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lunes 29 diciembre 2025
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Equilibrio falsario

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Las leyes de la naturaleza han de ser universales y operar en todo ámbito. Sin detenernos en variaciones regionales, rupturas de simetría o medidas estrictas de magnitud, podemos abstraer racionalmente un ideal estado general de equilibrio al que parece tenderse inexorablemente. A él responden el principio de conservación de la energía, o el de acción-reacción junto al resto de las leyes de Newton, o la llamada Teoría de Gran Unificación.   En el hombre también ha de haber un equilibrio entre la razón que conoce y la voluntad que actúa, entre lo colectivo (el mi) y lo individual (el yo), entre los medios y los fines, entre lo moral y lo ético. Puede intuirse que, al comienzo de nuestra historia, todo ello se hallaba fusionado entre grupos e individuos humanos; pero cuando el sencillo compartir los avatares diarios de la supervivencia cedió a la tecnología de producir, almacenar y conservar alimentos, en las nacientes sociedades con la nueva división de clases, el afán de dominio sobre los demás se combinó con el cómodo gregarismo fracturándolo.   Equilibrio no significa igualdad, y si la voluntad puede ser libre, jamás es independiente a los límites del mundo, hallándose a merced del vaivén de las pasiones cuando no cede al control de la razón; pero ésta última debe estar atada a la realidad por la verdad, y domeñando entonces la voluntad puede vislumbrarse lo bueno. Es la verdad lo que otorga primacía ética a la razón sobre la voluntad, pero a costa de someter su albedrío en el juicio. Así existe una relación inversa respecto a su libertad entre razón y voluntad: cuanto menos libre sea la voluntad, esto es que no haya auténtica libertad, tanto más podrá ser libre la razón, que puede distorsionar con ello la propia realidad para hacerse ilusión de aquella.   La mentira pública acerca de la realidad del poder trata de devolver a la razón el equilibrio perdido para que la voluntad no pueda verse impedida en la ausencia de libertad política. Lo terrible es que lo hace a costa de admitir que el conocimiento social soslaye la verdad, cuando no convierte ésta en imposible. Así el mundo de los hombres queda a merced de las voluntades, o sea, en último término del poder. El método científico nació con el firme propósito de liberar la verdad de la voluntad. Lo cierto es que, al final, la ciencia ha acabado desplazándose a la racionalización de la Naturaleza, en vez de buscar las leyes que rigen en el ámbito estricta y formalmente racional de las sociedades humanas.     Isaac Newton en Cambridge (foto: Peter Cuhalev)

Terroristas con acné

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Desalojo de la Universidad (foto: Rafa 59 II) El Gobierno, la Universidad y los medios de comunicación han traicionado una vez más al confuso, pero siempre fresco e intuitivamente comprometido con la dignidad de la sociedad civil, movimiento estudiantil. El Gobierno catalán aporrea a los estudiantes con un salvajismo propio del más abyecto tiranillo provinciano; la Universidad hace oídos sordos a sus demandas de publicidad y debate de los proyectos que influirán decisivamente en sus vidas; y los medios de comunicación orgánicos los convierten en anti-Bolonia para convertirlos en imagen especular del folclórico movimiento anti-globalización e instrumento del nacionalismo. Se habla de caos, de vandalismo.   Las disculpas de Juan Saura, bendito consejero de Interior de la Generalidad, sólo dejarían de ser lágrimas de cocodrilo si asumiese la responsabilidad política por lo sucedido, pero sabemos que en España tal cosa no existe. En su lugar, el señor Saura pedirá a su propia policía que investigue a la policía o pedirá a su propio partido que lo investigue a él. Cortará la cabeza de cualquier sargento Vázquez, dará orden de que los policías se conviertan en estatuas cubiertas de escupitajos, acudirá a una o dos reuniones con los cabecillas estudiantiles y recibirá tres llamadas: la de Montilla, la de Rovira y la del número uno. Pero Joan, ¿qué ha pasado?   En realidad todos nos encontramos sometidos a un Plan Bolonia social cuya aprobación depende exclusivamente del capricho de la casta política, mediática y económica que usurpa el lugar de la sociedad política. Del Plan Bolonia para todos saldremos con enclenques garantías de seguridad material a cambio de renunciar a lo más precioso del ser humano: el saber, la originalidad, la libertad.   Y el Plan Bolonia propiamente dicho será aplicado tarde o temprano. Con ese nombre o con otro. Los estudiantes españoles son afortunados, ahora se revuelcan gozosos en la orgía pluralísima de las ideologías, del pasotismo, o del labrarse un futuro. Mañana balbucearán en cualquier programa televisivo una pregunta para usted. Usted, el líder político de turno que el régimen les presentará en una epifanía mediática para que arrastren con picarona espontaneidad su servilismo.

