PATRICIA SVERLO.

Con la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial, la ex-reina Victoria Eugenia fue declarada persona non grata, porque era una princesa británica. Y toda la familia se trasladó a la neutral Suiza, a Lausana, en 1942. “Juanito” tenía entonces 4 años.

 

No se sabe muy bien con qué medios, el nivel de vida mejoró sensiblemente en Lausana. Don Juan y su familia se instalaron de golpe en un palacete, y la ex reina Victoria Eugenia residió en el Hotel Royal durante bastante tiempo, hasta que una misteriosa y abundante herencia de una amiga extranjera le permitió adquirir Vielle Fontaine, todo un palacio con un muro elevado y numerosos árboles, con una casa exclusivamente para invitados, junto al lago Léman, donde vivió hasta su muerte en 1968. Figuraba por la letra R en la guía de teléfonos (entre “Reina de Saba, y de Oriente” y “Reina Juana, mercería”, como “Reina (de España) Victoria Eugenia, Avenue de la Elisée). Como no existían las páginas amarillas, es imposible saber si habría salido en un orden parecido, clasificada profesionalmente en el apartado de monarquías, entre monaguillos y monjas. En Suiza, ya se sabe, son muy metódicos y trabajan con mucha precisión.

 

En Vielle Fontaine, la ex-reina Victoria Eugenia ofrecía cócteles a los que asistían hasta 200 personas: banqueros, nobles, artistas (entre los que estaba Charles Chaplin, que vivía cerca, en Vevey), y miembros de las familias reales sin trono de Rusia, Rumanía, Italia… El padre de “Juanito”, acompañado a menudo por su mujer, según los informes de la Policía que los vigilaba, llevaba “una vida desarreglada, frecuentando cabarets y casinos, regresando con frecuencia a casa a las 4 y 5 de la madrugada, bastante perturbado por los efectos del whisky y de los cócteles”, afición que no escondió nunca.

 

Pero “Juanito” era demasiado joven para seguir todo aquello. Al cabo de un año de estancia en Suiza, confiaron su educación a Eugenio Vegas Latapié, y muy pronto, tras pasar por el colegio de Lausana, le mandaron a un internado, para atender a una educación que se presentaba difícil. El mismo día que ingresó en el colegio sus padres tuvieron una conversación con el director, el padre Marcel Ehrburger, a quien pidieron que tratara a su hijo con naturalidad y, si hacía falta, con severidad, como a cualquier alumno. No era un gran estudiante, y le tenían que presionar para que se esforzara, amenazándole con dejarle castigado en el internado los fines de semana sin poder viajar a Lausana para reunirse con sus padres y hermanos.

 

Eugenio Vegas le acompañó como preceptor desde 1943. A pesar de las amarguras de los estudios, en el internado Saint-Jean de Friburgo, donde asistían niños de varias nacionalidades aunque predominaban los franceses, Juan Carlos hizo buenos amigos, como el príncipe Zourab Tchokotua, y Karim Aga Khan.

 

 

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