Barack Obama ha señalado que su país necesita, en primer lugar, un “plan de rescate para la clase media” que cree puestos de trabajo y que “no subestima la enormidad de la tarea” que les espera, pero que no pueden permitirse el lujo de esperar a avanzar en las prioridades identificadas durante la campaña: la energía limpia, la atención a la salud, la educación y la reducción de impuestos para familias con ingresos medios. Asimismo comprobarán si el plan de salvamento bancario aprobado en el Congreso hace un mes está dando los resultados previstos, entre los que no se encuentra el lucro de las empresas que recibieron esa asistencia. La cesión de Sarkozy de uno de los dos puestos que le correspondían en la cumbre de Washington, a la que Obama no acudirá, ha sido valorada por Zapatero como “un paso de extraordinaria importancia para España” al consagrar su “reconocimiento internacional como potencia después de treinta años de esfuerzo modernizador”; con entusiasmado agradecimiento, ha calificado no sólo al presidente de turno de la UE, sino también al anfitrión Bush, de “amigos de España”. Zapatero también ha luchado para que España asista a esa cumbre con el objetivo de que haya “cambios reales”, y resuelto a pedir al G-20 un “nuevo rumbo” hacia “una economía más justa”, dice que “nadie se equivoque ni se engañe”, “no valen los paños calientes”: “Hay que reformar a fondo el orden financiero mundial y las políticas económicas que han prevalecido”. Además ofrece una firme y estrecha colaboración al nuevo presidente de los EEUU: “Europa y España van a trabajar codo con codo para ese cambio del que ha hablado en su programa electoral”. El jefe del Ejecutivo español justifica la imprescindible presencia de España en la reunión internacional a causa de su experiencia en la supervisión y control del sistema financiero, que ha evitado quiebras bancarias como las sufridas en otros países. Por eso, el Gobierno ve “razonable” contar cada cuatro meses qué bancos y cajas se benefician del fondo de activos financieros, para no estigmatizarlos dando lugar a que los ahorradores puedan “malinterpretar” que esas entidades se hallan en dificultades. hechos significativos Los bancos y cajas estudian acudir en bloque a las ayudas del Gobierno para evitar las sospechas sobre su insolvencia. Hugo Chávez anuncia que van a tener reactores atómicos. Liberan a una periodista canadiense secuestrada en Kabul.
Nietzsche y Dostoievsky vis-á-vis
Federico Nietzsche (foto: eozikune) Nietzsche y Dostoievsky vis-á-vis En Dostoievsky encontramos una contradicción constante, consciente de sí misma y por eso engendradora. Su alma está partida, desgarrada. De ahí su perfecta descripción de la desesperación, así como de su salida, la cual, al contrario de la propuesta por Nietzsche, participa tanto de lo nuevo y asombroso como de lo pasado y ya trillado. Nietzsche, en cambio, quiere carecer de contradicciones; aspira más bien a la olímpica claridad del cielo griego. De modo que, por la negación de lo obvio (su contradición interna, de la que era demasiado consciente y por eso no consciente) sucumbe al peso del tiempo. De Dostoievsky puede decirse que se arrastra, y que, en su arrastrarse, halla. Su idea del simple paisano ruso que salvará al mundo lo expresa a la perfección. El hombre fuerte de Nietzsche, por su parte, no deja de ser una especie de ficción heredada de las sagas heroicas. Dostoievsky se alimenta del infinito estiramiento entre la potencia y el acto; en suma, de la imposibilidad. Nietzsche, después de todo –su transvaloración de todos los valores–, fue un idealista platónico. Dostoevsky un cristiano apocalíptico, pero también paradójicamente el mayor de los realistas. Ambos supieron desnudar su tiempo y el porvenir. Pero la novedad de Nietzsche se excede en idiosincrasia; es megalómana. Dostoievsky regresa al vínculo sagrado entre el cielo y la tierra, rasgando el misterio de su comunión. El dionisianismo de Nietzsche era la única respuesta posible a una contradicción interior que, tras la entrada del cristianismo, ya no podría expresarse en términos griegos. No reconocida como tal, se lanza a los extremos sin recorrer el vasto territorio de lo intermedio. Acaso en el fondo se trataba de dejar un paso atrás la claridad de la mente como el ideal a perseguir, la cual es tan sólo un regalo a posteriori de la entrega, y no seguramente lo más decisivo. Más importante es la armonía de la manifestación, lo creado; la comprensión de todo a pesar nuestro. Entonces, sin querer, nace esa otra cosa: lo claro momentáneo.
