No sólo acontece en Madrid, la capital del Reino. Y no sólo ocurre en las elecciones generales. También sucede “en provincias”; y por supuesto en las votaciones municipales y autonómicas; no es de extrañar, pues la oligarquía lo quiere todo “atado y bien atado” y sus brazos son largos como tentáculos de Architeuthis (el calamar gigante de toda la vida).
Los partidos estatalizados están enfrascados en la confección de sus listas electorales. A la hora del diseño, hay para todos los gustos: Unos eligen al cabeza de lista en primarias y luego aderezan el relleno; otros parten de la base de que el Secretario General del partido o de la agrupación en el territorio electoral en juego será el candidato. Otros –imagino- debaten y confeccionan según los dictados de sus cada vez más exiguas y fieles bases. Y otros, como el Partido Popular de Pablo Casado, se basan en las encuestas para la designación de sus candidatos. Así ha sucedido en Asturias, pero no sólo en Asturias. Los periódicos regionales se han llevado 48 horas informando que la candidata para la Presidencia del Principado de Asturias no será la que siempre ha sido, sino Teresa Mallada. Podrían haber esgrimido muchas justificaciones para que fuera una y no otra: Nuevas caras, nuevos rumbos; relevo generacional; perder sistemáticamente elecciones, etc… Sin embargo, la justificación es prosaica y temporal: Teresa Mallada era la más valorada en las encuestas. Y ese mismo argumento ha servido para la designación del candidato a la alcaldía de Oviedo. Todo tan democrático como la democracia interna de los partidos a sueldo del Estado.
Y también en Asturias, Ciudadanos ha negociado ya a su candidato. Y es que no somos menos que Barcelona. Si allí tienen a un ex-primer ministro francés, aquí no nos conformamos con menos que un ex–rector de la Universidad de Oviedo. Quizás haya otro candidato (¡o no!) que obligue a realizar primarias, pero don Juan Vázquez será el candidato de la ejecutiva nacional (del mismísimo Albert Rivera). A ver quién lo puede superar.
Por supuesto que en el MCRC sabemos que los partidos no son internamente democráticos. Más aún, sabemos que no tienen por qué serlo (pese a lo que dice la cuarentona Constitución), siempre que no cobren ni un solo euro del erario público (allá cada uno con su dinero, su ideología y su participación política). Pero es muy grosero todo ese baile de personas y personajes, todas esas puñaladas nocturnas y alevosas; todas esas sonrisas falsas como un billete de 6 euros; todo ese cierre de filas mientras se abren las carnes.
Y es que, tan denunciable es seleccionar cabezas de listas por encuestas como por aclamación popular o de las bases. El problema son las listas, que nos hacen tontos a todos. No nos damos cuenta de que la confección de listas, abiertas o cerradas, cremalleras o braguetas, son la clave de quién va a mandar, para quién va a mandar y en nombre de quién va a mandar. La encuesta pondrá la cara bonita del candidato; pero el resto de personas las coloca, las ordena la ejecutiva del partido. Y como el poder no se reparte y sólo uno puede mandar, es evidente que las encuestas marcan tendencia, pero no firman documentos ni plasman candidaturas; en definitiva, las encuestas no obligan a hacer o deshacer. Y si las encuestan no ordenan, sólo cabe concluir que lo hará la ejecutiva del partido, nombrada a su vez por el jefe del mismo.
Y si el que pone al candidato es el jefe del partido, ¿a quién se deberá aquél o los sucesivos de la lista? ¿Al ciudadano o al jefe? La trampa está servida. El equilibro de poder no es entre poderes estatales, ni tampoco entre nación o Estado. Ni tampoco entre cabeza de lista y ciudadano. El equilibrio es entre elector y elegido. Y aquí el elector no es el ciudadano, sino el jefe de turno. Por lo tanto, tenemos que saber que el 26 de mayo, los ciudadanos sí votaremos, pero no elegiremos. La suerte es que durante otros cuatro años podremos vegetar.
Un consejo: En estas fechas, es mejor no aproximarse a las sedes de los partidos; quizás una navajazo suelto le acabe alcanzando y a ver dónde va usted a reclamar daños y perjuicios.

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Fernando Andrés Villamil
Fernando Andrés Villamil Chamarro (Oviedo, 1973). Lcdo. en Derecho por la Universidad de Navarra y Funcionario del Cuerpo Superior de Administradores del Principado de Asturias.

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