No se trata de una exageración. Es una preocupación legítima al constatar la desaparición progresiva de elementos esenciales como el territorio, la fuerza armada, y la moneda, entre otros.

Es un proceso que tuvo momentos pico en 1961, con el diseño constitucional de un estado clientelar, basado en una democracia de partidos; y en 1999 con la constitución del estado chavista, sobre la base del fracaso de la democracia de partidos en Venezuela.

No se puede explicar el estado chavista y su efecto nefasto en la sociedad venezolana sin exponer el modelo de democracia clientelar de partidos que había antes del chavismo.

Ese venerado modelo de democracia de partidos no solo resultó insuficiente para resolver las contradicciones sociales y económicas del país; sino que concentró todo el poder en las mafias de partidos, configurando una oligarquía partidista avara y glotona, que también fue incapaz de defenderse a sí misma de la amenaza que representaba para ella Hugo Chávez.

La ausencia de una república de ciudadanos con separación absoluta de poderes facilitó el ascenso al poder de Chávez, quien heredó las estructuras clientelares de la antigua oligarquía de partidos para concentrarla en una oligarquía de un solo partido, haciendo más perversa y eficiente la estructura clientelar del estado.

Ya con todos los hilos del poder en sus manos, el chavismo se ha convertido en una mafia que usa todos los recursos del estado para perpetuar su dominio. Aunque ello implique la destrucción de elementos esenciales del estado como el territorio, la moneda y la fuerza armada. Ese es un precio que el chavismo está dispuesto a pagar con tal de no entregar el poder.

Estamos frente a una mafia criminal que no escatima esfuerzos para liquidar físicamente a sus adversarios. Para ello usa los mecanismos del estado. Cuando a esta mafia se le considera como a cualquier otro grupo político o social que podría ceder el poder bajo formas democráticas, sanciones o negociaciones, se comete un imperdonable acto de cinismo o ingenuidad.

Los politiqueros de la falsa oposición viven de propagar esperanzas artificiales en la gente. Son los que se oponen al chavismo como si tan solo se tratara de un mal gobierno que puede ser corregido con unas elecciones. Son los mismos que, confrontados con la irrefutable realidad, se niegan a admitir que efectivamente en manos del chavismo Venezuela es una nación en vía de extinción.

La cesión de amplias extensiones de territorio a la guerrilla y a paramilitares colombianos para que impongan orden donde la FANB no puede hacerlo; la voluntaria resignación a perder el territorio Esequibo en reclamación; la destrucción del signo monetario; la deliberada desarticulación de la Fuerza Armada, muy eficientes para reprimir a la población civil pero incapaces de defender la integridad del territorio venezolano. Son expresiones concretas de una política criminal que, de no ser enfrentada por la fuerza, terminará con Venezuela. Resulta evidente qué tan lejos está dispuesto a llegar el narcoestado chavista para destruir a la nación venezolana y mantenerse en el poder. La pregunta es cuán lejos estamos dispuestos a ir el resto de los civiles y militares para proteger lo que queda de la República.

@humbertotweets

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí