Siria EspañaTrump ha traicionado sus promesas electoralistas anti-globalistas acerca de la conveniencia de llevar a cabo una intervención estadounidense en la guerra de Siria. Así de claro (víctima o cómplice del deep state, eso es otra cuestión). Pero además, esta maniobra militar afecta directamente al papel de España en el conflicto sirio. Veamos de qué manera.

Parcelado en estados artificiales por las potencias occidentales luego del término de la Primera Guerra Mundial, en la época contemporánea el Medio Oriente lleva siendo bombardeado, ocupado y aprisionado entre regímenes no democráticos durante aproximadamente una centuria, y ello merced al inestimable apoyo militar, económico, político y propagandístico de los primeros espadas de Occidente, notablemente (pero no sólo) Gran Bretaña, Francia, los Estados Unidos e Israel. Tras la erosión de los imperios británico y francés después de la Segunda Guerra Mundial, el triple ataque de Gran Bretaña, Francia e Israel sobre Egipto (la llamada <<Crisis de Suez>>) en 1956 supuso el comienzo de una etapa nacionalista de descolonización por parte de los Estados árabes. El espejismo duró aproximadamente hasta 1967, fecha de victoria de Israel sobre Egipto y Siria. Los Estados Unidos habían tomado el relevo como pieza nuclear en la política de Oriente Medio.

Desde entonces, lo más parecido a un clamor postcolonial en dicha área ha sido la llamada <<Primavera Árabe>> (admisión implícita, por parte de los medios de masas occidentales, de que con antelación a este estallido los Estados Árabes no habían logrado sacudirse el yugo del colonialismo). Como cabía esperar, este grupo de insurrecciones fue manufacturado (en nombre de la democracia, la libertad y la ayuda humanitaria), teledirigido (dichas reclamaciones se impusieron como propias sin serlo) y en última instancia sobornado y destruido por una nueva coalición entre las potencias occidentales y sus aliados autócratas del Golfo Pérsico, especialmente en aquellos países donde los líderes estatales se negaron a ejercer de marionetas (eg. Libia, Iraq, Siria).

En definitiva, un siglo después el Medio Oriente continúa preso del neocolonialismo occidental, pero con una diferencia crucial: esta vez Estados Unidos se ha consolidado, en sentido estricto, como el único Estado soberano sobre la faz del planeta, tal vez por no ser solo un Estado, sino al mismo tiempo un imperio. En efecto, ningún país de occidente osa hacer sombra a la agenda globalista de los poderes fácticos estadounidenses (ni siquiera aquellos mandatarios que como Trump hasta hace una semana, se declaraban de signo contrario). La complicidad europea es apenas disimulada mediante un puñado de organizaciones supraestatales (e.g. las Naciones Unidas, la OTAN) cuya manufacturada reputación deviene inferior a ojos del ciudadano crítico con cada decisión tomada. Los efectos son de sobra conocidos: millones de muertes civiles, terrorismo global (incluyendo el auge del Estado Islámico) y una galopante crisis de refugiados.

Como parte integrante de la OTAN y las Naciones Unidas, Europa no está siendo ni puede ser neutral en un conflicto tal. En lo que respecta a España, en su obra ‘Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles’ (1996) el politólogo Joan Garcés analiza el papel desempeñado en este marco por la cesión de soberanía político-militar por parte de España ante los requerimientos de la OTAN. En lo relativo a las actuales bases militares de Rota y Morón, dicha renuncia comienza durante el franquismo, con los Pactos de Madrid (1953), en los que a cambio del asentamiento de la dictadura franquista en el denominado <<bloque occidental>> (acabando así con su aislamiento posterior a la Segunda Guerra Mundial), se autorizaba la presencia militar estadounidense en cuatro bases espanolas, entre las cuales se encuentran las dos citadas. A este convenio militar y a la adhesión de España a la OTAN en 1982 le seguiría el convenio laboral de 1997. Finalmente, en 2015, PP y PSOE ahondaron en la antedicha cesión al aprobar una ley en virtud de la cual las bases de Morón y Rota pasaron a estar bajo completa jurisdicción de los Estados Unidos. Como cabía esperar, la consecuencia principal de esta aprobación ha sido el infringimiento continuado de los anteriores convenios, la toma de decisiones unilaterales sin previo aviso y el recorte de la plantilla de trabajadores españoles (así como de sus derechos laborales), lo cual ha merecido huelgas aeroportuarias y varios recursos de inconstitucionalidad.

A estas alturas el discreto lector ya habrá adivinado de dónde provenían los dos destructores estadounidenses (USS Porter y USS Ross) responsables del bombardeo en Siria a través de cincuenta y nueve misiles Tomahawk: Rota. La catastrófica intervención de España en Iraq término, inter alia, con un 11-M (2004), mientras que la reciente Guerra de Siria ya le ha supuesto los nada desdeñables procesos de la crisis de los refugiados y el avance del yihadismo. Dentro de poco sabremos qué nueva sorpresa le depara este bombardeo al cómplice silencio español.

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