Crisis española

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A pesar de presentarse ante el mundo como uno de los sistemas financieros más eficientes, el español, con necesidades externas muy altas y un mercado interbancario que no funciona, no es inmune a la convulsión global, afirma el consejero delegado del Grupo Santander. Asimismo, Juan Ramón Quintás, el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro, cree que si no se toman medidas contundentes se avecina una situación dramática, con una crisis que durará más de tres años, y que en España será más larga. El señor Quintás admite una “culpa honrosa” al conceder préstamos a personas, como los inmigrantes, con más dificultades para devolverlos, dado el carácter “híbrido” de las Cajas, entre empresarial y social (el componente político no lo cita).   En esa misma línea, un aterrorizado Paul Krugman -premio Nobel de Economía- ve “extremadamente doloroso” para nuestro país salir de la crisis, dada la situación de una economía española que requiere urgentemente reformas estructurales. Krugman señala que Japón tardó diez años en salir de una crisis similar, y eso que contó, al final, con la ayuda de China.   Y el próximo 26 de marzo, asociaciones de autónomos y pequeños empresarios han convocado una concentración (a la que se sumarán los agentes comerciales y los estanqueros, entre otros) frente al Congreso de los Diputados, para manifestar su “malestar y desengaño” por la falta de acceso al crédito, una fiscalidad asfixiante, la ausencia de iniciativas para paliar la caída del consumo y el aumento de la morosidad, que en buena parte se debe a las Administraciones Públicas.   Sin embargo, en contra de las señales más evidentes, Manuel Chaves dice que saldremos de la crisis más pronto que tarde, y Zapatero cree que estamos mejor preparados para afrontarla debido a nuestra capacidad innovadora.   El jefe del Ejecutivo recuerda que España, hace un año y medio, estaba jugando la “Champions League” de las economías mundiales. Pero ahora corremos el riesgo de acabar en “segunda división” por acumulación de deudas, insolvencia financiera y desfallecimiento productivo.   hechos significativos   El presidente del PNV repara en el fraude de un régimen electoral que da el triunfo al tercer partido más votado.   “Salvemos al planeta del movimiento ecologista”, dice Václav Klaus, alarmado por el encarecimiento energético.

