Estimado lector:
‘Cartas persas’ se publica en la revista del MCRC Diario de la República Constitucional, fundada por Antonio García-Trevijano, arquitecto de la teoría pura de la democracia. Inspirada en Montesquieu ―cuya separación de poderes Trevijano llamó «alma de la libertad»―, esta columna presenta a un sheij iraní que observa Occidente con ironía coránica y rigor constitucional. Sus cartas, herederas del espíritu crítico de ambos pensadores, desvelan las falsas democracias donde el poder se disfraza de ley. Al final se incluye un glosario de términos.
Sobre cómo las universidades occidentales castigan la verdad en nombre de la neutralidad
Querido Youssef, custodio de la madraza de Qom:
¿Recuerdas aquel relato de El Gulistan de Saadi, donde el sabio calla ante el tirano para sobrevivir, pero su silencio lo condena más que sus palabras? Hoy, en estos templos del saber llamados universidades, los eruditos son amordazados no por sultanes, sino por un dios moderno: el politiqueo.
En la Universidad de Nueva York, esa madraza occidental donde se enseña a pensar —siempre que no se cuestione a los patrocinadores—, un joven llamado Logan Rozos osó mencionar la palabra prohibida: genocidio. ¿Genocidio? ¡Aquí solo hay «conflicto complejo»! ¡Palabras como «Gaza» o «Palestina» deben pronunciarse con el mismo susurro que se usa para nombrar al diablo en una mezquita! Logan, cual Rumi moderno, eligió la poesía de la verdad sobre la prosa del conformismo. Su recompensa: un diploma retenido, como si la tinta de su título se hubiese secado con la sangre de los mártires.
Los rectores, esos ulemas del liberalismo, justifican su censura con el mantra de la «neutralidad académica». ¿Acaso no saben que la neutralidad ante la injusticia es complicidad? El gran Al-Ghazali advirtió: «El silencio del sabio es la victoria del ignorante». Pero aquí, los sabios visten togas y birretes mientras firman condenas en papel membreteado. Fox News, ese muecín de la desinformación, lo tilda de «antisemita», como si denunciar masacres fuese odiar a un pueblo y no amar la humanidad.
El discurso de Logan duró tres minutos —el tiempo que tarda un dron israelí en arrasar una casa en Gaza—. Mencionó 50000 niños muertos, cifras que aquí se esconden tras eufemismos como «daños colaterales». ¿No es irónico que en Occidente, donde se estudia a Hannah Arendt y su «banalidad del mal», se repita el mismo guion? Los mismos que lloran el Holocausto niegan el de Gaza, como si el sufrimiento tuviese patente étnica.
El Profeta (la paz sea con él) dijo: «La mejor jihad es una palabra de verdad ante un gobernante injusto» (Hadiz). Logan Rozos, con su discurso truncado, libró su jihad. Mientras, las universidades occidentales, otrora faros de la Ilustración, se han convertido en notarios de la opresión. Saadi tenía razón: quien siembra silencio, cosecha tiranía.
Ibrahim ibn Yazid.
Las opiniones aquí expresadas pertenecen al personaje ficticio, no a sus autores reales ni al equipo editorial. La ironía es un puente, no un muro.
Nota editorial sobre las ‘Cartas persas’:
«Ningún espejo refleja la verdad entera, pero todo reflejo invita a cuestionarla». Las cartas del sheij Ibrahim al-Hamadani —y su «estimado hermano en Isfahán»— son un homenaje literario a Cartas persas de Montesquieu, obra maestra donde un viajero oriental critica con ironía las costumbres francesas. Este sheij es un personaje ficticio, creación satírica que encarna la mirada de un sabio islámico clásico para analizar Occidente: su pluma no defiende regímenes, dogmas ni banderas, sino que usa la tradición cultural persa como lente para interrogar el poder, la hybris y los espejismos de la modernidad. Sheij Yazid al-Rashid, mencionado en los textos, tampoco existió: es un compuesto de figuras como el sufí Al-Bistami (maestro de la lucha contra el ego) y filósofos que convirtieron la crítica en arte. Su propósito no es enseñar el islam, sino recordar —como hicieron Hafez, Rumi o Al-Farabi— que toda verdad se fragmenta en perspectivas.
«El sabio no teme a los espejos rotos, sino a quienes creen poseerlos intactos» (inspirado en Hafez).





