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miércoles 24 diciembre 2025
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Una monarquía feliz

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En una sociedad sometida al estado, como la española, impera el dirigismo político. Esto supone que los sectores activos de la misma no tienen modo democrático de acceso al poder, que queda como monopolio exclusivo de los partidos políticos estatales. No puede existir, entonces, una demanda social, natural y espontánea, de determinadas normas o medidas de gobierno. Al contrario, es la casta política estatal la que pretende modelar la sociedad desde el poder, forzando legalmente las transformaciones sociales. Así lo expresan, sin el menor pudor, las innumerables declaraciones de nuestros obligatorios dirigentes con sus consabidas muletillas: “hay que introducir el debate (de tal cosa) en la sociedad…”; o “la sociedad española está preparada para (cual cosa)”. Y lo peor es que está en su mano lograrlo. El quid de esta cuestión reside en considerar que España es una “democracia moderna”, en vez de contemplar la evolución real de un estado totalitario de partido único a otro igual de totalitario pero con varios partidos, donde no ha lugar a la libertad política; aunque exista derecho de asociación y reunión; y donde hay libertad de expresión porque no puede haberla de pensamiento. Tenemos un panorama que se caracteriza por tratar de imponer:   1) La muerte de la política como cuestión del poder, quedando en algo puramente instrumental reducido al gobierno o, como suele decirse, a la “gestión”, obviando en el debate público el asunto de quién nos manda, por qué y sometido a qué controles, para evitar pensar en cambiarlo; 2) en lo ético, la eliminación de valores objetivos y universales, sustituidos por una moral relativista y hedonista que ampara un ocio evasivo de la realidad, auténtico opio de un pueblo condenado a la desigualdad en el reparto de la riqueza y a una vida laboral que detesta; 3) en lo económico, la sustitución del ideal de empresa por el de negocio a la sombra del poder, sin seguridad jurídica objetiva, negándose la competencia al monopolio compartido y produciéndose la concentración de riqueza, todo con total desprotección de la parte débil, esto es el consumidor y el trabajador; 4) en lo social, un proceso de atomización que deja a los individuos aislados y solos, a merced de un mercado laboral cada vez más duro y empequeñecidos ante un Estado de cuya providencia han de depender, y que no tolera la competencia en la formación y en la subsidiaridad con la familia tradicional que pretende disolver, dejando como únicas alternativas las organizaciones por él subvencionadas; 5) el dominio de la ocultación y la mentira al respecto, cuando no de una descarada contradicción, en el discurso público, ya sea político, periodístico o académico.   Si se nos propone el derecho a morir dignamente, es porque saben imposible para nosotros poder vivir así. Solamente al final tendremos una Monarquía Feliz.

Izquierda ciudadana

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La pretensión de representación proporcional de los trabajadores por parte de los partidos de izquierdas con mayor o menor tradición marxista no es más que una reminiscencia de la fuerza opresiva que el partido de vanguardia es capaz de desarrollar. No está dirigida esta fuerza hacia la represión de estructuras de acción y opinión políticas que ya no existen, sino a condenar a los trabajadores a un estado de masa muda y servil, despojándolos de su condición de ciudadanos, y a representar en el Estado al aparato del partido guardián de las sagradas escrituras. La revolución rusa tuvo un éxito tan grande en esta tarea de alineación del proletariado, que ni la burguesía más reaccionaria, ni la aristocracia más violenta siquiera hubieran soñado para sí. El deseo de participación política, de discusión, opinión y acción en los asuntos públicos se ha manifestado con intensidad en los trabajadores manuales en todas las revoluciones, desde la revolución francesa, mediante la creación espontánea de comités con el fin no sólo de gestionar sus lugares y condiciones de trabajo, sino de generar la acción federativa para construir un orden nuevo. No debe extrañar que el trabajador condenado a un trabajo rutinario y manual necesite más que el científico o el artista, quienes poseen su espacio de libertad en el proceso creativo y expositivo, actuar en sociedad, aunque en el peor de los casos no sea más que un impulso de liberación frente a la represión.   En 1917 Lenin escribía en plena efervescencia de los Soviets: "El partido lucha por una República de trabajadores y campesinos más democrática, en la cual la policía y el ejercito serán completamente abolidos y reemplazados por una milicia universal. Todos los cargos no sólo serán elegidos sino que estarán sujetos a la revocación en cualquier momento cuando una mayoría de los electores lo soliciten… con la participación incondicional de los trabajadores en los asuntos corporativos" (La ruina amenaza, Lenin). Cuando los bolcheviques arrebataron el control de los sindicatos a los mencheviques ya sólo quedaba por liquidar la participación de los soviets que sólo podían ser "pequeño-burgueses" (Que debe hacerse, Lenin).   Lenin La participación en la vida pública de los trabajadores es imposible en la monarquía juancarlista a través de un partido estatal con representación proporcional (que alimenta la evasión hacia el consumo como sucedáneo de vida pública) y la miopía de clase debe ser superada por el sentimiento republicano del bien común que no debe confundirse con la pasión de compasión por el mas débil.