El arte de lo sublime

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La tempestad, de Giorgione (en Venecia) * El arte de lo sublime El sentimiento de lo sublime se fragua en la frontera de lo terrible y angustioso. Permanece quieto en el umbral. Presiente el agobio sin llegar a sentirlo. Alerta la sensibilidad del alma antes de vislumbrar la infinitud que la sobrecogería. Vértigo sin vacío ni movimiento, la emoción sublime atrae más que invita. Si cruzara la frontera de irrealidad sería mero espanto, horror, fealdad o desolación. Pero su representación artística, al vencer la hostilidad de lo que está representado, lo interioriza con la serenidad de la contemplación. Para el poeta la belleza estaba en el comienzo de lo terrible. Para el doliente de angustia está en su final. Lo sublime en el arte asoma el sosiego a la ansiedad y nos mete sosegados en la angustia ajena.   El valor estético de lo sublime no viene del halago que la perfección hace a los sentidos, ni de la evocación de las amabilidades que la naturaleza brinda a la imaginación, eso sería pura delicia, sino de la tranquilidad deliciosa que nos invade cuando, estando envueltos en situaciones angustiosas o vertiginosas, una imagen impresionante logra meter la propia inquietud en la armonía del mundo y de la vida que la crea. La obra de arte sublime produce el placer inherente a una victoria de vencedores sin vencidos, a un triunfo de la inteligencia intuitiva sobre las ansiedades instintivas del corazón. Lo sublime silencia las pasiones.   El cambio de lo patético por lo inefable era ya patente en el arte de las revoluciones de la libertad. Lo bello producía deleite; lo sublime, un temor deleitable. El romanticismo difundió las idea kantiana de que lo sublime está en lo grande; lo bello, en lo pequeño. "Lo sublime debe ser simple; lo bello puede estar decorado". Lo bello surge de la cualidad; lo sublime, de la cantidad. En el arte de lo sublime no interviene la presentación plástica de un propósito, ni la representación de un ideal. Por la divergencia entre forma y contenido, lo sublime deroga la armonía de imaginación y entendimiento requerida por lo bello. El hombre se eleva por encima de los sentidos al contemplar lo sublime. Su intensidad depende de la cercanía o lejanía del inquietante objeto de la representación. La escena de la nube tormentosa que se avecina a la gitana semidesnuda, que da el pecho a su hijo a la vera de un río, en la pequeña "Tempestad" de Giorgione, se acerca a lo sublime. No angustia como las bellas tormentas de Turner *.

Gobierno autista

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Sin examen psiquiátrico sería aventurado diagnosticar la esquizofrenia de un Presidente del Gobierno que ve en el mundo exterior lo que sólo existe en su desordenado cerebro. Enseguida se comprende que su patológico y pertinaz optimismo no viene de la confianza en una voluntad de vencer los obstáculos a la obtención del bien anhelado. No hay obstáculos para quien inmediatamente, sin analizar ni pensar, ve soluciones prácticas a toda realidad intricada de problemas y conflictos. No se trata de un juicio despectivo motivado por razones políticas. Si no podemos saber los límites donde se manifiesta, sin embargo, su perturbación es patente en todas las acciones llenas de la grandeza del poder estatal que ostenta, sea para aliar civilizaciones, pacificar terrorismos, mudar costumbres sociales, orientar a los gobernantes de occidente, situar a España en la cima del mundo y, ahora, ante la mayor crisis económica conocida, aleccionar al último premio Nobel, adelantarse cuatro años a las medidas preventivas y lograr así que, entre todos los pueblos del orbe, sea España la mejor situada para superar la crisis. ¿Autismo o manía de grandeza de la pequeñez de espíritu?   Premio Nobel: “La perspectiva para España es aterradora. Creciente déficit, empresas y familias altamente endeudadas, mercado inmobiliario inflado, paro creciente, agotamiento de recursos monetarios y fiscales. Se impone una reducción de los salarios y una deflación del 15 %. Necesita medidas drásticas para elevar su competitividad y, aún así, esperar que la economía europea se recupere en varios años”. Señor Zapatero: “Nuestra economía está mejor preparada para afrontar la crisis por su mayor desarrollo en tecnología y capacidad innovadora, con aumento de la productividad, en virtud de la previsión de haber triplicado, en 2004, el presupuesto de I+D”. ¿Mejor preparada y mayor desarrollo? ¿Respecto de quién, de sí misma o de los demás países industrializados? Fue el último español en ver la crisis y el último en reconocerla, el único en decir que empezaríamos a notar la salida de ella en un trimestre, el más irresponsable en proponer la adopción del sistema bancario español, ¡el mejor del mundo!, por el G-20. Pero supo prevenir, hace cuatro años, el modo de salir, los primeros, de la crisis.   Autismo: repliegue patológico de la personalidad sobre sí misma; síndrome infantil caracterizado por la necesidad de mantener absolutamente estable su entorno; síntoma esquizofrénico de referir a la propia persona todo lo que acontece.   florilegio "Los hábitos serviles consideran normales las extravagancias de los amos."

