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miércoles 31 diciembre 2025
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Errores inaceptables

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La creación de una auténtica Policía Judicial sólo dependiente de Jueces y Magistrados en el ejercicio de sus competencias, no sólo es la única manera posible de garantizar materialmente la persecución de los delitos cometidos por los titulares del poder político, sino que, adicionalmente, ofrece evidentes ventajas prácticas en cuanto a la eficacia y ordenado funcionamiento de las actuaciones policiales en la instrucción penal. La transmisión directa por el titular del órgano judicial de las instrucciones e información trascendente a las concretas unidades policiales garantiza un cumplimiento pronto y exacto incompatible con la dispersión de archivos de las distintas y heterogéneas unidades dependientes de Interior que actualmente se adscriben formalmente a los Órganos Jurisdiccionales.   Las mismas nefastas consecuencias de esa disposición de información y medios policiales externos al Poder Judicial que se evidenciaron ya en el asesinato de la niña Mari Luz Cortés por quien debiera estar a disposición penitenciaria, son las que subyacen a la extraña puesta en libertad de Astrit Bushi, presunto líder del grupo que asaltó el domicilio del productor de televisión José Luis Moreno, tras prestar declaración por otra causa en el Juzgado de Alcobendas. Descoordinación que el Ministro Rubalcaba se apresura en negar y que es causa de lo sucedido según refiere el informe resultante de las diligencias informativas destinadas a esclarecer los hechos que el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) D. Francisco Javier Vieira, entregó en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Previamente, el pasado domingo, el Presidente del CGPJ D. Carlos Dívar había ordenado al Servicio de Inspección de este órgano la apertura de tal información previa para aclarar las circunstancias que facilitaron que el delincuente fuera excarcelado. Tal investigación se confunde con la abierta por la propia Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil, que previamente había abierto otras diligencias informativas más.   Ante las preocupantes declaraciones de Vieira refiriendo a la prensa que no es descartable que los policías que custodiaron al capo hubieran incurrido en un delito de infidelidad en la custodia de presos, Pérez Rubalcaba, admitió que si bien los hechos manifiestan un “error gravísimo”, no así descoordinación alguna entre cuerpos de seguridad y Administración de Justicia. Para el Ministro es “lógica” la alarma social creada por éste y precedentes casos, pero aseguró que “es excepcional frente a los cientos de encarcelados que cada día declaran en los juzgados y vuelven a prisión”. Reduciendo las causas a una simple y concreta falta de atención en lugar de reconocer un deficiente tratamiento y gestión de la información judicial, Rubalcaba explicó la apertura de otra investigación, otra más, por encargados ministeriales a cuyos efectos ya había pedido los oportunos informes a la Policía Nacional y la Guardia Civil para “saber qué ha pasado”, asegurando a su vez que colaborará con la Justicia para esclarecer el caso.

Pérdidas socializadas

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Rodríguez y Sebastián (foto: jmlage).jpg Miguel Sebastián, ministro de Industria, en sus conversaciones con la nueva ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, le ha planteado los problemas que tiene con las empresas eléctricas. Entre otros: la deuda financiera que acumulan, el déficit de tarifas y el coste de las energías renovables.   Según la presidenta de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), la deuda financiera de las empresas eléctricas se eleva a 37.600 M€, el “déficit tarifario” supera los 14.000 M€ más otros 5.000 M€ esperados en 2009 y el sobrecoste de las energías renovables se eleva a 4.000 M€.   Este “déficit tarifario” se genera porque el precio de venta de la electricidad es menor que su coste de producción al ser un precio político fijado por la Administración y utilizado de forma recurrente por los gobiernos de turno como medio para combatir la inflación o como arma electoral. Las compañías suministradoras quieren ser compensadas por mantener los precios de la electricidad artificialmente baratos, de forma inmediata, mediante la concesión de avales del Estado para titulizar 9.000 M€ de deuda y la inclusión en los Presupuestos Generales del Estado del sobrecoste de las energías renovables. Además desean que el Estado se haga cargo de dicho déficit pues, si ellas lo asumiesen, tendrían que elevar la tarifa más de un 30% y es evidente que esta medida alternativa no se va a tomar.   Es cierto que las empresas agrupadas en UNESA (Iberdrola, Endesa, Unión Fenosa, HC Energía, E.ON España…) están realizando fuertes inversiones para su modernización (6.570 M€ en 2007, 7.100 M€ en 2.008), pero en realidad buscan el paraguas de los Presupuestos del Estado.   Una vez más se socializan las pérdidas, se mantienen privatizados los beneficios (a pesar de toda “esa tragedia”, no han dejado de repartir sustanciosos beneficios a sus accionistas) y los ciudadanos, sin representantes políticos en el Congreso de los Diputados que autoricen estas subvenciones, pagarán la factura eléctrica con más impuestos, mientras observan atónitos las especulaciones y los oscuros tratos realizados en las compras de sus acciones.