Alegres con Obama
Mover a muchos no es conmover. Todo es movido en la naturaleza y muy poco de lo humano conmueve a la humanidad. La lucha por el poder moviliza a los animales sociales. Lo extraño en la acción política no es el movimiento masivo que puede desencadenar un individuo sobresaliente en el magma del hombre-masa, eso es normativo en los Estados de partidos. Tampoco lo es el entusiasmo que comunique a los partidarios o seguidores de sus propósitos, eso corresponde al carisma de los líderes demagógicos. Lo que produce extrañeza, el fenómeno social nunca visto en la historia, lo nuevo que reclama ser comprendido antes de explicado, ha sido que una voz selecta, un verbo anclado en la belleza de la eterna verdad moral, no solo ha podido mover en su país a un gentío de votantes, a favor o en contra, sino que el trueno resonante de su rayo victorioso haya conmovido, en dionisíaca catarsis universal, hasta las estrellas del firmamento. Están con Obama quienes percibieron al instante de oírlo, sin necesidad de reflexionar, que en la intima ingenuidad de sus corazones, oprimidos por la desesperanza ante los falsos, cínicos y continuados pretextos de todos los gobiernos del mundo, latía el mismo discurso de la esperanza, al compás de la letra inspirada y el ritmo musical del alma que escuchaban. Están con Obama quienes, por encima del sentimiento instantáneo de simpatía, captaron la inteligencia de su acción pública, tendente a la sustitución de un régimen de poder por un sistema de gobierno, recuperando la sabiduría de las instituciones que fundaron la democracia representativa. Están con Obama quienes, por encima de sentimientos y capacidades intelectuales, se dieron cuenta en el acto de que el triunfo de sus valores éticos, evidentes por sí mismos, no dependía más que de la perseverante determinación de asociar, en su valiente propuesta, a jóvenes y discriminados que, en las puertas del infierno político, cambiaban ya el dantesco letrero medieval por el renacentista “no perdáis toda esperanza”. Están, pues, con Obama los que son y serán leales a su causa política, aunque su acción gubernamental, como Presidente de EEUU, llegue a decepcionarlos. Están, pues, con Obama los que siempre aplaudirán que haya descerrajado los cerrojos del escepticismo en la puerta de entrada al mundo político. Están, pues, con Obama los que no se han corrompido con lucros y honores inmerecidos, inherentes a la política partidista, ni por la insania de esa envidia que proyecta, sobre toda nobleza ajena, las sombras tenebrosas de las causas torpes de sus miserias y fracasos. Estamos, pues, alegres con Obama. florilegio "Los altos ideales políticos aplastan a quienes no saben mantenerlos izados."