Inseparación descarada

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La progresiva neutralización de la Justicia por el poder político es denominador común en todos los estados partitocráticos europeos. Las reformas que a ésta atañen son indefectiblemente para controlarla y acabar con cualquier atisbo de su independencia. El último ejemplo de esta tendencia natural es el reciente proyecto de reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial presentado por el Ministro de Justicia.   Mariano Fernández Bermejo anunció en su última comparecencia ante el Congreso de los Diputados su intención de reformar el funcionamiento del Consejo General del Poder Judicial para que sus miembros deban comparecer en el Parlamento y a cesar una vez concluido su mandato. La justificación de esta nueva vuelta de tuerca al sometimiento del Poder Judicial al poder político se encuentra según el titular de Justicia en la necesidad de finalizar con la situación de bloqueo del Órgano de Gobierno de los Jueces, en funciones desde el 7 de noviembre de 2.006.   Mariano Fernández-Bermejo Dar explicaciones sobre lo no preguntado implica el reconocimiento de lo que así se está negando. Por eso el Sr. Fernández Bermejo declara sin rubor en sede parlamentaria que la norma no atentará a la separación de poderes ni a la independencia del Poder Judicial porque “Las Cortes Generales representan al pueblo español y no es de recibo que este órgano pueda ver perjudicada su competencia por comparecer ante los representantes del pueblo español” (sic.).   En tal original concepción de la separación de poderes, que no conformándose con imponer limitación temporal al mandato judicial, somete a éste al escrutinio político, no podía faltar la piedra de toque y excusa última de todas las vergüenzas liberticidas: La llamada al consenso de los partidos como garantía del éxito de la reforma. Así el Ministro finalizando su intervención parlamentaria de más de hora y media, y tras insistir que la legislatura en materia de Justicia será “fundamentalmente de gestión” (¿?), acabó “pidiendo y solicitando diálogo” a todos los grupos parlamentarios.   Desde el texto “constitucional” de 1.978 así ha sido, ganando con el tiempo en valentía y descaro los ataques al principio de separación de poderes, desde la reforma del año 1.985 que instituyó la elección por los partidos de los miembros del CGPJ, hasta esta última, cada reforma de la Justicia ha sido un eslabón más en la cadena que la une y somete al Poder Único del Estado de Partidos.

