Estoy escuchando a Gerardo Iglesias (minero, sindicalista y diputado español por IU) en la presentación de su último libro. Una señora le pregunta acerca del peligro de cuestionar la democracia; le alega que «la democracia está en peligro». Gerardo le responde acerca de la gran transformación que deben sufrir los partidos, habla de los «aparatos de los partidos» como «aparatos o maquinarias electorales», de la instalación de algunas personas en las cúpulas de los partidos estatales.

Yo sostengo que lo que está en peligro no es la democracia, lo que está cuestionado es la partitocracia, el Estado de partidos estatales. En peligro está ‘el partido’ como órgano del Estado, como ente ajeno a la sociedad civil. Los partidos políticos se han convertido en órganos del Estado, han abandonado su lugar propio, que es la sociedad civil, y se han encaramado en el poder estatal. En España, además, han aceptado esta suerte de monarquía de partidos que no separa los poderes judicial, ejecutivo y legislativo en origen. Han aceptado que los ciudadanos no estén representados en el Estado ni en la nación, han aceptado que los jefes de partido hagan las listas de diputados, y que luego el jefe de partido que más votos saque, mande en todo, mande en el Parlamento, mande en el Gobierno, mande en el Consejo General del Poder Judicial, mande en el Tribunal Constitucional…

Ahora se está empezando a cuestionar a la «clase política», a los partidos políticos estatales, a los sindicatos estatales, etcétera; se está empezando a cuestionar la ley electoral, la legitimidad de los «diputados estabulados» en el Congreso, se está cuestionando la necesidad de tanta Autonomía, de tanto miniestado o virreinato, de tanto mini Parlamento de irrepresentación. Los ciudadanos están empezando a descubrir que no están representados en la nación (Congreso), que allí solo están representados los jefes de partido, que sus territorios nunca son tenidos en cuenta; se están dando cuenta de que quién les gobierna no ha sido elegido por ellos, sino por los diputados que él previamente ha seleccionado para unas listas que luego obtienen la mayoría gracias a un sistema proporcional corregido que prima a las mayorías y perjudica a las minorías. Este es el mismo sistema que llevó a Hitler al poder. Los ciudadanos no pueden elegir, solo pueden plebiscitar.

Los partidos políticos son necesarios en la sociedad civil, son necesarios para crear ideales, para organizar a la sociedad, para la libertad de pensamiento, para la organización y la defensa de los intereses comunes. Los partidos políticos son la consecuencia lógica de la libertad de asociación en la sociedad civil, pero los diputados deben representar a los ciudadanos, al distrito por el que han sido elegidos, independientemente de la ideología que tengan o de la adscripción partidaria que pudieran tener. Otro gallo nos cantaría si los diputados electos lo fueran por haber superado dos vueltas, en candidaturas uninominales y en distritos de unos 100 000 habitantes; y además acudieran al Congreso con «mandato imperativo» de su distrito. Ahora, por contra, acuden allí y votan por mandato imperativo de sus jefes de filas.

Lo que está en peligro es la gran mentira de la transición. No nos representan, no les votes, esto no es democracia.

La Constitución no está en peligro, es el peligro.

La democracia la podremos traer con la libertad política, la separación de poderes y la representación política.

1 COMENTARIO

  1. Pues más claro, agua. Y hay que seguir denunciándolo, contra viento y marea. Enhorabuena

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí