El triunfo de Obama frente a Hillary sólo era concebible como fantasía. Nadie, salvo el matrimonio Obama, creía que fuera realizable. Como la inmensa mayoría de las personas, los pueblos no se conocen a sí mismos porque no tienen conciencia propia.  Ni saben el bien que pueden procurar  ni el mal que pueden causar. Concienciados en Europa por las minorías que los gobiernan, y los medios que los adoctrinan, están imbuidos de conciencias tan satisfechas de sí como enajenadas. Ante cualquier resultado de las urnas, les  repiten una y otra vez que han mostrado su madurez, esto es, que están maduros para ser gobernados por una corrupta partitocracia, y no  para gobernarse a sí mismos con una democracia como la de EEUU o, al menos, con una semidemocracia representativa como la francesa.   Ya sucedió con las elecciones presidenciales en Francia. Ahora, las primarias estadounidenses despiertan la envidia de la impotencia en muchos periodistas que las admiran como algo exótico no  trasplantable a España. Acomplejados por un sentimiento de inferioridad de lo español se preguntan hipócritamente por qué no tenemos un sistema parecido, siendo ellos los más aduladores de este Régimen oligárquico de Partidos estatales. Los reformistas que desean primarias en el PP para elegir a su jefe caen en la incongruencia de pedir para los partidos lo que niegan a los ciudadanos.   Las elecciones primarias son incompatibles con todo tipo de gobierno no presidencialista. Los partidos de EEUU tampoco funcionan con democracia interna. Están dirigidos por aparatos permanentes como en Europa. Fue la elección directa por los gobernados del Presidente de la República la que exigía seleccionar los candidatos con un método democrático. Pero esto no altera la dirección oligárquica de unas organizaciones partidistas que, por ser de adscripción voluntaria,  no afecta más que a sus militantes.   La exigencia de democracia interna en los partidos, además de ser una utopía irrealizable, hace la revelación constitucional de que, sin libertad politica para los ciudadanos, la única posibilidad de aparentar democracia en las decisiones de los gobiernos es la de dar carácter democrático a la libertad incontrolada de los partidos. Fue el miedo a la libertad colectiva lo que constituyó este Régimen partitocrático. Por eso, la Constitución concibe la libertad política como privilegio de los partidos. florilegio "El complejo español de inferioridad política hunde sus raíces en una  tradición  autoritaria del Estado basada en el miedo a la libertad colectiva."

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