Hoy, en el décimo nº11 de «La huella», Vicente Carreño entrevista al escritor y catedrático de Latín Martín-Miguel Rubio Esteban.
Música: «Melodía para Lázaro», compuesta por Heliodoro Rodríguez.
Hoy, en el décimo nº11 de «La huella», Vicente Carreño entrevista al escritor y catedrático de Latín Martín-Miguel Rubio Esteban.
Música: «Melodía para Lázaro», compuesta por Heliodoro Rodríguez.
Hoy, en el capítulo nº 11 de “Nuestras ideas”, Daniel Vázquez Barrón nos explica por qué la separación de los poderes es esencial para que exista libertad política.
Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 210 de «La lucha por el derecho» nos habla del amago de dimisión de Pedro Sánchez.
El espectáculo del amago de dimisión de Sánchez ha vuelto a sacar a flote ese expediente tan español fruto del comportamiento inmoral de su clase política, la dimisión en grado de tentativa.
Esta vez, al tratarse del sumo sacerdote de la partidocracia, la puesta a disposición del cargo a los pies del jefe para no ser aceptada ha sido sustituida por la íntima reflexión de fin de semana. Y luego a seguir libre de polvo y paja.
Que en España no se lleva eso de dimitir de los cargos públicos no es algo nuevo. La memoria política define como excepción el comportamiento de quienes colgaron las botas ante un descalabro en sus responsabilidades políticas.
Las elementales normas de urbanidad política califican eso de la «dimisión irrevocable» como un pleonasmo. ¿Pero cómo alguien con la mínima consideración de sí mismo que haya tomado la decisión de abandonar un cargo puede permitir que se le sujete a la silla? No cabe mayor indignidad, por no hablar de la descalificación moral automática que supone para seguir en el ejercicio de las funciones atribuidas.
Lo mismo cabe decir de este amago presidencial. Si se dimite sólo se anuncia una vez adoptada la decisión, a no ser que la intención sea la legitimación popular del cesarismo. Se ve que Sánchez le cogió el gustillo a aquella nefasta conducta de los tiempos del ilegal estado de alarma de sembrar la incertidumbre con medidas que anunciaba antes de publicarlas en el BOE y que afectaban a millones de personas.
Sin embargo, el atornilllamiento al cargo, que repele de la digna despedida, no es algo genético de los españoles, sino que trae causa de la imposibilidad de distinguir entre responsabilidades penales y responsabilidades políticas si no existe independencia judicial. Sin separación entre la política y la justicia ambas responsabilidades irán aparejadas. O todas o ninguna. Yo no me voy, que me denuncien y que me eche un juez. Por ende y a contrario sensu, dimitir supone poco menos que reconocer la comisión de delito.
El PSOE con su proyecto federal demuestra no tener conciencia de la unidad del sujeto constituyente.
Fuentes:
Radio libertad constituyente: https://www.ivoox.com/rlc-09-11-2013-caso-troitino-nueva-imagen-psoe-monarquia-audios-mp3_rf_2536727_1.html
Música: La Macarena, de Luis Leandro Mariani (1864-1925). Interpretado por Ana Benavides.
Hoy publicamos el capítulo nº 66 del programa «Escenario internacional», presentado y conducido por Marcelino Merino, donde Fulgencio del Hierro y Héctor Feliciano hablan sobre Ecuador, el narcotráfico, las relaciones con México y su sistema político.
En el capítulo nº 79 de la «La partidocracia entre líneas» Juanjo Charro y Álvaro Bañón hablan de autores de pensamiento tradicional en relación a la república constitucional ideada por Antonio García-Trevijano.
Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 209 de «La lucha por el derecho» explica las diferencias entre conceptos básicos como Estado, nación y Gobierno.
La confusión terminológica entre Estado y nación deriva en la deconstrucción de la conciencia nacional y en el estatalismo. Sólo si se comprende que la nación es una realidad previa al Estado, objetiva e independiente de la voluntad colectiva, puede comprenderse al Estado como herramienta que debe ser controlada. Máxime en la realidad española como hecho histórico único, en el que el nacimiento del Estado fue posterior al Imperio.
La comunidad histórica configura el hecho nacional como algo dado, objetivo. A tal punto que los españoles lo son no porque estén en España, sino porque son de España, al igual que su flora, su fauna o sus ríos.
La paradoja de la sinrazón llega al extremo con la cuadratura del círculo de los nacionalismos estatalistas autodenominados «de izquierdas», que quitan al proletariado lo único que Marx les daba, sus hijos, en favor del Estado. Mucho más fino, Gramsci definía al Estado como la suma de hegemonía y dictadura. Y es que el Estado no puede nunca ser democrático, sino jerárquico. La democracia es otra cosa, configurándose como la forma de gobierno que ordena las relaciones de control entre nación y Estado a través de su separación en origen y la representación.
Más allá de cualquier concepción ideológica, el Estado se define como la personalidad jurídica de la nación. La maquinaria que permite que esta actúe permaneciendo como vehículo de su historia. Y a tal punto es importante que, desde la consolidación de los Estados nación en la Revolución francesa, es el único elemento objetivo que tenemos para identificar a la nación, depurando así la manipulación histórica.
La sociedad política que transita en el vehículo del Estado conduce su rumbo tomando su volante. La forma y mecánica de ese vehículo permite a la nación marcar la ruta de ese gobierno (república) materializando el control de su devenir por el camino de la historia nacional (democracia).
Hoy publicamos el capítulo nº 65 del programa «Escenario internacional», presentado y conducido por Marcelino Merino, donde Fulgencio del Hierro y Aitor Céspedes Suárez nos hablan de la guerra árabe-israelí y de todos los actores implicados en el conflicto.
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