Somos diferentes

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Asociado al franquismo, “España es diferente” fue el exitoso reclamo turístico que se presentó a aquellos europeos ávidos de sol, playas, y espectáculos que no se veían en ninguna otra parte. Pero antes, en el romanticismo, ya habían venido desde el norte para experimentar las emociones inigualables que una partida de bandoleros, una vieja mazmorra de la Inquisición, o unas mujeres de rompe y rasga proporcionaban.   De orgullosos dominadores de medio mundo, pasando por la resignación de no poder ser otra cosa, tal como expresó Cánovas del Castillo, hasta la ocultación y el reniego de su propio pasado que ofician en sus feudos autonómicos los españoles que se avergüenzan de serlo, seguimos manteniendo una diferencia sustancial con respecto a italianos, franceses, alemanes o ingleses, los cuales no odian el hecho histórico que les llevó a ser lo que son.   Los Padres de la Constitución de 1812 consideraban que el amor a la Patria y el ser “justos y benéficos” eran obligaciones principales de todos los españoles. Quizá el que ese texto legal fuese promulgado el día de San José no contribuyó a un estricto acatamiento de sus ordenanzas, sino al ¡Viva la Pepa! Pues bien, los Padrinos de la de 1978, han seguido el sendero alemán del patriotismo constitucional para identificarla con España, como si las naciones se creasen de la nada o se construyeran a voluntad.   En el País Vasco, cuando el PP pone como condición de su apoyo a Patxi López el que haya cambios en la educación, no sabemos si éstos consistirán en luchar contra la ignorancia del pasado y en abandonar las fantasías sobre historias particulares y leyendas mitológicas que alimentan el insaciable deseo nacionalista de una identidad propia.   Francisco López en campaña (foto: Patxi López) El rechazo de la historia de España y de su viejo legado cultural, y por tanto de las lecciones que ese pasado podría darnos, no sólo supone una inconmensurable necedad, sino también una alevosa impiedad. Para que este territorio que habitamos no sea lo que se ha llamado durante quinientos años España, podríamos volver a denominarlo Tierra de Conejos. Señores turistas, pasen y vean el mayor espectáculo del mundo: la disolución de una de las más viejas naciones europeas.

Moral y corrupción

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José María Izquierdo se explaya en EL PAÍS (“¿Desparpajo? Quia, desvergüenza”, 16 de marzo) contra la impudicia política que ha hecho su agosto en la Comunidad de Madrid, volviendo inviable la exigencia de responsabilidad política a un gobierno que se ha hecho acreedor a fundadas sospechas de comisión de actos ilegales en la utilización de servicios de espionaje. Pero no hay, en el artículo en cuestión, ni el más mínimo atisbo ni intento de poner en solfa las propias instituciones que no solo han permitido semejante atropello, sino que ahora ponen de manifiesto la imposibilidad de una investigación parlamentaria al respecto. No es que la condena moral del desparpajo de los involucrados sea baladí; pero cuando una pretendida moral pública aspira a erigirse en muro de contención contra los abusos de poder, se está reconociendo la impotencia de las instituciones para el logro de tal objetivo. Si la causa del mal es la corrupción personal de los dirigentes, las instituciones quedan a salvo de toda sospecha. Contradiciendo, dicho sea de paso, el concepto mismo de corrupción, que no es producto de la degeneración personal sino manifestación de un fenómeno social.   Esperanza Aguirre (foto: Chesi-Fotos CC) Los monarcas absolutos no tenían más limitación que el temor de Dios; Bolingbroke y Locke lo sustituyeron por el mucho menos divino pero más efectivo sistema de “checks” and “balances”; Montesquieu lo formalizó en la teoría de la separación de poderes: “Si no hubiera monarca y se confiara el poder ejecutivo a cierto número de personas del cuerpo legislativo, la libertad no existiría, pues los dos poderes estarían unidos, ya que las mismas personas participarían en uno y otro”. El cierre apresurado de la comisión de investigación sobre el caso de los espías en la Asamblea de Madrid, por decisión del propio gobierno investigado, ilustra bien el alcance y significado de las palabras de Montesquieu. La pléyade de periodistas y políticos que claman contra la inconcebible corrupción ajena se encuentran en un estadio premontesquiano de la reflexión política, y siguen pensando que los cargos públicos electos habrán de sujetar su comportamiento al temor de la pública reprobación, a una moral pública que hoy reemplaza al temor de Dios de los viejos monarcas, de forma todavía menos efectiva que aquel. Pretensión moralista que malamente oculta una corrupción anterior y más profunda: la de un sistema que ha entregado las instituciones a los partidos políticos sin contrapesos de ningún tipo y ha propiciado la concentración de poderes en el Ejecutivo, ninguneando a unos parlamentos sumidos en la más completa impotencia.

