Hoy publicamos el capítulo nº 68 del programa «Escenario internacional», presentado y conducido por Marcelino Merino, donde Fulgencio del Hierro y Juan Antonio Pérez García arrojan luz sobre la posición de España y la UE ante Reino Unido, las resoluciones de la ONU y la situación social actual de el Campo de Gibraltar.
Confusión con la separación de poderes
Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 212 de «La lucha por el derecho» nos aclara la diferencia entre el concepto de separación de poderes del de independencia judicial.
Poderes políticos, facultad judicial
Sólo coloquialmente puede hablarse de poder judicial. Sin saber que el judicial no es un poder político sino una facultad del Estado, no puede llegar a comprenderse la profundidad del concepto de separación de poderes.
Los poderes políticos se circunscriben a la actuación del Estado (ejecutivo) y de la nación (legislativo). Sin embargo, ni los titulares de esos poderes ni sus actuaciones pueden estar exentos de control, ya que si esto ocurriese nos precipitaríamos hacia el totalitarismo. Aunque el derecho ponga límites al poder, los gobiernos, cualquiera que sea su ideología, tienden a removerlos. Partiendo de esta tendencia natural, la separación de poderes es elemento esencial de la democracia y la independencia judicial su garantía y piedra de toque al articularse como función estatal arbitral de las conductas sociales y políticas.
El poder declarativo del derecho que pertenece a la nación tiene su correlato en la facultad judicial del ejercicio exclusivo de la función jurisdiccional, juzgando y haciendo cumplir lo juzgado, lo que configura al judicial como función del Estado, no como poder político. Ese carácter arbitral de conductas sociales y políticas lo define como facultad estatal neutra, titular monopolística de la capacidad de dar y privar derechos genéricamente reconocidos.
Esa neutralidad del comúnmente llamado poder judicial (presque nulle, según Montesquieu) exige que para su misión de concreción y privación de derechos, el juez, en el ejercicio de sus funciones, esté libre de influencias o intervenciones extrañas que provengan no sólo del gobierno o del Parlamento, sino también del electorado o cualquier otro grupo de presión.
La independencia judicial no se podrá alcanzar nunca si la Justicia depende de cualquier poder político en la elección de sus órganos de gobierno. Esa independencia funcional queda vacía de contenido si no existe una correlativa independencia económica, ni si la investigación penal se otorga a la policía administrativa dirigida por los titulares gubernamentales encargados de la represión delictual y seguridad interior, lo que de facto supondría auspiciar la absoluta impunidad de la corrupción política.
La limitación de esa facultad estatal queda garantizada por la identificación de la sociedad civil gracias a los mecanismos verdaderamente representativos de la República Constitucional para la producción normativa, sustituyendo al arbitrario y desfasado concepto de orden público, aún presente en el vigente ordenamiento jurídico. Así la ley, por fin manifestación de la voluntad ciudadana, junto con la elección democrática del órgano de gobierno de la justicia de forma mayoritaria por el amplio cuerpo electoral técnico de todos los operadores jurídicos —no sólo jueces—, canaliza los intereses contrapuestos intrínsecos al ejercicio del poder estatal y ordena su vida diaria, que queda higiénicamente delimitada por el ámbito de actuación que le es propio y ningún otro más, evitando a la vez tanto las perniciosas injerencias políticas como el juicio social paralelo y preconcebido por muy repugnante que sea el ilícito juzgado.
México denuncia a Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia
Hoy publicamos el capítulo nº 67 del programa «Escenario internacional», y el décimo tercero de la serie «La democracia en América» presentado y conducido por Marcelino Merino, donde Daniel Vázquez Barrón, Fulgencio del Hierro, Héctor Feliciano y Fabian Moreno, analizan el conflicto surgido entre ambos países a raíz del asalto a la embajada de México en Ecuador. Así como la situación de algunos países ante el poder del narco.
Son las instituciones las que hacen a los hombres
Una Constitución con separación de poderes en origen genera hombres que crezcan con instituciones no corrompidas.
La separación de poderes hace que la ambición de los poderosos sea vigilante entre ellos mismos.
Fuentes:
Radio libertad constituyente:
https://www.ivoox.com/rlc-2013-31-01-crisis-estado-crisis-la-audios-mp3_rf_1752434_1.html
Música: La Macarena, de Luis Leandro Mariani (1864-1925). Interpretado por Ana Benavides.
El amor platónico a las siglas
Cunde la sensación de que vivimos en una época de esplendor sin parangón; para los súbditos españoles poco menos que en El fin de la Historia (desde el año 1978), para los súdbitos europeos en el «jardín» del mundo.
La política implementada en las últimas décadas ha permitido a los trabajadores no tener que luchar por sus derechos —defendidos supuestamente por sindicatos y partidos estatales—, pero que a la postre se ha mostrado como una protección social digna de encaminar la vivienda propia, por ejemplo, en una suerte de pisos compartidos a modo de comedias de situación populares.
Que en España no nazcan niños o que se haya alcanzado una cuota de deuda impagable aún no sirve para desmitificar las triquiñuelas de la política y los políticos. Sin embargo, basta escarbar un poco para descubrir unas incongruencias catastróficas en cada uno de los apartados que afectan a la vida de los españoles, ya sea en el plano social, económico, moral, cultural, político, etcétera; una montaña rusa de contradicciones que quizás sea difícil observar para los que existamos en esta etapa de la historia.
El disparate al que haré alusión se trata de un epifenómeno observable en relación a un ámbito mayor, que es el de la identificación de las masas en los partidos estatales. Una vez descrita la causa principal por grandes pensadores, sólo me queda plantear:
¿Qué hace que seres investidos de razón, títulos académicos (y en su caso ateísmo y materialismo) acepten cuentos de unicornios en política?
