El pasado día 25, el periódico británico ‘Daily Express’, con una tirada doble de ‘El País’, publicaba un artículo en primera plana de su edición internacional con ese título, “España, arruinada para los próximos 50 años”. El artículo se refería a un artículo mío publicado en EC el pasado noviembre y explicaba los hechos y cifras en que se sustentaba tan aparentemente apocalíptica afirmación. El miércoles pasado, ‘Rusia Today’, el canal de TV en español para Latinoamérica, EEUU y España, con millones de oyentes, recogería también este hecho, y tanto el uno como el otro han tenido una repercusión tal que cada día va a ser mas difícil a la Comisión Europea mirar para otro lado, ante una realidad que afecta no solo al futuro económico de España sino también al futuro de la eurozona.

Por supuesto, ni Gobierno, ni Banco de España, ni tampoco la Comisión han refutado una sola cifra. Un debate en profundidad es lo último que Rajoy y Bruselas necesitan, por lo que han optado por el silencio en España y por la respuesta educada y promesa de analizarlo en la Comisión. Aunque ahora lo tienen crudo, el ‘Daily Espress’ y ‘Rusia Today’ no serán los únicos medios que expliquen la realidad española; el instituto económico mas prestigioso de Alemania acaba de validar nuestros cálculos y, dadas las graves consecuencias, van a pedir una explicación de las divergencias entre PIB real y oficial al INE y a Eurostat. En cuanto los mercados sean conscientes de la verdad, ni la Comisión mirando para otro lado ni San Draghi con sus préstamos disparatados sin control alguno serán capaces de evitar el final del mayor periodo de despilfarro público y corrupción de toda nuestra historia.

Cada familia acumula una deuda de 136.000€

Cuando en los años cincuenta y sesenta en España nacía un niño/a, no heredaba deuda alguna, heredaba las mejores empresas de lo que hoy es el Ibex, que eran públicas, y más de la mitad (el 54%) del sistema financiero (cajas de ahorros). Heredaba, también, el cuarto mejor sistema público de enseñanza de Europa, un excelente Sistema Nacional de Salud y un sistema de pensiones que le garantizaba una vida digna al final de su vida laboral. Y más importante aún, tenía la seguridad de que viviría mejor que sus padres, y sus posibilidades de encontrar un trabajo digno y bien remunerado eran máximas porque apenas existía paro y el esfuerzo y el trabajo bien hechos eran siempre recompensados.

Esta España, que durante los años sesenta experimentó un crecimiento tan fulgurante que nos llevó a ser la octava potencia económica del mundo, fue literalmente aniquilada por la plaga bíblica de la Transición, “realizada por traidores a la democracia para repartirse el botín del Estado y de las grandes empresas públicas, bajo el pretexto de la reconciliación nacional. Se abandonó el proyecto pacífico de ruptura democrática y adoptaron el consenso para el reparto de riquezas, honores y territorios, rompiendo España en 17 trozos contrarios a la realidad histórica y geográfica de una de las unidades nacionales mas antiguas de Europa y del mundo. Nos robaron la democracia imponiendo una oligarquía de partidos sin separación de poderes ni representación política y crearon un modelo de Estado único en el mundo, causa de nuestra ruina económica y política y corrupto hasta la médula” (1). “Si tuvieran vergüenza y honor, se habrían pegado un tiro”, diría Camilo José Cela de los ‘padres’ de la Transición.

El devastador resultado es que cada niño/a que nazca hoy hereda una deuda de 34.000 euros (la deuda pública total es de 1,56 billones de euros) o de 41.000 euros si sumamos la deuda del Banco de España con el eurosistema (325.000 millones de euros). Los españoles, el pueblo mas desinformado y engañado de Europa, no parecen ni mínimamente conscientes de lo que esto significa: la ruina de las generaciones futuras durante al menos 50 años. Una familia media con dos hijos hereda hoy una deuda de 136.000 euros o de 164.000 euros si sumamos la deuda con el eurosistema, aparte el infierno fiscal al que está sometida, con el nivel impositivo más alto de toda nuestra historia y el tercero sobre las familias de la OCDE. Los niños de hoy tienen una certeza diferente: por primera vez en siglos, vivirán peor que sus padres, y más de la mitad de ellos o no encontrarán trabajo o el que encuentren no les permitirá salir de la pobreza.

Las empresas públicas fueron vendidas a precio de saldo para financiar al despilfarro público, las de petróleo y gas a los separatistas, unos monopolios públicos que pasaron de funcionar en régimen de precios administrados a precios libres sin control alguno, con lo que los oligopolistas separatistas expolian así a los consumidores sin contemplaciones. Las cajas de ahorros fueron destruidas por políticos y sindicalistas ignorantes, avariciosos y ladrones que la oligarquía política puso al frente de las mismas, sin que ninguno haya respondido de nada. Sus activos han pasado a los grandes bancos, que han recibido ayudas públicas gigantescas y ni siquiera han restablecido el crédito a la economía.