Ciencia en catalán

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Logotipo del CRG centro puntero catalán en ciencia El pragmatismo catalán encuentra su mayor expresión a la hora del comercio y la rentabilidad económica. Cuando se trata de vender cuentas de ahorro, botellas de cava o asegurar 20 goles por temporada, se olvida la inmersión lingüística y la rotulación en catalán, se inserta en los medios publicidad más pro-española que el ABC, y se ficha a la última figura del fútbol africano. En el área científica ha sucedido algo parecido en los últimos años, y ello ha llevado a la Comunidad Autónoma catalana a ser la locomotora nacional en el área de la investigación.   La revista Nature, considerada junto con Science una de las referencias en la investigación mundial, acaba de dedicar un especial a Cataluña dentro de lo que ellos consideran “el resurgimiento de la ciencia española”. En esta comunidad se han invertido sumas multimillonarias para primero construir centros de investigación, llenarlos de figuras ilustres y jóvenes científicos prometedores a base de ofrecerles no solo los medios para investigar, sino también condiciones laborales y salarios competitivos al más alto nivel. Para ello han contado con el personal humano más capacitado independientemente de su nacionalidad de origen. Porque a la hora de hacer ciencia, de producir resultados aplicables al beneficio de la sociedad en su conjunto, o de obtener rendimientos económicos de la investigación, la lengua materna de cada uno es irrelevante. Paradójicamente, Cataluña se situó entre las últimas comunidades autónomas españolas en el último informe PISA. La inversión en ciencia que se ha realizado en Cataluña ha sido enorme y deja al resto del país en la más absoluta evidencia. Solo en el País Vasco parecen haberse dado cuenta de que ese es el camino, y olvidando por una vez los requerimientos lingüísticos, están imitando las políticas catalanas de inversión y contratación en materia científica. Por el contrario, las pocas iniciativas surgidas en otras comunidades se ven lastradas por intereses políticos, estructuras ancestrales y prejuicios de plaza de pueblo.   Por ello sorprende que cuando se empiezan a ver los frutos de la inversión catalana, los políticos de la oligarquía se saquen de la manga normas absurdas, obligando ahora al profesorado universitario a dominar el catalán circunscribiendo asi la Universidad al reino del interés político y alejándola de la meritocracia necesaria para la producción de conocimiento universal.

Felicidad del español

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Montesquieu pudo escribir en el prefacio de El Espíritu de las Leyes que no había deducido sus principios de sus prejuicios sino de la naturaleza de las cosas. Los españoles probablemente podamos escribir en el prefacio de nuestras biografías que hemos vivido principios deducidos de prejuicios.   Y uno de los más formidables prejuicios con el que cargan los españoles, desde la cuna a la tumba, es que en  ningún lugar se vive tan  bien  como  en  España. Nada que objetar, si fuera cierto. Lo mismo creen los franceses, los mejicanos, los peruanos o los suizos. Pero si contrastamos el tópico con la realidad, se tambalea la tan traída autoestima del español. Especialmente de todos aquéllos que no han tenido la ocasión de conocer otros lugares del planeta. Porque en ninguna lista de calidad de vida por países figura España. Ni en ninguna de las que supuestamente mide la felicidad de sus habitantes. Existe, ciertamente, una relación directa entre seguridad, posibilidades de elegir entre opciones vitales diversas y calidad material de vida. Criterios que permiten a los daneses, suizos, irlandeses, suecos, noruegos, australianos y canadienses poder presumir. Por respeto a la naturaleza de las cosas, los españoles no podemos decir lo mismo de nuestro país.   Dos hechos, con la fuerza de las evidencias, nos reconcilian con la verdad, y pueden liberarnos de la servidumbre mental de los prejuicios, en honor de Montequieu. El primero. Los españoles, etic, hemos llegado  a ser un  pueblo mal educado, descortés en  nuestras relaciones sociales, seco y adusto, muchas veces antipático y poco  servicial, gritón, impaciente, mal  hablado y peor escrito. Así somos y así somos percibidos por quiénes nos tratan y nos ven desapasionadamente. Es decir, sin previas etiquetas. Y nos ven así desde Hispanoamérica o los países anglosajones, por no decir de los orientales, donde la cortesía en el trato es regla sin excepción. ¿Cuándo perdió el español esta educación? No se sabe. Y la mala educación es síntoma de almas infelices, de almas corruptibles. El segundo: Colombia es el segundo país más feliz del mundo. Aceptemos o no este índice, lo cierto es que rompe con la imagen que de los colombianos tienen quiénes no les han tratado jamás. Es difícil encontrar personas más encantadoras, espíritus más fuertes y emprendedores y resistentes a la frustración que los colombianos. Y más educados. Soy testigo. Y este espíritu tiene mucho que ver con la felicidad que como nación proyectan.   Banderas de España y Colombia