Permítaseme poner un ejemplo sacado de la ficción, pero que ilustra esta idea: en un capítulo de la serie Chernobyl de la productora HBO, en una reunión para afrontar la crisis de la central, un comisario veterano del comité ejecutivo de la ciudad delimitó las pautas a seguir en nombre del Estado y de su aparato: «El Partido». Esa secuencia conmovedora nos desvela que no sólo se trataba de una decisión irrevocable, cual impuesta por un espíritu sobrenatural, sino que además los presentes escuchaban con miedo. Pues resulta que por muy materialista o científico que uno sea, el que ostenta el poder se acaba imponiendo por la fuerza en la lucha de intereses, y en determinados regímenes tiene mecanismos para diluir su responsabilidad en el campo metafísico.
Además, en España hemos visto en hechos recientes que después de casi 50 años de corrupción y una vez gastada toda credibilidad en las siglas de partido, pueden sacar otro ente del mundo de las ideas, como son «los expertos», para acomodar la realidad a los intereses de aquellos que no dudan en sacar beneficio de cualquier situación. ¿Pero cómo se puede ser tan caradura de hablar de expertos de forma genérica? ¡Que salga cada experto y político a defender su posición bajo su propio nombre!
Quizás aún no estemos tan lejos de épocas pretéritas, más bien, en España se ha implantado un régimen aspirante al totalitarismo y al fascismo, en el que la toma de decisiones queda diluida de toda responsabilidad personal en esos entes
sobrenaturales que son los partidos. A su vez, podemos apreciar que la concepción inmoral de esta partidocracia lleva a algunos a profesar culto al líder.
Es imperativo civilizar a partidos y sindicatos, anclarlos a la sociedad civil.
Sánchez y Puigdemont, la esencia del régimen
En el capítulo nº 80 de la «La partidocracia entre líneas» Juanjo Charro y Fernando de las Heras analizan la siguiente noticia:
CIS valida el «efecto Sánchez» y catapulta al PSC. Edición impresa de El País del 7 de mayo de 2024, página 13.
Involución
Hasta la fecha, la falacia del regeneracionismo había sido utilizada por los partidos de la oposición como atractivo electoral. Un imposible cambio sustancial en la relación de poder entre gobernantes y gobernados sin romper con el monopolio de los partidos. Hablar de regeneración democrática es absurdo porque no se puede volver a generar lo que nunca ha existido.
Nada puede regenerarse con un legislativo que constitucionalmente despoja a la nación de su potestad de hacer leyes, entregándosela a los partidos. Dicha sustracción es elevada a rango constitucional en el artículo 68.3, al basar el criterio de elección del diputado en el sistema proporcional, el cual es absolutamente incompatible con la democracia representativa. Imposibilita el mandato imperativo entre el elector y el elegido, para disolverse en una imposible representación proporcional en la que los únicos sujetos políticos reconocidos son los partidos políticos. Sólo éstos y en exclusiva «expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política» (art. 6).
Tampoco la configuración legal del poder ejecutivo permite regeneración alguna, cuando éste deviene directamente de la confianza de la cámara en favor del candidato presidencial presentado por el partido ganador, a través del juego de mayorías y pactos que se produce de espaldas al votante, que permanece al margen del mercadeo de escaños. Así lo establece el artículo 99 de la Carta Magna, que regula el mecanismo de elección del presidente del Gobierno.
Por último, tampoco puede regenerarse nada con una facultad jurisdiccional que ni siquiera tiene reconocimiento institucional expreso en la Constitución, recogiendo tan solo a partir del artículo 117 la independencia personal de jueces y magistrados, pero no la independencia funcional, presupuestaria ni orgánica de la Justicia.
Pero si la apelación a la regeneración ha sido hasta ahora un expediente demagógico de la oposición, lo novedoso es que sea utilizado por el gobierno, adelantando sus intenciones de someter más aun a jueces y periodistas.
Conociendo la naturaleza del régimen de libertades otorgadas, sin libertad política cualquier llamada al regeneracionismo desde el poder no será sino la autoafirmación de su verdadera naturaleza sin tapujos, descarnadamente. Y eso tiene un nombre, involución.
Amenaza de involución con el regeneracionismo
Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 211 de «La lucha por el derecho» nos habla de lo curioso que es que sea precisamente Pedro Sánchez quién habla de regenerar el régimen del 78.
Debate entre Miguel Colomo y Pedro Manuel González
El pasado 7 de mayo nuestro compañero Pedro Manuel González fue invitado al canal de YouTube de Moisés Pujante (Contra Todos) para debatir con Miguel Colomo sobre dos posturas alternativas ante la ausencia de democracia y de representación política en España. El primero de éstos defendió la abstención electoral activa mientras el segundo defendió la participación en las votaciones mediante listas de partido con el objetivo de dejar vacíos los escaños obtenidos.
¿Hay democracia en Suiza? ¿Su modelo político es mejor que el planteado por Antonio García-Trevijano? ¿Es mejor romper con el régimen del 78 mediante la conquista de la hegemonía cultural y una abstención mayoritaria, o puede reformarse dando visibilidad al descontento popular en forma de escaños vacíos? Estas y otras cuestiones fueron debatidas por los dos colocutores en un provechoso debate que convidamos al lector a escuchar.
Después de escuchar el vídeo, el televidente habrá descubierto algunos de los entresijos acerca de lo político y completado aún más su entendimiento sobre la situación política española. Podrá emitir su veredicto.