Ebro un email de Antonio M., desde la Puerta del Sol, entusiasta y fatigado, con los símbolos propios del sueño en un futuro mejor. No ha ido a cantar al Sol, ha ido a pedir decencia en la política, libertad y justicia. Antonio M., que cumplió 60 años el lunes, 60 años justos después del día en que nos conocimos, en la puerta de su periódico del país llamado España. Tiene una conciencia política mucho más sólida de la que tendré yo a su edad, una vocación liberal, progresista, limpia, república, y libre del todo de sectarismo y de las ideologías tóxicas que tanto está respirando mi generación, y que dejarán tantas secuelas en lo que queda de año.   Antonio M., como Pedro o Consuelo, como Miguel, como Óscar, como tantas personas de su generación a las que voy tratando gracias a esta manía mía de perseguir por todos los caminos la libertad para todos y no para mí solamente, es un viejo español –tercera o cuarta edad llaman ahora-, veterano en la lucha por la libertad política, al que nunca he visto dejarse seducir por la demagogia política, mediática y publicitaria del rey ni del padre del rey, ni del Estado sindical que quería expulsar al capital desfilando brazo alzado en saludo romano ante el caudillo. En los correos electrónicos describe los gritos de la plaza. Me describe el espacio público que sabe que, como buen repúblico, me gusta conocer: que “no hay banderas de partidos ni de sindicatos, que se han montado turnos eficientes de limpieza".   Es consciente de que políticos y opinadores empezarán pronto si no han empezado ya "a chorrear halagos para apuntarse méritos que no les pertenecen” ( Antonio M.). Todo es tan esperanzador y es tan onírico: por lo menos, durante unas noches, “se habrán debatido problemas reales” (Antonio M.), se habrá vivido en islas de independencia cívica no sometidas a “la corruptela permanente del gallinero partidista” (Antonio M.), que ha cegado durante tanto tiempo la vida pública española. Una nación en que se llama “debate político a una bronca zafia de charlistas a sueldo en un programa de televisión basura -televisión chatarra, dicen en Perú, comida chatarra- es un país en el que hace falta revisar con urgencia los conceptos más elementales de la libertad de expresión” ( Antonio M.) y de la ciencia política, pienso yo, porque el punto 13 de la asamblea de la acampada pide la división de poderes pero no se dan cuenta de que la división de poderes debe ser en origen para poder ser realista y democracia formal.

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