Primacía de lo ético
Es imperativo, en todo análisis que se precie, tomar sustancialmente lo político por una estructura social de carácter formal. Como nos demuestra la historia, el contenido material es el que quiera añadírsele. Tan enorme plasticidad asegura la supervivencia del orden, ya que el más fuerte siempre será el que convenga a los poderosos, que sin entrar a valorar la sinceridad o intención de su doctrina, desde luego evitarán, cuando menos, perjudicarse conscientemente a sí mismos. La tendencia de un modelo así a auto replicarse choca con un “error” innato a la naturaleza humana. En la conciencia siempre existirá la idea de lo bueno ligada a lo universal, esto es el sentido ético. Tal intuición compartida, una vez elaborada, tiene la capacidad de agregar más conciencias hasta trascender lo individual y aspirar a fijar las condiciones de lo colectivo, entrando en contradicción con el orden político, y terminando por contraponer erróneamente otra doctrina material. Puede apreciarse aquí una tensión dialéctica entre lo estimado como bueno y lo que se impone como obligatorio. Siguiendo la terminología de P. Ricoeur, esto es entre “lo ético”, como intuición universal objetiva de lo materialmente bueno, proyectado desde el individuo a los demás, y de lo general a lo concreto conforme a las leyes de la lógica; y “lo moral”, lo formalmente, social y normativamente correcto, que cuando menos presiona, si no coacciona a los individuos, aunque se pretenda sea asumido por ellos. El proceso de socialización nos hace interiorizar que ha de haber un ámbito en nuestras vidas en el que hemos de aceptar someternos a decisiones ajenas, ya provengan directamente de la voluntad de otro, o resulten el fruto de la ordenación jerárquica que termina por imponerse como normal en toda organización. En ocasiones, nos hemos visto obligados por nuestros jefes a entregar un trabajo que según nuestro propio juicio profesional no está correctamente finalizado. El problema ético resulta insoluble. Moralmente, acallamos nuestra desazón asumiendo lacónicamente que hemos de obedecer a quien nos paga. Siendo conscientes de nuestra propia ausencia de mala intención, aunque nos veamos compelidos a actuar mal, no podemos descartar que le suceda lo mismo a nuestro superior o que otro tipo de circunstancias le supongan similar presión. La interacción social puede resultar de tal forma que un conocimiento adecuado y la inexistencia de mala fe de los actores no impidan la realización de un mal. Mas cuando se añade el poder, tiende a producirse una selección negativa de las personas con sentido ético, expulsándolas de lo público. Tal cosa termina por suceder cuando la estructura formal-institucional de lo político no suponga la realización material de unos principios éticos fundamentales y la limitación intrínseca del poder, o sea, la sincronización básica de lo moral con lo ético.
Falsedad histórica
Resulta quimérica la garantía de una información en la que no sea objeto de discusión la verdad factual, con el dominio de un periodismo orgánico que tiende a transformar los hechos en opiniones o a desdibujar la línea divisoria entre ambos. Si se arrebata al enjambre de colaboradores mediáticos, la libertad para comunicar pensamientos que se aparten de la línea oficial del medio en el que publican, también se les priva de su libertad para pensar. El compromiso con la verdad de los hechos y la libertad de pensamiento impedirían que la libertad de opinión fuese la gigantesca farsa que se representa ante los españoles día tras día, y que ya ha rebasado el ámbito de las noticias para ir a posarse sobre la historia. Que del maremagno de datos, conforme a unos principios de elección, haya que rescatar los más significativos para ordenarlos en un relato que se pueda transmitir dentro de cierta perspectiva o interpretación, no invalida la existencia de la cuestión objetiva ni constituye una excusa para que el historiador manipule los hechos tal como le plazca. Hobbes sostenía que una verdad, “no oponiéndose a ningún beneficio humano es bienvenida por todos”; entonces, en el Leviatán contemporáneo, las verdades que se opongan al provecho de un grupo determinado se recibirán con una hostilidad mayor que nunca, e incluso los mismos hechos históricos incómodos para los intereses del poder establecido, serán deformados o transformados en opiniones bienquistas. Franco y Juan Carlos (foto: Jaime de Urgell) Cuando preguntaron a Clemenceau cuál era su opinión sobre lo que pensarían los futuros historiadores en relación al problema de quién había sido el culpable del estallido de la Primera Guerra Mundial, aquél respondió: “Eso no lo sé, pero sí sé con certeza que no dirán que Bélgica invadió Alemania”. Esa confianza en la imposibilidad de falsear groseramente la historia se hubiera tambaleado si el que fuera primer ministro francés hubiese conocido al revisionista Pío Moa, de cuyas obras se puede deducir que la II República se alzó contra Franco, un salvapatrias mucho más clemente de lo que imaginábamos. Y como epítome de la prostitución de la verdad histórica reciente, ahí están los documentales de Victoria Prego, que el juez Garzón debe de haber asimilado, cuando en sus desenterramientos, se olvida de los colaboracionistas del franquismo.
