ILLY NES.

Un día me llama un sacerdote que quiero mucho, pese a ser del Opus Dei, y que respeto muchísimo: Rafa Magan Terreros. Era responsable de todos los sacerdotes del Opus en España, y me cita en la oficina de prensa. Allí conocí a Joaquín Navarro Valls, después portavoz del Vaticano. Rafa empezó a plantearme abiertamente si yo tenía vocación sacerdotal… Recuerdo que bajé a verlo allí varias veces, a la calle Vitrubio número 3, justo al lado de la Junta de Jefes de Estado Mayor y que hace esquina. En cuanto a la pregunta de Rafa sobre si tenía vocación yo le respondí que sí. Nunca me pregunten porqué… pero lo hice.

Yo me quedé en el Ejército porque quería servir a mi patria. Pensaba que podía servir así a mis iguales, que era una especie de servicio al pueblo español. Pero es mentira, todo es una farsa. Lo que ocurre es que en ese momento eres inocente, eres ingenuo y yo me considero muy cándido en ese sentido. Entonces era muy manipulable.

Rafa me hizo una proposición indecente (que no es la del millón de dólares), aunque muy inteligente: “Vamos al monasterio de la Encarnación, a Ávila”. Quería que conociese a Álvaro del Portillo. Él sabía que Portillo estaría allí, contaba con que lo viese y pudiese saludarle. Había toda una trampa de motivación psicológica: conocer al “padre”, coincidir con él rezando en esa ermita, en ese monasterio. Era muy fuerte para mí entonces orar junto al prelado del Opus Dei.

Debo decir que yo no tengo un concepto de pecador por ser homosexual, nunca lo he tenido. En mi creencia religiosa no me ha generado ningún trauma ser gay. Me lo generaba más lo de “si te masturbas te quedarás ciego” o el más manido “eres un enfermo”. De modo que Rafa me propone: “Si quieres ser sacerdote tienes dos posibilidades, o te vas al seminario de Toledo con don Marcelo González y recibes una formación de verdadero sacerdote seminarista de toda la vida con una teología impecable, o te vas a la Facultad de Teología de Navarra”. Era el primer año que empezaba a funcionar la Facultad, prácticamente la acababan de inaugurar. El rector era Tomás Belda, hermano del obispo de Huesca.

Según ellos, en la Diócesis de Madrid que dirigía Monseñor Tarancón se practicaba la pornoteología. Los seminaristas viven en comunidades dentro de los barrios, no viven en seminarios. Muchos seminaristas como yo se habían tenido que ir a Burgos y se los habían llevado los sacerdotes de las parroquias porque la teología que existe en Madrid se consideraba pornoteología, échenle imaginación.

Alvaro del Portillo y el entonces cardenal Ratzinger

Piensen que en Madrid hubiera tenido como profesores a Enrique González Faus, a Manolo Gesteira y a todos los teólogos cuestionados. O bien, a Ángel González, que era el canónigo de Astorga, se secularizó y es un biblista increíble. El rector del seminario era Juan Martín Velasco. Era la época del obispo rojo de Vallecas, Alberto Iniesta. Años en los que el general Pinilla dejó la dirección de la Academia General Militar y se fue a trabajar con toxicómanos a Vallecas.

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