Fascismo informativo

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Informar significa textualmente “dar forma” a algo. Esto es imposible de conseguir sin señalar simultáneamente una referencia real sobre la que enmarcar los sucesos que se narran, de la misma manera que es absurdo hablar de un lugar sin señalar una dirección o coordenadas. A no ser, claro está, que sean los protagonistas de tales hechos quienes puedan definir y malear la realidad a su gusto. Esto es, precisamente, lo que ha sucedido con la política. Entre los planes de estudios que acotan la labor profesional y la necesaria licencia con concesión administrativa, los estados han conseguido que la labor informativa se reprima a sí misma al supeditar lo axiológico a lo deontológico. Llegando hasta el punto de hacer imposible, si llega el caso como en España, desvelar la realidad del orden institucional imperante.   Entenderemos realidad como la cualidad propia de los fenómenos que se demuestran independientes de nuestra propia volición. Ello restringiría el concepto a la experiencia directa. Sin embargo, intuimos claramente que la condición de real es algo mucho más amplio. Algo a lo que sólo tenemos acceso a través del trabajo de otros. La realidad común termina siendo, para aquello que trasciende lo palpable, una construcción social que de forma general han de asumir los individuos. Y su elaboración queda en manos de los medios de comunicación social, en quienes depositan su confianza.   La rigurosa definición académica de noticia ha fulminado del periodismo cualquier atisbo de criterio acerca de lo político. Para ella se han reservado exclusivamente los atributos de “veracidad” y “objetividad”, resultando, por ende, apartados del resto de los géneros periodísticos. La información nunca puede ir más allá de la mera narración encorsetada de unos hechos cuyo contexto se da por sobreentendido y que, en todo caso, está vedado cuestionar. Las consecuencias están a la vista. Así, en lo que se refiere a la política, la noticia se limita a la simple mención de la actividad en las instituciones existentes y de las declaraciones públicas de los dirigentes. Dicho de otra forma, respecto a las cuestiones del poder, aquello que deben relatar los profesionales, y que la audiencia debe entender como auténticamente verdadero y objetivo, es lo que hacen o dicen los mismos políticos. Lo que no es más, entonces, que una labor estrictamente publicitaria y auto referente que encadena a ambos.   Los magistrados curules de la antigua Roma eran reconocidos por la gente común porque iban precedidos por una comitiva de funcionarios, llamados lictores, que portaban sobre su hombro izquierdo unas varas de abedul atadas con cintas de cuero entrecruzadas, las cuales simbolizaban el imperium. Hoy en día, son los periodistas quienes deben acarrear las fasces que anuncian a los poderosos.

