Celebramos este 6 de diciembre 45 años de no democracia. 45 años de continuación del régimen de Franco bajo unas laxas reformas que introdujeron una serie de libertades otorgadas. 45 años del resultado de la renuncia de los partidos Socialista y Comunista a sus valores republicanos y antifranquistas.

Y con todo esto, la población española sigue pensando que el problema son «los hunos» o «los hotros», y no centran el punto de mira en la causa, sino que miran, como un burro con anteojeras, al efecto de dicha causa.

Es excesivamente simplista pensar que por votar «vivimos en democracia», pues votar y elegir, pese a estar relacionados, no tienen los mismos efectos. 

Me referiré a «co-institución» como la operación de institucionalización de los partidos. El prefijo «co» pone de manifiesto la complicidad —de franquistas y oposición— para desarrollar una carta otorgada antidemocrática y oligárquica. Bajo un pacto y una traición a los principios de la Junta Democrática de España (1974), consiguieron los opositores llegar al poder, y quienes ya lo tenían consiguieron un lavado de cara.

Es antidemocrática porque no constituye la separación de poderes ni desarrolla la representación política mediante la elección de representantes de distrito por sistema mayoritario, sino que institucionaliza el sistema proporcional de listas de partidos y hace emanar unos poderes de otros. En otros términos, la carta del 78 es la «muerte de Montesquieu».

No son pocos los políticos que, tras abandonar su actividad, realizan un ejercicio supino de honestidad y hablan de que el partido ejerce control sobre sus diputados, hablan de la disciplina de voto, de lo mal que está el sistema de elección de las altas magistraturas, de lo horrible que es el régimen electoral general o de la ausencia de la separación de poderes.

Hemos de darnos cuenta de que la «ley de hierro de la oligarquía» de Robert Michels es real y efectiva, y que en un sistema oligárquico es imposible huir de ella.

Y ante tantas razones de «celebración» lamento que no hay nada que celebrar, sino mucho trabajo por hacer.

Sin embargo, no todo es negativo. Recurriendo a don Dalmacio Negro Pavón: «la ley de hierro tiene por lo pronto una ventaja: “no es la des-velación, sino la des-ilusión, lo que quebranta los mitos y promueve el abandono de las actitudes míticas”». (2015). La Ley de Hierro de la oligarquía.

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