Paco Bono

PACO BONO SANZ

La representación política es una de las tres columnas de la República Constitucional. República, porque nadie se encuentra por encima de la ley; constitucional, porque separa los poderes ejecutivo y legislativo, y garantiza la independencia de la función judicial, que según palabras de Montesquieu, se trata de un poder casi nulo. El poder legislativo lo componen el conjunto de representantes (diputados) de todos los distritos de España que, reunidos en asamblea, ostentan la facultad de legislar. Con la República Constitucional, la elección de los diputados se realizaría en distritos pequeños y de forma uninominal, por lo que resultaría elegido un único diputado por distrito. Don Antonio García-Trevjiano propone que se cifre el tamaño de cada uno de esos distritos en unos 100.000 habitantes. Como la población de España se aproxima a los 47.200.000 habitantes, 472 serían los diputados que formarían la Asamblea Nacional, 6 de los cuales pertenecerían a la provincia de Castellón, que cuenta con alrededor de 600.000 habitantes. Utilizaré esta provincia como ejemplo.

Los habitantes de la provincia de Castellón, como los del resto de España, no disfrutan hoy de representación ninguna. ¿Conoce alguien el nombre de los diputados de lista de partidos electos? ¿Sabemos a qué se dedican los diputados aparte de acudir al Congreso de los Diputados para representar al partido y obedecer las órdenes del jefe que los seleccionó para que fueran incluidos en sus listas electorales? Si en España no se da ningún tipo de representación política, más allá de la del propio partido y sus intereses, si los diputados no cumplen otra función que la de blanquear un falso parlamentarismo, con la República Constitucional la situación sería totalmente distinta, porque el diputado representaría y obedecería al distrito.

Hablemos de los seis diputados de distrito que corresponderían a la provincia de Castellón. ¿Cómo elegiría Castellón a esos seis diputados? Sencillo. En cada uno de los seis distritos se celebrarían elecciones a diputado de distrito para la Asamblea Nacional. ¿Quién podría optar a la diputación? Cualquier mayor de edad, milite o no en un partido político, que cumpliera con los requisitos establecidos por la junta de distrito. La campaña duraría quince días y sería gratuita. Sí, han leído bien, gratuita. Gracias al reducido tamaño del distrito, los candidatos podrían desplazarse por él con sus propios medios y tendrían, además, a su disposición todos los locales públicos, previa solicitud, según el reglamento de la junta de distrito. Los mítines dejarían de ser carísimas obras de teatro y pasarían a convertirse en auténticos foros de exposición de ideas y debate, porque a ellos acudiría la población para escuchar el mensaje directo de su candidato y para intercambiar con él preguntas y respuestas. Además, dicha gratuidad, conllevaría la prohibición de que los candidatos recibieran dinero de su partido o de cualquiera otra organización, sociedad o particular. Los candidatos disfrutarían también de espacios gratuitos en los medios de comunicación del distrito. La prensa local y provincial tendría mucho más relevancia e interés que la que tiene ahora.

¿Imagináis la campaña? Apasionante, ¿no? Las candidaturas de distrito, compuestas por un titular y su suplente, cuya función sería la de permanecer al frente de la oficina del distrito y sustituir al diputado electo en caso de que fuera cesado por la junta de distrito o por iniciativa popular, se enfrentarían las unas con las otras en igualdad de condiciones, y expondrían sus propuestas ante los ciudadanos del distrito, ávidos de escuchar y de juzgar las diferencias, muy interesados, porque en verdad estarían eligiendo a su representante. En el caso de que ninguno de los candidatos alcanzase el 51% de los votos, se celebraría una segunda vuelta entre las dos candidaturas más votadas. De esta manera, si tu candidato quedara fuera, tendrías la oportunidad de votar en la segunda vuelta en influir así en la elección final. Concluidos los comicios, el diputado de distrito tomaría posesión de su cargo, que desempeñaría entre la oficina de su distrito, abierta a los ciudadanos, y cuyos gastos serían sufragados por el distrito (no por el Estado), y la Asamblea Nacional. El sueldo del diputado también lo paga el distrito, porque el que paga, manda, y el que manda es el distrito. ¿Imagináis a vuestro diputado de distrito luchando junto con los otros cinco diputados de distrito de Castellón para que la asesina Nacional 340 fuera desdoblada? Por poner un ejemplo. ¿Imagináis la nueva situación?, ¿concebís el poder que tendría vuestro distrito y la fuerza real de la que gozaría vuestro voto? ¿No lo veis? No os frotéis los ojos, no es un sueño; se llama democracia representativa, y es posible y probable. Conquistemos juntos la libertad colectiva. La corrupción política tiene solución con la libertad y la representación, con la República Constitucional. Castellón puede estar también a la vanguardia de la libertad.

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