Antonio García-Trevijano pronunció, el día 19 de diciembre de 2015, un discurso en una sala privada de un hotel barcelonés. El discurso había sido boicoteado por las autoridades debido al terror que les provocaba el que algunos miles de españoles lo escucharan en una plaza pública.

Esta persona, don Antonio, es tabú en España. Es lógico que, en un corrupto Estado de partidos, se le considere tabú. Una persona que lucha por la libertad de todos porque con que uno solo no sea libre ya no lo son los demás, es muy peligrosa para esta partidocracia. ¿Por qué la verdad no triunfa en España? ¿Por qué la mentira oficial no permite que la verdad salga a la luz? Porque no hay libertad política, aunque haya unos cuantas libertades personales, que no son sino derechos otorgados, que después ni siquiera están garantizadas, como los derechos de expresión y de reunión. La libertad política nos hace verídicos. Ser verídicos en un país donde todo es una gran mentira significa convertirse, automáticamente, en tabú.

Vivimos en un país absurdo donde el mal gusto lo preside todo. Por la televisión emiten basura. Las películas más taquilleras no son sino producciones muy bien estudiadas para lavar bien los cerebros de la población. Es posible ver todo tipo de aberraciones a través de las pantallas del ordenador, del televisor y del móvil. Está al alcance de todos observar a diario cómo cacarean los especímenes más amorales de nuestra sociedad. La historia se manipula sin rubor para servir a intereses bastardos de políticos cobardes y corruptos. Pero ¡¡ojo!!, que no se le ocurra al molesto Antonio García-Trevijano organizar una concentración para que muchos miles pudieran escuchar la verdad. En ese caso los engranajes del sistema se ponen en marcha de inmediato e impiden ese acto, sin saber que así están reconociendo que solo temen a la verdad y a todo aquel que ose proclamarla. Su plumero es ese: el miedo a la verdad; y se les ha visto de forma clara. Si lo hubieran permitido, habrían demostrado tener algo de inteligencia, fingiendo que no les preocupaba, ya que tienen todo el poder en sus manos.

Así, como el boxeador casi noqueado que descubre al fin el punto débil de su más fuerte adversario, tenemos que golpear en ese punto del que el poder se trata de cubrir con los codos de sus medios de comunicación, con las tácticas sucias de sus cabezazos burocráticos, con el desesperado clinch de la falta de ideas y de reacción. Hasta ahora ha golpeado fuerte con puños de hegemonía cultural. Pero esos puñetazos se lanzan con guantes sucios, falsos y mentirosos. Nosotros, con unas guantillas más finas, pero resplandecientes de verdad, solo tenemos que salir al cuadrilátero público y empezar a desmontar, golpe a golpe, todas las mentiras que nos han tratado de inculcar por medio de matones sin estilo. Con la verdad de la cultura, con la verdad de la historia y la filosofía, estos matones de barrio, pertenecientes al peso pesado, no podrán aguantarnos ni un solo asalto con nuestra rapidez de reflejos, con nuestras respuestas siempre adecuadas y listas para golpear, con un uno-dos dinámico de sinceridad que irá destrozando el feo rostro de un boxeador con pies de barro que tiene aterrorizada a toda la nación.

Golpeemos con la verdad, que hace mucho daño. El simple hecho de que el púgil Trevijano quisiera salir al cuadrilátero de la Plaza de San Jaime hizo que los árbitros comprados suspendieran el combate cuando no había salido del vestuario. Sistema oligárquico español, matoncete asustado, a nosotros no nos aguantas ni una sesión de entrenamiento. No nos sirves ni de sparring.

Tenemos que hacer sombra porque no sales al cuadrilátero, sistema oligárquico. Sal, sal a luchar contra nosotros. Invítanos a debates por televisión. Ponnos enfrente a tus matones, a todos los que quieras, a todos a la vez. La verdad golpeará tan fuerte que las toallas de vuestros preparadores caerán en cascada, una tras otra, en silencio. Contra Trevijano la tirasteis antes de empezar, rehuyendo el combate.

No nos quitamos los guantes, estamos siempre preparados y prestos. Si algún día perdéis el miedo, subid al cuadrilátero. Si no, os vamos a destruir igual, allá donde os escondáis. El combate por la hegemonía cultural ha empezado y no pararemos hasta que estéis noqueados o tiréis la toalla, que será lo más probable, conociendo vuestro legendario miedo. Mediante artículos, a través de la radio, con carteles en las calles, por las redes sociales, con el boca a boca, con todos los medios a nuestro alcance; vamos a golpear sin pausa esta hegemonía cultural sin valores, amoral, acultural, vil, mediocre, esclavizante y entontecedora.

¡Pum-pum- pum, pam-pam, pam-pam-pum…!

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