Comunidad inconfesable

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Mayo del 68, the remake (foto: Chema Concellon) El deleite en el arte es raro, y sus variaciones infinitas. De ahí que uno de los más grandes poetas, filósofos y críticos literarios del siglo pasado, Maurice Blanchot, escribiese páginas tan sugerentes no ya acerca de la creación en sí, que las tiene memorables, sino acerca de la relación de afinidad existente entre creadores. El atractivo de su opúsculo La Comunidad Inconfesable incrementa cuando sabemos que apenas se conoce nada de su propia vida, aunque sus trabajos (y amistad) fueran de decisiva influencia sobre Bataille, Levinas y Derrida. El vínculo entre poetas y obras poéticas es extraño, viene a decirnos Blanchot. No se deja atrapar por descripción alguna que pase de la mera insinuación. En él se dan cita lo más personal y absoluto, y lo más impersonal y común. Éste es el secreto (abierto) de toda literatura.   A partir de este mundo más hechizante que racional, Blanchot pasa a discutir los sucesos de mayo del 68. Lo que más le llama la atención es lo súbito de su aparición en el escenario, lo silencioso y mágicamente acorde de su vaga y breve consumación. Es como si, casi sin saberlo y sin previo acuerdo, aunque a la vez sabiendo demasiado bien su sentido, cierto número de personas salieron a la calle para protestar por todo y por nada. Quieren mejorarlo todo, pero al tiempo dejarlo todo como está. Y el movimiento se desvanece.   Es posible que hubiese mucho de esto en aquel levantamiento. Pero cuando se entiende mayo del 68 sólo como un fenómeno poético, se le despoja de su potencial valor político, y se encubren las causas de lo que, políticamente hablando, debe considerarse un fracaso, aunque poéticamente fuese bello. El tono marxista y progre del 68 francés se distingue de su equivalente estadounidense, más jovial y culturalmente más revolucionario y libre, con implicaciones políticas y sociales más decisivas.   El mayo del 68 se queda en mera anécdota, vitalidad atascada entre las viejas estructuras políticas europeas, que ni el marxismo ni nadie entonces fuera de él había analizado con corrección. Sólo el tiempo dirá si debido a complejísimos e invisibles procesos, eso mágico de un gran movimiento social surgirá de nuevo en la vieja Europa para conquistar la libertad política.

Grandes proyectos

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Zapatero se ha presentado en el Congreso para reunirse con el conjunto de diputados, senadores y eurodiputados psoístas y comunicarles las nuevas directrices del partido gubernamental, y las leyes que tiene previsto remitirles para su inmediata aprobación. El jefe del Ejecutivo ha confesado a sus partidarios que no dejará de actuar con contundencia ante la crisis dentro del margen de sus posibilidades, que “no son infinitas”. Así, se pondrá en marcha una “estrategia integral” de todo el Gobierno para iniciar la recuperación del empleo sin dejar de atender, mientras tanto, al compromiso de garantizar la protección social de los parados, a los que, incluso, se les podrían mejorar las condiciones de los subsidios.   El presidente considera prioritario un temprano acuerdo en el modelo de financiación autonómica, para lo que cuenta con la experiencia negociadora de Manuel Chaves. Además, dará curso a las reclamaciones ideológicas de su feligresía, con las leyes de Igualdad de Trato (no se tolerará rasgo alguno de discriminación), de Libertad Religiosa y del Aborto; emprenderá la modernización de la Justicia con un nuevo Código Penal, unas nuevas leyes de Enjuiciamiento Criminal y de Planta y Demarcación Judicial, y el definitivo traspaso de competencias a las Autonomías; y promoverá un “gran acuerdo social por la educación” que sitúe a la Universidad española en la vanguardia mundial.   Entre sus proyectos también está el de una Ley Audiovisual que suponga una “drástica reducción de la publicidad en la televisión pública”, lo que ha sido acogido con enorme satisfacción por los dueños de los canales privados, que ya se han apresurado a solicitar para este año, la supresión de dicha publicidad en horario de máxima audiencia. Zapatero cree, sin lugar a dudas, que las mejores maneras de mostrarnos y de ser reconocidos en todas partes son las de “la creación y la cultura”, a las que seguirá estimulando y recompensando. Tras sus últimos éxitos internacionales “España ocupa el lugar que se merece” y pronto (con una “presidencia potente” de Europa en el primer semestre de 2010) demostrará su “extraordinaria influencia” en el mundo.   hechos significativos   Zapatero premia la trayectoria de Magdalena Álvarez con el tercer puesto en la lista del PSOE para las elecciones europeas.   González-Sinde afirma que los internautas no han de tener miedo porque “Internet es imparable”.