Supersticiones

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Señores Zapatero y Sebastián (foto: jmlage) El capitán Solbes, ese viejo lobo de la economía, nos exhorta con lúgubre ademán, a consumir alegremente en la cubierta mientras la embarcación no se detenga y empiece a sumergirse. Entre la casta partidocrática, resalta el prestigio de los chamanes de los balances y cuentas de resultados; los Fuentes Quintana, Boyer, Solchaga, Rato, Solbes (o Ramón Tamames, al que tanto le hubiera gustado ser el gurú económico de la cosa oligárquica) gozan de un predicamento que no se corresponde con los méritos que han contraído.   Las estadísticas de la administración, los precios de los cárteles, los fulgurantes beneficios bolsísticos y las no menos subitáneas pérdidas, toda esa mística de los números, provoca la misma hipnosis que las cosas misteriosas. Y como grandes hechiceros que tienen en sus manos el destino de la humanidad, nos aterrorizan ante la bola de cristal con sus especulaciones y manipulaciones.   La crisis es tan palmaria que no precisamos de los abracadabras para descubrirla. Sin embargo, en situaciones así, la función del espiritismo tecnocrático cobra todo su sentido; Solbes trata de ocultar o conjurar esa aciaga realidad con palabras mágicas: “desaceleración”; y pide que se respeten las decisiones de Trichet, el gran brujo de la eurocracia bancaria, aunque nos perjudiquen, ya que obedecen a designios que nos superan, como los de la economía alemana.   Zapatero ejerce el poder ejecutivo sin ningún control efectivo, pero nos concede la posibilidad de casarnos, morir y ser enterrados a nuestro gusto. La delicuescencia intelectual del presidente o su izquierdismo de cartón piedra detecta en semejantes avances el inicio de una “transformación” que por supuesto, no tiene nada que ver con la que concibieron Marx y Engels, que por otra parte siempre consideraron al socialismo como una consecuencia del desarrollo y no un método para alcanzarlo.   Ahora que la crisis ya está aquí, y no precisamente como la primavera en el poema de Antonio Machado, porque casi todos sabían cómo llegaría, resulta obvio que la persistente negación gubernamental de la evidencia no es fruto de su incapacidad predictiva, sino de un manifiesto propósito de engaño, no sólo por razones electorales, puesto que la demagogia es inherente al Régimen.

El pozo de la corrupción

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Una de las grandes fortunas de España, la de “El Pocero”, cuyos negocios abarcan desde la construcción, hasta la náutica, pasando por la aviación, también está sufriendo los efectos de la crisis inmobiliaria. No obstante, reclama una compensación de 46 millones de euros al Ayuntamiento de Seseña, al que hace responsable de que no se vendan las más de 5.000 viviendas de las casi 13.500 proyectadas en la macrourbanización Residencial Francisco Hernando, construida en medio de un erial carente de recursos hídricos.   Manuel Fuentes, alcalde de IU en Seseña, manifestó que en El Quiñón, lugar donde se ubican los edificios, no hay infraestructuras públicas: sólo hay un colegio; para acudir al médico hay que desplazarse al Centro de Salud de Seseña, que está colapsado,  o al hospital de Toledo que se encuentra a 55 km, con un único autobús que sale a las 6,30 horas. El Ayuntamiento de esa localidad toledana no puede sufragar unos servicios que competen al Gobierno regional. El gran empresario de la construcción recriminó al señor Fuentes ser “el único alcalde honrado que hay en España”.   La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, presidida por José Bono, facilitó a “El Pocero” los trámites del Plan de Acción Urbanística para construir la “macrociudad” de Seseña. El ex alcalde que dio luz verde al PAU, el socialista José Luis Martín, ha sido denunciado por prevaricación, cohecho y delito contra la Hacienda Pública; cuando accedió a la Alcaldía era el taxista del pueblo y ahora tiene un patrimonio de alrededor de 2 millones de euros: el entonces primer edil presentó cinco cupones premiados de la ONCE para justificar sus ingresos, según publica El Mundo.  Paco, “El Pocero” reconoció, en una sentencia sobre un caso de recalificación en Villaviciosa de Odón, que “invertía” en política para favorecer sus negocios.   Don Francisco, que presume de tener el mayor yate del mundo, en el que han veraneado desde el Rey para abajo, distintos miembros de la clase política y mediática, ya dispone de una autobiografía con el título de “Paco Hernando, la pasión de construir: un hombre que si no trabaja se muere”. Eduardo Zaplana hizo honor a sus méritos con la medalla del Trabajo.   hechos significativos Los ayuntamientos proponen una subida generalizada de tributos municipales para paliar los efectos de la crisis sobre sus arcas. Zapatero ha prescindido de Caldera porque la política de inmigración que ha llevado a cabo “le ha costado muchos votos”.

