Jacinto Benavente brindando en un homenaje que le hicieron en el Liceo de América en 1923

Al aficionado al periodismo que me pregunte siempre le diré lo mismo: en la vida real, la democracia no está (ni debe estar) en ningún periódico, sino en la Constitución americana de 1787.

Es en lo único que uno ha salido volteriano:

Yo no me entrego a mis conciudadanos sin reserva –anota en un margen de “El Contrato Social”–. Yo no les doy en absoluto el poder para matarme y robarme por la pluralidad de los votos.

Luego, para jugar, están las “libertáes” que, según el periódico gubernamental, trajo Carmena a España. Por ejemplo, la de expresión y la de pensamiento, muy invocadas por el periodismo, pero radicalmente excluyentes. Nadie llega a ninguna parte diciendo lo que piensa: la socialdemocracia es cuestión de cinismo, no de pelotas, como no sea que uno se siente a escribir en gayumbos de la Super Shaper Briefs, adelgazantes y con aumento de paquete (“Endowment pad”) incorporado, a veinticinco dólares en los 80.

El pensamiento, pues, excluye la expresión, y como en España no hay pensamiento, pensamos que ha de haber expresión. O sea, que hablamos de unas “libertáes” que, en expresión de Cánovas, cuando discutía su Constitución del 76, son “írritas, insubsistentes”, dos palabros que podrían pegársele como un chicle en el zapato a Felipe González, urraca del idioma, que dice que Trump no sabe de “gobernanza” (?) y va a eliminar gastos sociales “en salud… y otros rubros” (?).

Por lo demás, la formulación más real de la libertad de expresión sigue siendo la de Camba:

¡Dichoso el señor Benavente, que en pleno régimen de excepción puede decir todo lo que quiere! Claro que, en último término, una libertad análoga está al alcance de cualquiera: si todo lo que yo quisiera decir, en efecto, fuese lo mismo que dice el señor Benavente, esto es, si yo quisiera decir que puedo decir todo lo que quiero decir, ¿qué duda cabe de que podría decirlo?

Y quien dice Benavente (“académico, Nobel, hijo predilecto de Madrid”) dice Vargas Llosa.

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