 

Y en cuanto a la enseñanza pública, ha sido destruida, hasta el punto de que ha dejado de ser el ascensor social que fue en el pasado. La sanidad ha incrementado sus costes en un 60% desde que fue transferida a las autonomías, mientras el nivel de asistencia ha bajado. En cuanto a las pensiones, donde nueve millones de perceptores viven completamente engañados respecto a su futuro, el déficit de las mismas es de 20.000 millones anuales, casi la mitad del déficit total de las AAPP, lo que significa que los perceptores actuales van a ver reducida su pensión en un 20% por un procedimiento u otro, aunque mucho peor lo tienen los que se jubilen a partir de 2019 como consecuencia de la Ley de Sostenibilidad del PP en 2013: se repartirán lo que haya en función de su esperanza de vida, recibirán la mitad que hoy.

Y en el colmo de los colmos, en perfecta simbiosis con la mayoría de medios, colaboradores necesarios en nuestra ruina económica, social y moral, aniquilaron en la población adulta todo ánimo para levantarse contra la inmoralidad y el despilfarro de la clase política y gobernante que les está arruinando a ellos, a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Han quitado el alma a los españoles, que van como corderos al matadero.

PIB: cada euro adicional costó 1,9 de deuda

A principios de enero pasado, Pierre Moscovici, comisario para Asuntos Económicos de la UE, y Vladis Dumbrosky, vicepresidente de la Comisión, respondiendo a una carta posterior a la enviada por el grupo de profesores y economistas que hemos denunciado ante Bruselas la manipulación sistemática de las cifras de PIB desde 2008, en la que les reiterábamos nuestra grave preocupación por una burbuja de déficit que no cesa de crecer —España necesita emitir cada semana la salvajada de unos 5.000 millones de euros de deuda— y la falsedad de la recuperación económica, dado que aun con la cifra oficial, cada euro adicional de PIB en 2016 costó 1,9 euros de deuda, lo que significa que no vamos a la recuperación sino a la suspensión de pagos. A ello añadíamos la imposibilidad de cumplimiento de los generosísimos objetivos de déficit de 2016 y 2017, y el engaño del empleo, donde mientras el volumen de trabajo del conjunto de la economía cayo un 1% se crearon 413.900 empleos, repartiendo menos trabajo entre más con salarios de miseria de 600 euros la mayoría.

Respondieron afirmando que estaban seguros de que el Gobierno cumpliría los objetivos, aceptando que tener un empleo en España no garantiza salir de la pobreza, pero silencio sobre la burbuja de deuda. La seguridad —como siempre— ha durado poco. Hace dos semanas, la Comisión ha admitido que España no cumplirá los objetivos de déficit en 2016 y menos aún en 2017. Nuestra respuesta ha sido: “Están incumpliendo gravemente sus obligaciones con el pacto de estabilidad y crecimiento, poniendo en peligro cierto el futuro de la eurozona, permitiendo que España lleve 10 años incumpliendo el déficit y, en lugar de actuar, se limitan a mirar para otro lado, llevándonos al desastre económico”. Pero dado que Merkel ha ordenado a la Comisión que no se suscite problema alguno hasta después de las elecciones, Rajoy podrá seguir incumpliendo déficit y mintiendo en los Presupuestos sin temor alguno.

Por otro lado, el Gobierno acaba de hacer oficial la cifra de crecimiento del PIB en 2016, 3,2%, que es manifiestamente falsa, sin que Bruselas haya comprobado nada. Y es que todos los índices de actividad, demanda y comercio exterior se han desplomado en 2016 respecto a los de 2015, cuyo crecimiento oficial fue del 3,1%. Si la variación de los componentes del PIB ha caído a la mitad o menos, el PIB no puede haber crecido mas que en 2015. Nos toman por imbéciles ‘as usual’.

Adicionalmente, los ingresos fiscales en los 11 primeros meses de 2016, según la Agencia Tributaria, han subido en términos homogéneos solo un 1,9%, el número de horas totales trabajadas en la economía ha caído un 1% y en el sector exterior el crecimiento de las exportaciones ha pasado del 4,3% en 2015 al 1,7% en 2016. Pero ante todo, aparte del Himalaya de mentiras del Gobierno, medios y clase política, deben tener muy claro que esto no es un debate abstracto entre economistas, esto afecta directa y gravemente a sus vidas y haciendas.

Si las cifras reales de nuestra economía se hacen públicas, que el PIB real es un 17,5% inferior al oficial, y en consecuencia que la relación deuda/PIB es del 172%, España tendría que ser intervenida en semanas o suspender pagos. Un corralito temporal para los ahorros como ocurrió en Grecia sería inevitable, razón por la que venimos recomendando desde hace tiempo que guarden en casa la cantidad necesaria para vivir un año. No sabemos cuándo va a ocurrir esto —o cuando los mercados sepan la verdad, o cuando suban los tipos, o cuando se acabe la barra libre del BCE, ya no lejanos hasta la escalada inflacionista—, pero ocurrirá. España, al igual que el sistema de pensiones, está quebrada, y esto no es un juicio de valor, son matemáticas.

(1) Antonio García Trevijano, el más grande pensador político del siglo XX en España, y líder indiscutible de la oposición democrática al franquismo.

 

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