Inquietudes

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El sol de Atenas (foto: elena) Inquietudes Las ideologías y los estupefacientes desfiguran la percepción de la realidad; pero mientras aquéllas son velos o máscaras con las que los hombres se ocultan y engañan a los demás, nadie encuentra en los narcóticos otra cosa que a sí mismo: el soñador fantaseará, el hedonista seguirá alimentando sus placeres, el bondadoso no podrá dejar de cometer buenas acciones, el violento tendrá deseos de matar o matarse, el pusilánime, el envidioso, hallarán más allá de la droga el infierno de sus propias posibilidades.   Si la lucha mayor, más áspera, es la que se entabla dentro del hombre, el cobarde es un hombre desesperanzado, porque lo teme todo. Y los valientes, con serenidad, antes de mostrar su fortaleza en la acción, saben, al igual que el poeta, que allí donde está el peligro, brota también lo que salva.   La pertenencia del hombre a la sociedad no es una condena ni un destierro, sino la posibilidad de formar la personalidad, cobrar conciencia de la propia originalidad, y poder ser libres. La naturaleza sólo puede ser interrogada y comprendida con los instrumentos que ella misma proporciona al hombre. La inercia y pasividad humanas, con una inmensa masa de prejuicios, creencias, rutinas y rémoras ideológicas, constituyen una tradición que ha frenado el impulso del conocimiento.   El conjunto de ideas e instituciones democráticas, esa invención colectiva, supone la creación política más noble y verdadera de la humanidad. En un texto de Tucídides, los atenienses son presentados como “amigos de lo novedoso y vivos para imaginar y llevar a cabo lo que planean”; es propio de los lacedemonios, en cambio, conservar lo que tienen, no inventar nada y no llevar a la práctica ni lo más indispensable.     ¿Y en qué momento, los españoles, sacudiéndose la indecisión y el aturdimiento, confiarán en las más seguras reflexiones para no hacer cosas inferiores a las que pueden llevar a cabo?  Nos podría responder Minerva, la que ve a través de las tinieblas oligárquicas, la fundación de la inteligencia política.

