ILLY NES.

Muchas veces la manipulación sicológica de la que es maestra la Iglesia Católica te hace pensar, como a mí me hicieron pensar, que yo tenía vocación sacerdotal. Fue en la calle Vitrubio número 3, en la oficina de prensa del Opus Dei donde estaba Joaquín Navarro Valls, portavoz del Vaticano. Me manipularon. Recuerdo que me dijeron: “tienes dos posibilidades, o te vas a estudiar a la Universidad de Teología de Navarra o al seminario de Toledo con don Marcelo González, o te quedas en el seminario de Madrid porque hay que preparar el cambio en la Iglesia y necesitamos información de lo que está pasando con los formadores y los profesores que está imponiendo Tarancón”. Una información que era llevada directamente al Vaticano y que yo proporcionaba. A mí, un chico joven, creyente… me manipularon… Igual que son manipuladas las numerarias del Opus Dei. Sé de otra monja en Madrid que empezó a tirar colchones y rollos de papel higiénico por la ventana para poder escaparse del convento.

 

Un miembro de los tribunales eclesiásticos de Madrid estuvo abusando durante años de una niña, lo supo Ángel Suquía y después Rouco Varela, hasta que la niña ya es mujer y decide contarlo y este sacerdote es procesado. Tienen que ser unos catequistas los que después de haberse hartado de denunciar a Antonio María Rouco Varela el abuso por parte de un sacerdote de muchos jovencitos, sin recibir apoyo, tienen que hacerlo público en los medios de comunicación para que les escuchen. Y encima son criticados.

 

Y habla una persona conservadora en el plano de los valores morales: por ejemplo pienso que cuando traes un ser humano al mundo pierdes todos tus derechos sobre él y no tienes nada más que obligaciones. Si no, no haberlo engendrado. Y lo que no puede permitir la Iglesia es, cosa que hace, que sean esos niños víctimas de transacciones mercantilistas en el momento de una separación.

 

Cardenales, arzobispos, obispos de la Iglesia española debían ser más tajantes. Desde que se aprobó la ley del divorcio tenemos más de millón y medio de divorciados en España. Luego ese sacramento que imprime carácter no es una realidad en la Iglesia Católica. Además, si sólo recibiese única y exclusivamente las donaciones que les hacen sus fieles y no entrase en el IRPF, más de un cura tendría que ponerse a descargar camiones, porque algunos no tienen ninguna formación universitaria. Otros sí, tendrían que ir a las oficinas del paro igual que cualquier Fernández, Gutiérrez, Martínez… O tendrían que opositar para ser funcionarios. Igual que algunas monjas están licenciadas en medicina, muchas son diplomadas en enfermería y podrían ejercer en la sanidad… otras de profesoras de EGB y otras de cajeras en Hipercor para que les toquen el culo todos los machistas que todavía existen en España. Y el católico, que sufrague su iglesia, no a través del IRPF. Yo me rasco el bolsillo, y si quiero comprarle un coche a un cura, se lo compro porque me sale del alma. Pero como algo personal y sin obligaciones.

 

A mí me gustaría saber donde está Alberto Iniesta, posiblemente desaparecido, porque cuando llegó Ángel Suquía a la Diócesis de Madrid rápidamente lo recluyeron en algún convento donde como obispo emérito pasa sus días, si no ha muerto todavía. A alguien a quién admiro también es al general Pinilla, fue el antiguo director de la Academia General Militar de Zaragoza, donde se han formado todos los oficiales, y cuando pasa a la reserva se va al pozo del tío Raimundo y a Ciudad Lineal a trabajar con los más necesitados, marginados y drogadictos. Eso demuestra que no todos los militares son unos asnos, que los hay con sensibilidad. Y conozco a otros muchos capitanes, como Paco Olmos, capitán de Artillería, que pidió pasar a la reserva transitoria para crear un banco de alimentos en Aragón.

 

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