Lucha de “Titanes”
Rodríguez Zapatero (foto: Jaime de Urgell) Desde que Alfred Nobel, inventor de la dinamita, creara los premios que llevan su nombre y se empezaran a conceder en 1901, muchos han sido los galardonados. Pero muchos más han sido y son los que los proyectan como meta en sus trayectorias y aspiraciones profesionales, bien sean en el campo de la investigación, de las letras, de lo social o de la política; es el caso de George W. Bush, quien aspira a obtener el premio Nobel de la Paz de este año. En España, el Presidente Zapatero, desde su intervención en la Asamblea de Naciones Unidas en septiembre de 2004, momento en el que aprovechó demagógicamente el atentado del 11-M para presentar la Alianza de Civilizaciones, empezó a albergar esperanzas de conseguir también algún año el Nobel de la Paz, algunos medios de comunicación así lo han dejado ver. Y el juez Baltasar Garzón no se queda a la zaga. En la actualidad hace caso omiso a la Ley de Amnistía y al Fiscal General del Estado; continúa con las investigaciones sobre los desaparecidos y las exhumaciones de las victimas de la Guerra Civil, para lo cual no tiene límites ni escrúpulos. En esta ocasión llega a utilizar emociones de hijos de los desaparecidos, a los que además está dividiendo. Cuando Zapatero puso en marcha la Ley de Memoria Histórica junto a sus consensuados adlátares de IU, no debió de sospechar que un duro competidor como Garzón, amparándose en dicha Ley y transgrediendo otras, le iba a seguir en su propósito de ser laureado con tan codiciado galardón. Ni que para conseguirlo tendría que llegar a poner cortapisas al juez a través del control sobre el Poder Judicial, antes con la orden del Fiscal General, en la actualidad -ante la negativa del juez de dejar las exhumaciones de victimas- es la Audiencia Nacional quien dicta la suspensión de apertura de fosas. La podredumbre del régimen da para actos tan vergonzantes como estos. Mientras, los medios de comunicación continúan con su campaña mediática sobre la tan manoseada Memoria Histórica para utilizar los sentimientos republicanos. Esperemos que algún día la sociedad civil despierte con la libertad política de su largo letargo y pueda vislumbrar lo que esconden en el fondo estos falsos “titanes”.
Las entidades locales (II)
Gustavo Alcalde y Javier Arenas (foto: gustavoalcalde) De los presupuestos 2007 de los 8.109 Municipios de España (excluidos Ceuta y Melilla) (53.297 M€) solamente haré hincapié en tres aspectos. El primero se refiere a la distribución por estratos de población, en uno de cuyos extremos hay un microcosmos de 6.845 municipios con población inferior a 5.000 habitantes en los que viven el 13,5% de los españoles y gestionan el 16% del gasto público municipal, y en el otro están los 8 grandes municipios (el G8 municipal: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Murcia y Palma de Mallorca) en el que viven el 18% de la población española y gestionan el 20,5% del gasto público municipal; en medio están los 1.256 restantes. El segundo aspecto se refiere al abanico de funciones que gestionan y su financiación. Los servicios públicos que prestan abarcan todo el espectro, tengan o no competencia para ello; entre ellos destacan (% de gastos): la protección civil (7,5%), la protección social (7,4%), la promoción social (2,7%), la vivienda y urbanismo (16,2%), el abastecimiento de agua, recogida de basuras, cementerios, etc. (12,1%), la cultura y deporte (12,1%), infraestructuras y transporte público (9,7%). La financiación de esos servicios se realiza, entre otros (% de los ingresos no financieros), con impuestos locales (32,3%), tasas (10,6%), ingresos urbanísticos y de terrenos (12,8%), transferencias del Estado (19%) y de Comunidades Autónomas y Diputaciones (15,2%) y otros. Destaca la fragilidad de sus ingresos pues un 39% están ligados a los inmuebles y otro 37% a las transferencias recibidas. La Casa de Vacas, en el Parque del Retiro de Madrid será testigo el próximo martes de la concentración que los alcaldes del PP han convocado para protestar contra la asfixia económica local. El tercer aspecto se refiere a las dimensiones adecuadas para prestar esos servicios de forma eficiente. Lo normal sería que, si el municipio no puede o es ineficiente, una administración superior se hiciese cargo de él (condado, distrito o provincia y estado). Pero por estos pagos el caos es la organización administrativa favorita; un ejemplo: el abastecimiento de agua. Los municipios realizan este servicio unos por sus propios medios; otros a través de una mancomunidad, un consorcio o la Comunidad Autónoma; algunos crean una empresa pública, lo conceden a una empresa privada o varias administraciones se encargan de cada parte del ciclo del agua.