Despotismo deslustrado

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Las Monarquías absolutas tuvieron su momento de lustro. Se purificaron, como los antiguos sacrificios rituales de quinquenio, para dar esplendor a su despotismo congénito. El brillo superficial lo daba la inteligencia de la clase intelectual que suavizaba el absolutismo. La oscuridad profunda venia del tradicional desprecio de la autoridad al pueblo. La nueva síntesis, el despotismo ilustrado, dio un fundamento secular a la administración del poder absoluto y una brillante personalidad cultural al siglo XVIII: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Aquella síntesis antidemocrática fue renovada, desde el Tratado de Roma, con la inculta pedantería de la tecnoburocracia que está construyendo, sin los europeos, un edificio común para los europeos. El NO de Irlanda hace confesar a Bruselas que su proyecto de Europa sólo es realizable con despotismo deslustrado.    Salvo valientes excepciones, la clase dirigente de la construcción europea ha reaccionado al NO irlandés proponiendo que se prohíban los referendos para la ratificación popular de los Tratados, ya que sólo los Parlamentos de los Partidos estatales son capaces de entender la complejidad y la trascendencia de los mismos. Parodiando el dicho de que la guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los militares, el Ministro esloveno de Asuntos Exteriores ha llegado a decir (13 de junio) que “la unificación europea es demasiado importante para dejarla en manos de la gente”. La clase politica sabe mejor lo que conviene al pueblo. A éste no hay que respetarlo, consultándole sobre lo que ignora. La propia reunión de Bruselas (19 de junio) se atrevió a criticar al Gobierno irlandés por no haber sabido guiar a los votantes hacia el SI, llegando hasta el extremo de concederle una segunda oportunidad para que corrigiera su error y metiera en el redil europeo a sus ignorantes gobernados. Despotismo a secas.   La soberbia bruselense no proviene del mayor o mejor conocimiento especializado de la materia europea, sino de la arrogancia de su poder oligárquico, causada por la inexistencia de libertad colectiva (democracia) en los Estados de Partidos. Los partidos estatales niegan la razón práctica de su ser y de su existir si, después de 60 años gobernando en exclusiva a los europeos occidentales, no han sabido domesticarlos, a fin de que las ordenanzas reglamentistas europeas no les causen las generalizadas insatisfacciones políticas que se traducen en los NO a los referendos. florilegio "El SÍ no agrupa inteligencias ni voluntades, sino confianzas en una decisión ajena. El NO unifica, en un solo ánimo, la diversidad de insatisfacciones."

La esencia del sistema

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No puede caber ninguna duda de que el partido socialista, autodenominado también obrero y español para engañar a la gente según su costumbre, es la esencia del sistema establecido por la Monarquía, que decidió ser socialdemócrata juzgando que era lo que más le convenía y potenció ese partido. Aunque a la verdad se parece muy poco a la socialdemocracia a la europea, a la que también engaña con lo de socialista. Es el partido del engaño con el que la Monarquía disimula sus fines propios: consolidarse a costa de lo que sea.   El rival de las Monarquías desde la revolución francesa es la Nación. Con el auge del estado democrático de la sociedad, impulsado por la revolución económica (agraria e industrial), se consolidó la idea de la democracia como forma del gobierno. El tiempo de los reyes había pasado, pues la realeza implica la titularidad de la soberanía.   No obstante, aquellas Monarquías que, ante la alternativa soberanía monárquica o soberanía de la Nación decidieron pactar con la Nación como adversario para conservarse, en lugar de enfrentarse a ella como enemiga, se convirtieron en Monarquías Constitucionales o Parlamentarias. Con el adversario se pacta, al enemigo hay que vencerlo. Y esas Monarquías mantuvieron su posición familiar privilegiada en medio del estado democrático de la sociedad, a cambio de abdicar de la realeza. Ya no hay reyes, lamentaba Donoso Cortés a la vista del espectáculo que daban las Monarquías. Por eso pedía la Dictadura ya que el auténtico mando político es siempre personal. Sin duda, no comprendió –en aquellos tiempos en que Norteamérica quedaba muy lejos no se veía así- que el Presidencialismo republicano es una forma monárquica de gobierno.   Considerando objetivamente la película de los hechos, la Monarquía instaurada por Franco –sin la exclusiva voluntad del dictador no habría Monarquía en España, lo que se trata de disimular practicando una peligrosa damnatio memoriae- a juzgar por la trayectoria seguida durante más de treinta años, habría preferido considerar la Nación como enemigo, no como adversario. Para eso, contó con el sedicente socialismo, enemigo también de las naciones en tanto internacionalista, y en la Constitución consagró la alianza con los separatistas nacionalistas, enemigos de la Nación española, tanto en su sentido político como en el histórico, suscitando las Autonomías-Estadículos.   Debilitado a lo largo de esos años el legítimo sentimiento de formar parte de una sola Nación, el efebocrático partido socialista se dispone, a dar los pasos definitivos para la disolución de la Nación española. Por eso acentúa el ataque a la religión católica, que guste o no, se sea creyente o no creyente, es un elemento fundamental de la Nación. Se satisfarían así el deseo de la Monarquía de ser plenamente soberana a falta de otro soberano y el principio socialista de disolución de las naciones y mandar eternamente.

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