Delitos económicos

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Bernardo Madoff (foto: Shiny Things) El Juez Federal de Nueva York Danny Chin ha enviado a prisión de forma inmediata al financiero de Wall Street Bernard Madoff tras declararse culpable de once delitos relacionados con la mayor estafa en la historia de Estados Unidos, un fraude que ha sido valorado en 50.000 millones de dólares. El Magistrado ha acordado enviar a la cárcel al veterano inversor, que disfrutaba hasta ahora de su arresto domiciliario en su exclusivo apartamento del Upper East Side de la Gran Manzana. Allí esperará a que se conozca la sentencia el próximo 16 de Junio. Las peticiones del Fiscal y acusaciones personadas comprenden penas que suman hasta un total de 150 años de prisión. Madoff se declaró culpable de todos los delitos imputados, desde fraude con acciones, fraude en asesoría financiera, fraude en trasferencias bancarias, fraude postal, perjurio, falso testimonio, dar información falsa a la SEC, robo de fondos de inversión de sus trabajadores y tres delitos de blanqueo de dinero. “Operé un esquema Ponzi durante años”, admitió Madoff en su comparecencia ante el Juez Chin. “Siempre supe que este día acabaría llegando”, añadió.   Al contrario, los aprendices de Madoff españoles no esperan el día de su entrada en prisión que ni siquiera pueden imaginar sino que se sienten inmunes hasta el punto de exigir la subvención pública del fraude. Y no es casual la deficiente configuración del delito económico en nuestro ordenamiento jurídico, sino escenario de una misma forma de entender tanto la Justicia como los negocios, lo público y lo privado. La mayoría de las variedades delictivas imputadas a Madoff ni siquiera existen en nuestro Código Penal siendo la política legislativa precisamente la despenalización de las patologías socio-financieras. Librar cheques o pagarés en blanco, antes delito, se despenalizó para remitir a un procedimiento civil destinado en la mayoría de las ocasiones a la obtención de una Sentencia tan bonita como inejecutable. La legislación societaria favorece la proliferación de miles de sociedades sin más razón de existencia que la limitación de la responsabilidad personal de sus socios de forma fraudulenta en perjuicio de acreedores y trabajadores.   El encarcelamiento de Madoff ha sido acogido por la sociedad civil norteamericana con un suspiro de alivio. La clase política española, respiró al fin tranquila tras la revocación de la condena a penas de prisión de Los Albertos por el Tribunal Constitucional por sus imprevisibles consecuencias.

