JAVIER TORROX.

Ha pasado un año desde que las listas electorales de Rajoy ganaran las elecciones legislativas proporcionales. Todo el mundo hablaba ayer de ello.  Las redes sociales bullen de ingeniosas formas de llamar la atención sobre el aniversario junto con procaces y divertidos comentarios sobre su incompetencia, sus promesas incumplidas, su incapacidad para mantener la unidad de la Nación de cuyo Gobierno fue investido presidente, su complicidad con la oligarquía financiera, su ilegitimidad para desempeñar un cargo para el que los ciudadanos no lo han elegido y otras atinadas gracietas.

El argumento que más se repite es que sólo ha pasado un año y que aún podría quedarse otros tres al frente del Gobierno. Y este es el mayor de los males que identifican con su persona, que aún nos queda Rajoy para tres años más. Da la impresión de que quien así se queja, se daría por bien satisfecho con la mera ausencia de Rajoy (léase el estatal PP) del Gobierno. Sólo aspiran a un nuevo ciclo en este sistema de turnos de partidos estatales. Una aspiración servil si nos detenemos a analizarla.

Una afirmación que se repite hasta la saciedad, aunque no por ello es menos cierta, es que Rajoy ha incumplido hasta los signos de puntuación de su programa electoral. Pero esta afirmación también vale para el Gobierno que le precedió. ¿Acaso Zapatero llevaba en el programa electoral bajarle el sueldo a los funcionarios? ¿En qué capítulo de su programa electoral había manifestado el PSOE que tenía intención de modificar la Constitución -es un decir- para dar “prioridad absoluta” a los intereses de bancos extranjeros en detrimento de los intereses de los ciudadanos españoles? Lo llevaba en el mismo capítulo que el PP: en ninguno. Y ello no fue óbice para que ambos votaran entusiasmados a favor de la esclavitud, presente y futura, de los ciudadanos a los que dicen representar.

Ítem más. Afirma vehemente ahora el PSOE que está contra los desahucios, ¿por qué no llevaba nada en su programa al respecto? ¿Por qué no ha dicho nada hasta que se ha producido un segundo suicidio? No lo hicieron tras el primer suicidio, sino tras el segundo. ¿Quieren decir que un suicidio es soportable pero que dos ya es demasiado? ¿Por qué miraban para otro lado cuando comenzaron a sucederse los desahucios cuando todavía ocupaban el Gobierno? Y aún más, ¿por qué indultaron a un banquero estafador y ladrón, además de desahuciador, mientras su Gobierno estaba en funciones? ¿Por qué ni PP ni PSOE hacen nada para remover de su cargo a este banquero, Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco Santander, pese a que hasta el Tribunal Supremo afirma en un auto que el indulto otorgado por el PSOE al banquero ladrón no le rehabilita y que está inhabilitado por la Ley para ejercer la actividad bancaria?

¿Es esta la alternativa en cuyos brazos quieres caer, ciudadano? Son los brazos del engaño, de la manipulación política y de la demagogia. Son los mismos brazos con los que nos golpea el PP mientras nos niegan nuestra libertad, la de elegir a nuestro Gobierno de forma directa y la de elegir, separadamente, a nuestros representantes en distritos electorales uninominales. Los partidos estatales no sólo comparten las subvenciones estatales que se han otorgado a sí mismos con nuestro dinero, también comparten los brazos con los que humillan y envilecen a los ciudadanos en la servidumbre mientras ellos disfrutan de privilegios que nos están vedados a los demás.

Desengáñate, ciudadano, no hay diferencia politica entre el PP y el PSOE. Ni siquiera entre el PP e IU. Un cambio de Gobierno manteniendo este nefasto régimen juancarlista sólo supone otros nombres y otras caras. Quien quiera que llegue, procedente de estos partidos estatales, para formar Gobierno hará lo mismo: continuará negándonos a los españoles la representación política y la participación en la elección de nuestro Gobierno. Además de ponerse a las órdenes de Angela Merkel de inmediato, por supuesto.

Las diferencias ideológicas entre los distintos partidos a sueldo del Estado (esto es, todos los que cuentan con representación y reciben por ello dinero del Estado, nuestro dinero), estas diferencias, decíamos, son tan nimias que no exceden los límites de lo social. Desde el punto de vista político, son exactamente la misma cosa, facciones del Estado, órganos del Estado, al que se deben como bien demuestran a diario. Viven ajenos a la sociedad, son adictos juancarlistas, partidarios a ultranza de este régimen neofranquista que nos ha traido hasta donde estamos: la quiebra, sin representación política y sin posibilidad de elegir a nuestro Gobierno.

Sólo hay una alternativa, la única que pueda traer la soñada democracia, la República Constitucional.

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