“(…) Ni agrupaciones (partidos políticos, asociaciones, sindicatos), ni individuos fuera del Estado (…). El fascismo quiere un Estado fuerte, poderosamente organizado e incluso apoyado sobre una amplia base popular. El Estado fascista se atribuye también el dominio económico. Gracias a las instituciones corporativas, sociales, económicas, creadas por él, el influjo del Estado penetra hasta los más lejanos tentáculos, mientras que dentro del Estado circulan, encuadradas en sus organizaciones respectivas, todas las fuerzas políticas, económicas e intelectuales de la nación.”
 Benito Mussolini (La doctrina del fascismo, 1930)

En este fragmento de texto escrito por el duce italiano, está explicando y fundamentando exactamente lo que hoy existe en España, el corporativismo de los partidos estatales, concebidos como órganos del propio Estado. Es la evidencia de que es el logro histórico del fascismo, su triunfo en toda Europa, lo que hoy fundamenta los Estados partidocráticos, donde son corporaciones, personas jurídicas, quienes tienen el monopolio de la política; son los únicos agentes políticos autorizados y de ese modo desaparece el individuo, el ciudadano como agente político.
En España no hay democracia porque lo que hay es un Estado de partidos, una oligarquía de jefes de partidos en un régimen de poder totalitario y burocrático, donde órganos del propio Estado, del poder instituido, producen las ideologías para mantener una ficción constante, una burbuja de propaganda y de fantasía.

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