Guerra y oligarquía

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Ban Ki Moon en Davos (foto: WEF) Nuestro admirado articulista Juan Sánchez, en su El medio es el fin*, utilizó la razón psicológica de la objetivación que de su uso se hace en las armas para defender la tesis moral de que la guerra es un fin de la Humanidad y no un instrumento de dominación. Así criticaba la refutación del Anti-Dühring. Pero las palabras de Engels que cita tienen plena vigencia. La guerra es el medio que la oligarquía mundial tiene de defender sus propios intereses. Si no existe un Estado planetario las alianzas políticas entre países hacen de la guerra una herramienta. Las grandes potencias protegen los cauces y el sentido del flujo de materias primas, entre las que se cuenta el capital, en el mundo. La ONU es la estructura burocrática que proporciona legitimidad ad hoc a las decisiones de unos cuantos mandatarios. Con respecto a la violencia producto de la lucha por la supervivencia, y por espantosa que resulte, la guerra es un logro civilizador y no el eterno retorno a un atávico estado de barbarie. En contra de Clausewitz podría decirse que no es una extensión de la política, sino su pre-tensión. Pero lo que entre soberanos, -iguales y libres- puede gozar de dignidad, impuesto a las sociedades carentes de libertad política sólo es indigna y mentirosa altivez. La guerra puede ser digna, el abuso de poder jamás.   La dignidad no es altiva, sino segura de sí. Sin embargo, la altivez es inseguridad, expresión de una superioridad que no se siente. La altivez cobra venganza de lo que todavía no ha sucedido pero se teme y los gobernantes españoles, necesitados de confraternizar con el resto de gobernantes internacionales más por imperativo de clase que por responsabilidad, son institucionalmente altivos. La partidocracia no permite expresión de dignidad en las acciones de gobierno, sólo altivez o sumisión. Felipe González fue altivo con su propio electorado para disimular la traición ideológica que suponía ser mediáticamente antibelicista y gubernamentalmente conmilitón de Bush. Aznar fue altivo ante toda la sociedad disimulando que utilizó personalmente las mentiras justificadoras de la guerra para afianzarse en el lugar que no encontraba en su propio país: el conservadurismo ideológico. Zapatero ha mostrado altivez hacia la bandera estadounidense para disimular que en nada cambiarán el sometimiento a la OTAN y el tráfico de armas en el que España participa. Todos los nombrados han sido sumisos con los mandatarios estadounidenses.

Oráculo de Delfos

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Estos días ha estado en nuestro país el profesor Paul Krugman, premio Nobel de Economía en 2008, invitado por la Confederación de Empresarios Andaluces y por el Ministerio de Ciencia e Innovación, para participar en sendas jornadas sobre innovación tecnológica en Sevilla y Madrid. Los medios de comunicación han resaltado y amplificado sus intervenciones y han entresacado aquellas frases más impactantes, en especial algunas afirmaciones duras comparándolas con el optimismo infantil del Presidente de Gobierno. Como salido del oráculo de Delfos, le aconsejó realizar profundas reformas estructurales porque “la situación de España es aterradora” ya que, según dicho economista, España se encuentra en una situación especialmente difícil en comparación con los demás países de la Unión Europea.   Durante mucho tiempo, en las páginas de este diario se han venido analizando las causas, los síntomas y los efectos de la enfermedad económica que padece España. Pero ha tenido que venir el oráculo de Paul Krugman para someter a un nuevo análisis al enfermo español y proponer un tratamiento de shock: los salarios en España y los precios son insostenibles y no están alineados con su situación económica, así que el enfermo necesita una deflación relativa del 15%. Como ocurre casi siempre en este tipo de actos, da la solución más fácil y aquella que molesta menos a los poderes establecidos que hacen de anfitriones.   ¿Por qué tomar esas medidas tan drásticas y no empezar por un recorte del 15% de los fondos públicos que administran los personajes que dirigen los destinos de este país, sin el consentimiento y sin la representación de los ciudadanos? ¿Por qué tenemos que pagar los ciudadanos la mala gestión de algunos dirigentes de Bancos o de los “comisarios políticos” que dirigen las Cajas de Ahorro; o la flota de coches oficiales autonómicos, los cheques regalo de Cataluña y de Andalucía, la multitud de órganos, organismos y entes públicos superfluos; o el reparto de beneficios y “bonus” de aquellas instituciones que reciben ayudas? Son algunos ejemplos alternativos.     Paul Krugman (foto: Taekwonweirdo)

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