Henri Falcon, candidato del chavismo por el partido Avanzado Progresista

Quienes sólo ven la vía electoral como la única forma para enfrentar al régimen, tienen que oponerse por todos los medios a métodos de lucha como la abstención electoral. Para ellos, no hacerlo sería suicida. Sería como negar su propia esencia y razón de ser. Pero el hecho de que la manida fórmula electoral justifique a estos partidos no quiere decir que sea la forma más adecuada para salir del narco-régimen.

Por eso, la convocatoria que de entrada hace el frente amplio de la MUD está condenada al fracaso. Porque se trata de una tesis política que ha sido derrotada por los hechos en estos diecinueve años. Lo primero que hay que preguntarles al padre Virtuoso y a todos quienes desde el G4 de la MUD prefieren pedir “condiciones electorales más favorables”, es: ¿Por qué no dedicar esos esfuerzos a organizar la lucha en la calle y la protesta popular contra el régimen?

La idea de que este régimen saldrá por vías electorales y pacíficas es una quimera que ha sido alimentada por los partidos de la MUD. Y esto ha sido al costo de distraer las energías de la lucha social en eventos electorales que han resultado tan infructuosos como decepcionantes. Para continuar obstinadamente con esa idea destrozada por la realidad, la MUD se presenta ahora con una nueva cara de frente amplio, descartando la abstención como forma de lucha, pero sin tener aún la claridad de proponer qué hacer. Algunos se han escondido en llamados tímidos y discretos a no votar en las elecciones del 20 de mayo, en una forma que parece más bien querer ayudar “a la calladita” a la candidatura del oficialista Henri Falcón.

Y es precisamente la candidatura de Falcón la que se ha convertido en la heredera de las consignas electoreras de la MUD y la narrativa legitimadora del régimen. Audaz combinación que intenta la maroma de entusiasmar el voto de los opositores al tiempo de ofrecerse como un chavista reciclado o “light”, como él mismo prefiere presentarse.

Las condiciones políticas objetivas en Venezuela no han cambiado. El gobierno mantiene el control de todas las instancias del proceso electoral y se prepara para hacer un acto fraudulento de adjudicación en mayo, en junio o cuando sea. La MUD se ha quedado sin tesis, sin banderas y sin credibilidad al no poder siquiera articular una propuesta coherente para enfrentar al régimen. En este cuadro, la candidatura de Henri Falcón tiene la tarea encomendada por el gobierno de tratar de entusiasmar el voto opositor, vendiendo una vez más las ilusiones de un cambio electoral que en las actuales condiciones es imposible.

Frente a la pública y notoria estafa electoral del régimen, las contradicciones de la MUD y los cantos de sirena de Henri Falcón, al ciudadano común en la calle no le queda otra que refugiarse en la evidencia histórica y su propia intuición, para concluir que todo sigue igual o peor y que nada ha cambiado que justifique ir a votar. ¿Votar para qué? ¿Para legitimar el fraude de Maduro? ¿Para darle la vocería de la oposición al pro gobierno Henri Falcón? ¿Para distraer, confundir y terminar en una nueva desesperanza el día después de esas elecciones?

Más allá del silencio cómplice de la MUD y el maniqueísmo de su frente amplio en cuanto al tema electoral, y de la cascada de engaños en que se ha convertido la campaña de Falcón, millones de venezolanos ven con absoluta desconfianza cualquier llamado a negociar “mejores condiciones electorales” mientras el régimen gana tiempo y destruye a Venezuela.

En una escena política marcada por la incoherencia y el engaño, la abstención activa surge como la única alternativa concreta que tenemos los ciudadanos para dinamitar las bases mismas del estado chavista y sus defensores abiertos y solapados.

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