Procesión coordinada

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Semana Santa en La Rioja (foto: Adrián Zorzano) Procesión coordinada Lo dijo el poeta: quienes fueron cristianos, ahora son cristeros. Cristo al paso y Manuel Chaves desde el balcón, se miran. Manolo no lo ve, lo tienen distraído las gracias con las que artistas, banqueros, obispos y guardaespaldas, festejan su nueva y flamante vicepresidencia. Jesucristo no lo reconoce. El paso avanza y la mirada titanlux de la Imagen sigue recorriendo la multitud con rabia; no encuentra a quien busca en la ensalada de cabezas. La crisis. La bendita crisis ha distraído la minuciosidad que las beatas encargadas de vestirlo y peinarlo antes de salir ponían en destripar la vida íntima de sus vecinos. Esa descripción venenosa le servía para reconocerlos: profesionales en cuerpo y espíritu, ladrones del día a día, asalariados y patronos, científicos dedicados, catedráticos, borrachos y pianistas. Seguramente todos seguían allí, pero ya no eran visibles.   Los ángeles habían huido siglos atrás, mucho antes que los buenos cotilleos y las caras, en cuanto los primeros tambores dolientes comenzaron a marcar el camino de la Cruz. Más o menos cuando Don Santiago y la doña, el periodista taurino, el torturador y Mastroianni comenzaron a usar gafas de sol. Fue duro para el Nazareno dejar de ver ángeles y ojos, pero al menos quedaban los gestos y los cuellos. Ya no. Ahora, a la ausencia de chismes, se unía una turba de cámaras fotográficas, videocámaras, teléfonos e ipods. Todos los aparatos se levantaban hacia Él para grabarlo, para almacenar el paso de Dios en un buffer. Ni el saludo de los fascistas ocultó tanto las caras como el saludo de los consumistas. Además, los cristianos habían perdido también el aspecto que les daban sus profesiones. Ya nadie era algo concreto, fontanero o cirujano, en todas las tarjetas de visita se leía coordinador. Coordinador de obra el albañil y Coordinador Territorial quien fuera viento del terrorismo de Estado, la corrupción y la huelga general.   En la Semana Santa de dos mil nueve, cesó la existencia de la única y verdadera epifanía. El Hijo del Hombre dejó de ver nombres propios y en la Humanidad sin rostro no pudo reconocer la emoción de tener que ser salvada. Ni la caspa del filósofo, ni el temblor en los labios del asesino, ni el mentón y los hombros femeninos que movían suavemente su carne animal, nada. Quienes fueron cristianos son ahora cristeros.

14 de abril

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No todas las celebraciones de aniversarios de los grandes acontecimientos históricos en cada país tienen la misma motivación ni la misma finalidad. Unas son festivamente orgullosas, como las del 4 de julio en los EE.UU. y 14 de julio en Francia, porque son fechas simbólicas de la conquista de la libertad colectiva, contra el absolutismo monárquico. Otras son tristemente nostálgicas, como la del 14 de Abril de 1931 en España, porque recuerdan la promesa de lo que pudo ser y no fue, sin haber dejado rastro institucional de aquella esperanza de liberación. Es normal que tantos años de dictadura y de monarquía de partidos, tanta propaganda oficial contra la verdad de lo que significó el día de aurora de la libertad para los españoles, y en medio de una pobre cultura que solo admira el éxito de lo actual, hayan terminado por unir el recuerdo de la República con el de la guerra civil.   La historia de los historiadores no ha hecho justicia al prometedor alumbramiento, casi espontáneo, de la II República, ni a la debilidad congénita que la condujo, por sus deméritos institucionales, al cementerio de las ideas. La novela tampoco ha explicado bien las causas de aquella exaltación y de aquella caída. Con los feos espectros republicanos creados por la ideología franquista y monárquica, entre las brumas de tan impía propaganda, la gran mayoría de los españoles sigue confundiendo la causa de la República con los motivos de la Guerra civil. Y los rescoldos republicanos que aún perviven, por narcisismo de los mayores y rechazo monárquico de los jóvenes, avivan esa suicida confusión. La República Parlamentaria llamó a gobernantes inteligentes y honestos, pero sin talento de estadistas capaces de domeñar, por medios institucionales, las ensoñaciones ideológicas de las masas. La República no fue responsable de la guerra civil. Carecía de un poder ejecutivo independiente del legislativo que, con el absoluto control del poder militar, pudiera evitarla.   Pero ni siquiera esta débil concepción de la República puede ser achacada a los dirigentes políticos que inspiraron su Constitución. Su preparación era parecida a la de sus colegas europeos. Incluso Ortega y los intelectuales que se agruparon en defensa de la República no percibieron la causa de la impotencia constitucional. Desde el final de la guerra del 14, ni un solo pensador, intelectual o político europeo comprendió la incapacidad del sistema parlamentario, monárquico o republicano, para impedir el triunfo del fascismo. Sólo encontramos los presentimientos de André Tardieu, tres veces Presidente del Gobierno francés, que en 1936 llamó al sistema parlamentario “servidumbre de la unanimidad y tiranía oligárquica”, o las lamentaciones de Léon Blum, desde un campo alemán de concentración, añorando la superioridad democrática de los sistemas americano y suizo.