Mitografías
El pacto entre la clase política franquista y la de la oposición para la transición pacífica de un régimen a otro es calificado por Fernando Savater de “ejercicio de cordura”, (EL PAIS, 3 de noviembre) frente a los “sabios” que ahora vienen a advertirnos de las presiones del estamento militar que hacían inviable un modus operandi diferente. Las carencias de la llamada “transición democrática” no se deben al hecho de no haber depurado responsabilidades entre los adeptos al franquismo, como torpemente sostienen ciertos adalides de la “memoria histórica”, que permiten así que aquel proceso sea atacado por su flanco más fuerte. La sucesión de atropellos perpetrados por las clases políticas pactantes comienza con la convocatoria de un referéndum para el refrendo de una reforma ante la que, en caso de responder afirmativamente, se negaba toda posibilidad de democracia que, como tal, rompiese con la legalidad previamente vigente, y en caso de responder negativamente se sancionaba la continuidad del régimen franquista; prosigue en el momento en que una asamblea emanada de unas elecciones legislativas como las de 1977 se atribuye poderes constituyentes de los que carece, lo que permite a los partidos políticos delegar en unos “padres de la patria” la redacción de una “ley de leyes” que es aprobada por un parlamento sin debate de ningún tipo, y termina con su refrendo por una ciudadanía asombrada ante un “espíritu de concordia” que fue la más rotunda negación de todo procedimiento democrático. Si para el logro de un régimen de libertades públicas se obliga a aceptar una forma de estado y una forma de gobierno como parte de una misma e indivisa decisión, es obsceno convalidar este modus operandi como “ejercicio de cordura”. Otro modo de proceder, han querido convencernos, era, entonces, imposible. Sancionar retrospectivamente como imposible lo no acontecido equivale a sancionar lo acontecido como lo único posible; la paradoja de tal método de análisis histórico reside en que, de esta forma, se da por inviable la capacidad humana de conocer las posibilidades que se abren ante una situación, pues no se puede conocer lo que está por venir y sólo lo ya acontecido se convalida retrospectivamente como lo único que podía acontecer. Una concepción, conviene subrayarlo, absolutamente incompatible con toda presunción de libertad y deudora del más feroz determinismo histórico: y con estos mimbres aun pretende la propaganda oficial alentar la creencia en un evanescente “espíritu de concordia”. Si el proceso consumado con la traición de los partidos de la oposición a sus aspiraciones rupturistas y democráticas respondió a lo “único posible”, malamente cabe un “espíritu de concordia” que necesariamente presupone un margen de libertad que no ha lugar en los presupuestos del determinismo histórico. De la facticidad a la validez y de la validez a lo valioso sin solución de continuidad.
