El Ayuntamiento de Bellpuig, cuyo Alcalde es diputado del Parlamento de Cataluña, otorga un premio, institucionalizado con el nombre “Niebla“ (Boira), que revela a la perfección la ideología del nacionalismo catalán gobernante. Pero el premio ni se otorga ni se concede. Se arroja a quien destaque por actitudes de omisión que afecten negativamente a la identidad catalana. Este año, ese premio descalabrador ha herido la cabeza artística de Albert Boadella, “por declarar que el nacionalismo catalán es incompatible con la democracia“.

El nacionalismo gobernante en Cataluña declara la guerra de la infamia no solo a la libertad de expresión de opiniones, y a las posiciones políticas no nacionalistas, sino incluso a los que toman actitudes de omisión que afecten negativamente a la identidad catalana. Dado que este “Movimiento de Ciudadanos hacia la Republica Constitucional“ ha decidido omitir la expresión de ideologías, y su postura política indica una actitud contraria a la ideología nacionalista allí donde se manifieste en el Estado, pido al Sr. Boadella que tenga la generosidad de compartir su herida con nosotros.

No se lo pedimos por solidaridad con su declaración ni para compartir el masoquismo de la impotencia. Lo hacemos porque solo nosotros tenemos el bálsamo que cura las heridas causadas por el nacionalismo y el escudo político que protegerá a toda la sociedad española, y no solo a la catalana, de sus lapidaciones futuras. Porque usted, Sr. Boadella, no tiene conocimientos de medicina general para diagnosticar la naturaleza del mal ni la del paciente social. Esta cariñosa apreciación se desprende de su valerosa carta de contestación al infamante Alcalde.

No es cierto, Sr. Boadella, que tal sujeto consistorial esté promoviendo “la degradación democrática“. No se puede degradar, disminuir o rebajar lo que no ha subido, con el peldaño de la existencia, al grado de la realidad. Y tampoco puede ser democrática la degradación personal de su buena fama, porque la infamia no ha salido de las urnas del pueblo, sino del partido oligárquico que detenta, sin legitimidad, el poder municipal.

Tampoco es prudente, ni sabio, su reproche al Alcalde de que se dedique a difamar en vez de fomentar la tolerancia. Ninguna persona de probada dignidad, como usted señor Boadella, puede cometer la indignidad de aconsejar al poder de otro que lo tolere. La tolerancia es un valor moral oligocrático incompatible con el valor político del respeto entre iguales. Es intolerable ser tolerado en lugar de respetado.

Por último, su noble dedicación al arte y su ingenuidad política le hacen creer que “afortunadamente, exceptuando el caso de Bellpuig, no hallaríamos en España un nivel semejante de vileza institucionalizada y promovida por dirigentes públicos“. ¿Cómo puede usted desconocer hasta tal punto la vileza que caracteriza a todas las instituciones oligárquicas en esta Monarquía y en toda España?

Su caso personal es una insignificancia social comparada con la sistemática corrupción de las instituciones y la continua degradación que padece toda la sociedad civil en el Estado de Partidos. Para acabar con la servidumbre voluntaria, la que pide tolerancia en lugar de respeto, el MCRC se está organizando, sobre la base teórica de la democracia formal, a fin de pasar pronto a la acción deslegitimadora del sistema de poder oligárquico y de las elecciones por listas de partido. En consecuencia, y aunque nuestra voz aun no sea potente, pediremos y promoveremos la abstención en las próximas elecciones catalanas.

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