Justicia dictada

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El Tribunal Supremo ha rechazado la admisión a trámite de la querella interpuesta a título personal por el abogado D. José Luis Mazón contra el Presidente del Gobierno por arrogarse competencias ajenas a su cargo en la elección del Presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que lo es también del Tribunal Supremo (TS). Mazón sustentaba coherentemente su escrito de interposición en las manifestaciones públicas de Rodríguez Zapatero atribuyéndose el mérito de nombrar personalmente para el cargo a una persona de consenso como D. Carlos Dívar, afirmaciones que realizó varios días antes de su nombramiento oficial e incluso de su propuesta por el CGPJ.   Esa ostentación competencial de Zapatero para escoger al jefe de la cúpula judicial hace prueba plena del carácter meramente formal del inane Artículo 123.2 de la constitución que determina que deben ser los vocales del CGPJ los que acuerden y propongan la identidad de su nuevo Presidente al Rey, quien posteriormente ha de proceder al nombramiento. Con la misma lógica jurídica, el letrado querellante subrayaba que tal proceder vulnera el derecho de todo potencial aspirante a acceder al cargo en condiciones de “igualdad y legalidad” y como, olvidando el más básico principio aun formal de división de poderes, Zapatero suplantó a los vocales del CGPJ convirtiéndoles “en meros ejecutores de la voluntad del ejecutivo”.   Aunque el mismo Perogrullo pusiera negro sobre blanco una evidencia de control de lo judicial tan clara, la acción estaba condenada al fracaso desde un principio dado que precisamente el órgano jurisdiccional competente para conocer de la querella es el mismo que preside el propio Sr. Dívar.   Para ello el TS en su Auto de inadmisión señala que la querella no ejercita una acción jurisdiccional sino “una de carácter político”, ajena por ello al conocimiento del Alto Tribunal al basarse en la posible influencia del presidente del Gobierno en los vocales del CGPJ para la citada elección de Dívar. Sin rubor y apartándose de la evidencia, la resolución llega a expresarse señalando que la designación directa por el Presidente que se denuncia resulta imposible porque “a los vocales del CGPJ los nominan las Cortes Generales y son ellos los que se encargan de elegir al Presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo”. Como si esas mismas Cortes Generales no obedecieran al mandato exclusivo de los jefes de partido en proporción al poder con que las señorean como únicos agentes políticos reconocidos.   El abogado ha anunciado su intención de presentar recurso de súplica contra esta decisión y de llevar incluso el caso a instancias internacionales para protección de los derechos humanos “denunciando la dependencia de los magistrados del TS en su nombramiento del propio Poder Ejecutivo al que han amparado con su arbitraria inadmisión de querella”, declaró Mazón.