Obama y Tocqueville
Barack Obama (foto: jmtimages) Se vislumbraban los rosáceos dedos de la aurora el cinco de noviembre de 2008 en la vieja piel de toro cuando por televisión pudimos ver y escuchar la encarnación del nuevo espíritu de la “fuerza irresistible” de la revolución democrática que recorrerá el mundo. El presidente electo de los EE.UU. se dirigía a su pueblo. Barack Obama comenzó diciendo: “Si todavía queda alguien por ahí que aún duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta". No podía empezar su discurso con otras palabras distintas, debían ser la confirmación de las de Tocqueville. El aristócrata francés analizó la esencia de la democracia que se impondría en todo el mundo y no sólo en los EE.UU.: “la igualdad de condiciones” entre los ciudadanos. Cualquier ciudadano norteamericano, sin discriminación de raza, sexo, religión, ideología, etc., puede llegar a ser el jefe del estado y dirigir la nación porque él ha sido elegido por los votos de la mayoría de su pueblo y es, por tanto, la encarnación de su unidad y espíritu. ¡Qué solución tan racional también para España! Y, sin embargo, ¡qué difícil es que los españoles comprendan lo que significa la esencia de la democracia! En una democracia, el Estado se diferencia escasamente de la sociedad y poco espacio propiamente estatal escapa a la decisión por mayoría del pueblo. Pero el presidente Obama no sólo ratifica el principio de la igualdad de condiciones sino que también podrá (yes, he can) vencer los dos peligros que Tocqueville predijo: “la tiranía de la mayoría” y “la tendencia a tener poco en cuenta los derechos individuales”. El primer peligro lo remediará con el fortalecimiento del sentido de la libertad política en el interior favoreciendo la independencia judicial y la participación social, y en política exterior, ajustándose a los deseos de paz internacionales. El segundo riesgo lo evitará fortaleciendo los derechos humanos al suprimir las cárceles y torturas de Guantánamo y, por fin, realizar los derechos de las minorías negra e hispana -entre otras-. Barack Obama es el “hecho providencial” de la segunda revolución democrática de América: los ciudadanos no serán ajenos al destino de los demás, el Estado no será un poder inmenso y tutelar; los ciudadanos abandonarán su “infancia bushiana”.
La dignidad del perdedor
En las primarias del año 2000, John McCain era el que estaba situado en mejor posición para lograr la candidatura republicana a la Casa Blanca hasta que comenzaron a circular rumores que lo desacreditaban. Se afirmó que estaba desequilibrado después de cinco años de encierro y tortura en Vietnan, e incluso se urdió un montaje fotográfico para acusarlo de haber tenido una hija con una mujer negra, distribuyendo un retrato familiar en el que aparece la niña que fue adoptada por la esposa de McCain tras una visita a Bangladesh. En uno de los debates celebrados entre el senador por Arizona y Bush, éste intentó abrazarlo tras decirle que no tenía nada que ver con los rumores difundidos. “quítame las manos de encima” respondió McCain, que siempre ha declarado ser un “maverick” de verdad: una persona independiente que no sigue los designios del grupo al que pertenece. Una vez confirmada la inapelable victoria de Obama, McCain declaró que “la gente de América ha hablado con claridad” y reconoció el “valor especial que esto tiene para los afroamericanos y el especial orgullo que deben sentir esta noche”, cuando América está a “todo un mundo de distancia de la aterradora y cruel intolerancia” de los tiempos de la segregación racial. El senador se ha despedido de sus seguidores asegurándoles que “la derrota es mía, no vuestra”. Escogido directamente por Aznar, el señor Rajoy, que acumula dos fracasos electorales al frente de su partido, no logra deshacer el empate entre populares y socialistas, a tenor del último barómetro del CIS, cuando la aguda crisis económica en la que estamos inmersos debería hacer mella en el partido gubernamental. Según “Libertad Digital” en las filas del partido popular empieza a cundir el desaliento: “algo no funciona”. “Ir a rebufo” del Gobierno y “plegarse a todos sus postulados” es una fórmula que hasta ahora no ha dado buenos resultados, por lo menos en las encuestas, afirman veladamente algunos diputados de “la oposición”. Del ambiente de derrotismo que impera en el PP, podría entresacarse que, no teniendo Zapatero el menor parecido con Obama, Rajoy, desgraciadamente, tampoco es McCain. hechos significativos La Audiencia Nacional ratifica la multa a dos jóvenes por quemar una foto de los Reyes. El BCE baja los tipos de interés para combatir la recesión. El voto hispano resultó decisivo en la victoria de Obama.

