de la lucha de clases de los obreros y mineros asturianos desde 1976. La lección que han dado se debe, sencillamente, a que no fueron prejubilados.
¿Y qué queda de la Asturias combativa de 1962, de los años 70, la Asturias de personas dignas como el arquitecto Fernández-Rañada y tantos otros que lucharon por una democracia en España? Esta sí está prejubilada; cuando no muerta.
Antonio García-Trevijano junto al arquitecto Fernández-Rañada
P.D. Recomiendo vivamente ver la película “Pídele cuentas al Rey”, de 1999; y también los varios documentales que sobre las luchas mineras se pueden ver en la televisión pública asturiana.

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