Quienquiera  que ocasionalmente haya tenido la oportunidad de presenciar, en Alondra 1, los preparativos y la emisión de aquellos programas radiofónicos con los que D. Antonio, y sus selectos contertulios, nos instruía, nos transmitía su espíritu indómito en pos de la conquista de la Libertad Colectiva, y nos alentaba a proseguir incansables el camino trazado por él, con pulso firme y sin caer en el desánimo, quizás percibiría un halo inequívoco de soledad.

Ni es cuestión, ni es pretensión en modo alguno, de franquear ese ámbito inviolable de su privacidad, aliviada por algunas de las ya mencionadas cualidades suyas, de las que no se puede en modo alguno olvidar su infatigable espíritu de trabajo.

Pero ciertamente se trataba de una soledad más aparente que real: una visita ocasional es una pincelada en un cuadro mucho más complejo, que sólo a los más allegados les era posible conocer.

Son muchas las colaboraciones –anónimas algunas, otras con rostro bien conocido, que han hecho posible aunar su aportación al esfuerzo de D. Antonio para que su empeño -día tras día en una época, más esporádico al final por razones bien conocidas-,  adquiriera voz e imagen: testimonio para la Historia de un valor incalculable que nos corresponde custodiar e inmortalizar con su difusión.

Entre todos ellas hay una colaboradora, una persona, que tiene algo de especial; se trata la de Helena Bazán.

Un día de comienzos de diciembre de 2016, D. Antonio llegó a la sala donde celebramos el Congreso constituyente asido del brazo de Helena.

La imagen de una persona feliz, su dulce sonrisa a modo de inacabable esbozo, delataba lo fácil que le resultaba realizar aquel menester. No es una imagen que se borre fácilmente de la retina.

Helena ha sido la persona fiel, discreta, abnegada, dedicada incansablemente, derrochando tacto, delicadeza y una dulzura tan singular y femenina como infrecuente, que ha acompañado a D. Antonio en todo tipo de circunstancias.

Pero seamos justos. Helena ha tenido que compatibilizar todo su trabajo al precio de algún sacrificio, mucho quizás, que desconocemos. También ha tenido que contar con un apoyo y un respaldo a prueba de cualquier circunstancia. Y ese apoyo sólo puede provenir de su más inmediato entorno familiar, entorno al que todos los repúblicos debemos rendir homenaje porque también a él debemos una buena dosis de gratitud.

Helena, tu labor ha sido impagable. Sabemos que todo ha cambiado. Desconocemos qué proyectos abordarás en tu futuro inmediato y cómo los vas a abordar, pero de ninguna manera queremos tenerte alejada. Mucho menos perderte. Y, recíprocamente, no olvides que nos tienes a tu disposición para todo aquello en lo que podamos echarte una mano.

Para finalizar, recibe a través de estas líneas el reconocimiento, el apoyo, y el agradecimiento de todos cuantos sentimos el anhelo de la Libertad Colectiva, de todos cuantos nos sentimos Repúblicos. Ha sido un privilegio haberte tenido con, y entre, nosotros. Muchísimas gracias a ti y a los tuyos.

MCRC.

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