Jesus Murciego

JESÚS MURCIEGO.

La visita de la canciller federal al 10 de Downing Street el pasado miércoles fue precedida de una rueda de prensa desde Bruselas en un tono pasteloso en el que la señora Merkel cantó las excelencias de la “maravillosa isla” que les ayudo a liberarse de los nazis. Y de que seria impensable una Europa sin el Reino Unido, confundiendo así la existencia física de un continente con la de una estructura burocrática presidida por unos personajes no electos que se ponen de los nervios al oír la palabra referéndum.

El motivo de la visita no era para invitar al primer ministro a entrar en la moneda única, la cual nunca ha gozado de buena reputación a este lado del Canal de la Mancha, donde siempre fue considerado una quimera la idea de situar en la misma área monetaria a economías tan diferentes como Alemania y Grecia, sin una estructura de composición que contrarreste las obvias diferencias entre ambas.

La germana se acerco a la capital del Támesis para algo mas importante, como diría un castizo, vino a partir la pana, a negociar los nuevos presupuestos para la UE, cuyos burócratas quieren aumentar en estos tiempos de crisis, nada menos de un 6% en el periodo 2014-2020.

Este despliegue de bonanza comunitaria en tiempos de duros recortes a nivel nacional es considerada una afrenta por el parlamento británico, que voto mayoritariamente la semana pasada una moción en contra de cualquier incremento en el presupuesto comunitario, y dejo claro al primer ministro que su disciplina de voto sera inútil ante la férrea voluntad de los parlamentarios de obedecer a sus representados.

Este desobediencia a su líder no se produce para desafiarlo ni para hacerle daño, sino simplemente por su propio interés electoral en su distrito, el cual mayoritariamente clama en contra de someterse a la voluntad de las estructuras burocráticas de Bruselas. Fue  una autentica rebelión, mas de 50 Tories votaron junto con los Laboristas cuyo líder Ed Milliband le cuestiono porque cuando recorta la educación un 11% los trasportes un 15% y la policía un 20% no mantiene la palabra que dio cuando lideraba la oposición y dijo que era el momento de exigir un recorte en el presupuesto comunitario, y concluyó que en cuestión de oportunismo el primer ministro merece la medalla de oro.

La política ambigua de David Cameron encontró la oposición no solo de los laboristas sino en su propia bancada, que le hizo encajar una de las mayores derrotas del partido Tory desde los tiempos de John Mayor y que demuestra la fuerza del sistema mayoritario en cuestiones que afectan directamente a los ciudadanos, no en vano el 75% de la legislación británica viene del otro lado del canal al que se van cada año 9 mil millones de libras.

Existe un deseo muy claro en la ciudadanía de las islas de plantear de una vez por todas una consulta sobre la pertenencia y en que condiciones de Gran Bretaña en el club europeo, algo que encuentra la dura oposición de los burócratas de Bruselas y que el primer ministro se niega a conceder, contrariando sus promesas de oposición y que le ha costado duras derrotas en el parlamento y la rebelión de sus compañeros de partido, y que de seguir así puede poner en dudas su liderazgo en el partido.

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