Nuevos opios

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En su origen, la identidad del Estado y la Iglesia que condujo al cesaropapismo fue una herejía (la arriana), que más tarde rebrotó en la Reforma; así, de la Iglesia anglicana, el monarca llega a ser su “Gobernador Supremo”. Los reyes, para prevenir estallidos revolucionarios, creyeron que no debían permitir que el pueblo se desvinculase de la religión, ya que “el que se aparta de su Dios terminará por alejarse también de sus autoridades terrenas” (Heine).   La religión (salvo en el islamismo) ya no es ese factor del orden establecido que actúa como freno de la rebeldía social, ni constituye a estas alturas aquella pedagogía de la resignación contra la que clamaban los que después iban a consumir su propio opio: el de la utopía. Al pensar que el ateísmo, inseparable de cierta madurez, se deriva ineluctablemente de los conocimientos científicos adquiridos, no se tiene en cuenta el carácter universal e imperecedero del fenómeno religioso. Por mucho que reconforte el sutil sadismo espiritual de tener razón y aplastar con ella al que está poseído por una fe que se nos presenta como puro irracionalismo, la campaña “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida” es de una imbecilidad y puerilidad asombrosas.   Al margen de la Semana Santa, hoy en día el tiempo sagrado por excelencia en nuestras sociedades de masas es el de la fiesta, en el que se consumen pródigamente los recursos acumulados durante el tiempo profano del trabajo. Pero el ocio ya no es ese tiempo en el que estamos libres de todas las preocupaciones y actividades propias del proceso vital, y por tanto, abiertos al mundo y su cultura; ahora es tiempo sobrante, que se pasa por pasar -en una recepción pasiva de las diversiones-, o que hay que llenar con los entretenimientos que nos proporciona la industria del ramo. El fin de las vacaciones y la brusca vuelta al trabajo ocasionan trastornos psicológicos de nuevo cuño.   La fuente de la alienación e intoxicación políticas, de las fantasmagorías e ilusiones con las que se embauca a la grey votadora, mana de los partidos estatales y de su idolatría mediática. Zapatero ha querido prevenir cualquier atisbo de apatía, manteniendo junto al yunque de la crisis a su remodelado equipo ministerial, en el que esperamos que no surja un Stajanov, y en cambio, aparezca algún Bartleby que prefiera no hacer nada.     Zapatero y los nuevos ministros (foto: Partido Socialista)

Middlemarch

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Mary Anne Evans, George Eliot Aunque nuestra labor como analistas políticos tenga que encarar aquellas convulsiones del devenir histórico potencialmente capaces de producir un cambio decisivo en la estructura de nuestra sociedad, no deja de ser cierto que al inicio eran simples motas de polvo. Lo que los historiadores conocen como devenir histórico es tan sólo, siguiendo la metáfora, la acumulación de una leve capa de polvo sobre otra. De ahí que en ocasiones una mirada aguda pueda percibir, con sólo contemplar un arabesco del movimiento presente, el sentido espiritual de una era: “Pues el bien creciente del mundo depende en parte de actos a-históricos. Y que las cosas no nos hayan ido tan mal a ti y a mí como de hecho podría habernos ido se debe cuando menos al número de aquéllos que vivieron con lealtad una vida oculta, y que descansan en tumbas sin visitas.” (Middlemarch, Finale)   Así pone la escritora George Eliot (1819-1880) broche a su extraordinario –en realidad verdaderamente milagroso– “estudio de una ciudad de provincias”. Pues los sujetos anónimos que hacen el bien sin pedir nada a cambio y sin querer resaltar, ni ante los otros ni mucho menos ante la Historia, fraguan la densidad moral de una sociedad, que será decisiva a la hora del cambio de régimen político. Éstos podrán estar divertidos en lo que a lo político se refiere –como, si no me equivoco, hemos estado casi todos nosotros–, pero gracias a su lealtad a principios de decencia personal y pública han logrado fertilizar el suelo de la sociedad civil, la que engendrará a la sociedad política.   El mencionado corolario de la genial novelista inglesa parece la reverberación de la voz del Estagirita a través de los siglos: “La investigación de la verdad es en cierto sentido difícil, pero en otro fácil. Una indicación de ello se encuentra en el hecho de que nadie es capaz de llegar adecuadamente a la verdad, cuando, por otra parte, colectivamente nunca fallamos: todos decimos algo verdadero acerca de la naturaleza de las cosas. Y mientras que individualmente contribuimos poco o nada a la verdad, con la unión de todos una cantidad considerable de verdad es amasada” (Metafísica, 993b).   Se van sumando posos en la sociedad, no sólo de descontento sino de verdad y lealtad. La democracia es inevitable.

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