La ausencia de democracia no es un mal patrio, sino que asoló la Europa postmoderna desde los comienzos de la Guerra Fría y llega hasta nuestros días. Tan corrompidas por origen de irrepresentación e inseparación están las instituciones de la mal llamada Unión, que de común se convierten en premio y retiro dorado de quienes, quemados en la hoguera de las vanidades del terruño, sientan sus reales y salario en Estrasburgo. No se diferencia tanto esta costumbre política de la del dictador Franco de enviar a las embajadas europeas a los adláteres más incómodos.

Conviene recordar ilustrativos y poco edificantes ejemplos. Así, el del expresidente del Parlamento Europeo y que hasta junio de 2012 dirigió el Instituto Universitario Europeo, Josep Borrell, quien tuvo que declarar constante su mandato en la Audiencia Provincial de Barcelona en calidad de testigo (¡!) en el macrojuicio por el caso de corrupción de la Delegación de Hacienda en Cataluña. El que fuera ministro socialista aseguraba entonces que “todo el mundo” sabía que los altos cargos de Hacienda Ernesto Aguiar y Josep María Huguet, quien ingresó en prisión en marzo pasado, invertían en bolsa, y admitió que él mismo lo hizo “invitado” por ellos, aunque sin obtener grandes beneficios.

Borrell, que ocupara la presidencia de la más alta institución comunitaria, declaraba así en un asunto que ya había provocado su dimisión en 1999 como candidato socialista a la presidencia del Gobierno, siendo consolado y premiado por su “honestidad” con las mieles del salario y tranquilidad europeas. El propio testigo (¡!), que entraba entonces en la Sala por una puerta lateral esquivando así las cámaras que le esperaban en la entrada principal, reconocía sin embargo que este caso le costaría finalmente la carrera dentro del PSOE, dada su relación “personal y profesional” con los que los principales imputados en la trama, el exjefe de inspectores de Cataluña, Josep María Huguet, y el exdelegado de Hacienda en esta Comunidad Ernesto Aguiar, para quien la causa, sorprendentemente, acabó archivándose.

Según Borrell, mientras ambos ostentaban sus cargos, sus inversiones en bolsa eran vox populi, descubriéndose en la instrucción sumarial varias cuentas en Suiza con dinero que, según ellos, procedía de sus negocios bursátiles, y que en la versión de las acusaciones, procedería de los sobornos de empresarios por hacer la vista gorda en las inspecciones de sus compañías. El exministro socialista y preboste europeo, que fue secretario de Hacienda entre 1984 y 1991, insistió en su declaración que daba por hecho tanto la lícita procedencia del dinero invertido por Huguet y Aguiar, como que sus beneficios bursátiles eran convenientemente declarados al fisco.
Esto debe de ser a lo que Ortega se refería cuando hablaba de hispanizar Europa.

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