El ponente, que trazó un recorrido histórico bien documentado, se centró —como es natural— en las luchas sociales, en el conflicto entre clases sociales, en los problemas derivados de las economías cambiantes y de los conflictos bélicos, así como en la repercusión de lo global en lo local. Trajo a colación el recuerdo de nuestra historia (la de Totana), de una manera amena y fácilmente comprensible. Como bien dice un buen amigo, nos ayudó a situarnos ante la encrucijada. Apuntó a que la salida tenía que ser “social” sin duda alguna, haciendo referencia a que en lo social, en los temas de igualdad social, de mejoramiento de lo público, etc, debe estar el punto de mira de la acción futura. Pero yo me atrevo a decir, en consonancia con la petición que hace nuestro amigo Juan en el inicio de cada uno de estos encuentros,  ya que él siempre pide que hagamos propuestas, que aportemos ideas, soluciones y que demos pistas para la acción, que la salida está en lo Político.

Sin Política no hay solución. Eso sí, POLÍTICA, dicho con mayúsculas. Estableciendo desde abajo hacia arriba un sistema democrático, donde tengan cabida todos los ciudadanos y actores sociales, dotado de unas reglas de juego claras, formalmente democráticas, esto es: que separe los poderes de gobernar y de legislar en origen; que haga posible el control de un poder por la acción de otro contra poder; que establezca la representación y la posibilidad de revocar al representante que no cumpla. A esto que acabo de decir, yo le llamo hacer propuestas concretas. Pero ocurre que siempre hay quien piensa que no, que ahora no es el momento ni el lugar, que esto no es competencia nuestra, que esto se sale de nuestro ámbito de actuación.

Y claro, así las cosas, uno después de estar cuarenta años escuchando este mismo estribillo: “este no es el momento ni el lugar”, “aquí no estamos para eso”, “eso es hacer política”, “este no es el ámbito de actuación donde podamos cambiar las cosas”… Pues eso, uno se tranquiliza a sí mismo y comprende que efectivamente en ese lugar no se está para hablar de Democracia, ni de Libertad Política, ni de Representación. Uno percibe que, los que están a su lado no desean hablar de Democracia ni de Libertad; solo desean hablar de soluciones derivadas del consenso, del buenismo, del pacto, de la negación de la política.

¡Cómo si las reglas de juego no tuvieran nada que ver en el desarrollo de cualquier dinámica social! Tanto en Totana, como en la Región o en España votamos sin elegir. Se constituyen instituciones fruto de votaciones donde el ciudadano, devenido en súbdito, solo plebiscita listas elaboradas y elegidas por otros (los Jefes de los Partidos). Ahora bien, en un acto público de marcado carácter político, cuando una persona se atreve a poner de relieve este conflicto entre verdad y mentira, no se toma en consideración esa propuesta de reflexión, sino que más bien, al contrario de lo que cabe esperar, se le descalifica, diciendo que no es allí donde debe hablarse de ese tema, que ese foro no va a entender de ese problema porque allí estamos a otros menesteres. Algo así como: “mira Vicente, lo que tú propones no es cosa que debamos hablar aquí, porque eso es cosa para ser abordada en otro lugar”. Conste que yo les estoy planteando tener en cuenta los elementos o requisitos que son imprescindibles para poder decir que nos desenvolvemos en un sistema democrático. Les estoy pidiendo que miremos si tenemos estos dos atributos: separación de poderes en origen y representación del elector en el elegido.

Tomo literalmente estas palabras de un amigo: “Por de pronto, pongámonos deberes; que cada ciudadano, cada día haga política, converse con el vecino que tiene al lado, no solo de fútbol, sino del futuro de los hijos, y de qué modelo de praxis social y de organización política local y estatal tenemos que construir (hacer). Y con urgencia. Que el trabajo de la inteligencia vaya por delante para evitar las salidas no tan pacíficas que pudieran sobrevenir”. Y añado yo: …derivadas de la impotencia del régimen del 78, que al no disponer de un sistema democrático, sucumbe a la tentación del consenso, el pacto, la renuncia y al pensamiento único; llegando incluso hasta la ilusión de proponer una “Cooperativa de Políticos”.

Pero para mí, que una “Cooperativa de Políticos” tiene más que ver con un régimen de partido único, donde todos van a una, o también, encajaría perfectamente esta idea con la cooperación propia de la actividad partidaria. Así, cada partido es una cooperativa de políticos; pero claro, lo difícil es reunir a varios partidos —varias cooperativas— y por arte de magia hacerles pensar como si fueran uno, cuando de lo que se trata es del Poder, es decir, de la POLÍTICA.

Hago mías las palabras entrecomilladas del amigo, que figuran en el párrafo quinto, y me uno a todo ciudadano de bien que respete la libertad política, la libertad de pensamiento y que luche para conquistar la Democracia Formal (Separación de Poderes en origen y Representación). Pongo sobre la mesa estos elementos constitutivos de la Democracia para ver de qué manera podemos empezar a trabajar para lograr un acuerdo en lo que se refiere a las reglas de juego constitutivas de la Democracia. ¡Comencemos por cambiar la Ley Electoral!

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