Felipe González y Alfonso Guerra
A los miembros del partido que llevó a cabo la revolución de 1908 en el Imperio Otomano se les dio el nombre de “jóvenes turcos”. El sentido figurado de la expresión es el de una persona joven con muchas ansias de realizar cambios radicales en el orden establecido, aunque en España la acepción más correcta sería la de “jóvenes hambrientos de poder caracterizados por el oportunismo político”. Este fenómeno lo presenciamos también en la actualidad, en los viejos y los nuevos partidos estatales.

 

Rodolfo Llopis
Rodolfo Llopis

Así fueron denominados los jóvenes del PSOE que se hicieron con el control del partido, desplazando al hasta entonces secretario general en el exilio, Rodolfo Llopis, propiciando la división del partido en dos sectores, el renovado (proveniente del interior) y el histórico (el del exilio), de los que nacerían dos partidos: el PSOE Renovado y el PSOE Histórico de Llopis. Comenzó una pugna por hacerse con las siglas y el reconocimiento de la Internacional Socialista. Ganó el PSOE Renovado, mantuvo las siglas y fue reconocido por la IS en enero del 74. Este nuevo PSOE, con el reconocimiento de la IS, el apoyo de la socialdemocracia europea y un trato diferenciado respecto al resto de la oposición clandestina por parte de las autoridades del Régimen, fue el que convocó el XXVI Congreso del PSOE en Suresnes, en las proximidades de París, en octubre de 1974. Era el PSOE de Felipe González, Enrique Múgica, Alfonso Guerra, Solana, Benegas… los “jóvenes turcos”. La Comisión Ejecutiva que salió de Suresnes estaba formada por Felipe González como secretario general y algunos de los anteriores. Era conocido por los americanos como The “young turk” PSOE.

Antes de la celebración del Congreso, Felipe González se entrevistó con Antonio García-Trevijano en Antequera, invitado por el abogado granadino con el fin de que el PSOE ingresara en la Junta Democrática. A González le gustó mucho la idea y dijo que sí y que lo propondría en Suresnes. Tuvieron una entrevista más, en secreto, en el aeropuerto de Barajas. Mientras se desarrolla el Congreso, esperan en París los miembros de la Junta Democrática la noticia de la incorporación del PSOE, dispuestos a celebrarla. Sin embargo, la respuesta de González al finalizar el Congreso, ya secretario general, no puede ser más decepcionante: no solo declara ante la prensa que el PSOE no se unirá a la Junta Democrática, sino que se refiere a ella despectivamente y la llama “organización de monárquicos de Don Juan”.

La resolución política resultante del Congreso era de claro contenido radical. Se decía que el PSOE aspira a “la conquista del poder político y económico por la clase trabajadora y la radical transformación de la sociedad capitalista en sociedad socialista”. Cree en un “socialismo internacional”. Reconoce el “derecho de autodeterminación de las nacionalidades ibéricas”. Defiende una “República Federal de las Nacionalidades”. Pero a la vez que plantea estos objetivos radicales contradice la doctrina marxista al anteponer objetivos nacionalistas a la emancipación del proletariado  y lo defiende cínicamente con estas palabras: “el ejercicio específico del derecho de autodeterminación para el PSOE se enmarca dentro del contexto de la lucha de clases y del proceso histórico de la clase trabajadora en lucha por su completa emancipación”. El federalismo y el derecho de autodeterminación serán propugnados más adelante por la Plataforma de Convergencia Democrática en la que el PSOE tendrá el mayor protagonismo.

Wells Stabler presenta sus credenciales ante Franco, en 1975
Wells Stabler presenta sus credenciales ante Franco, en 1975

Con esta postura radical cuesta entender cómo este partido de la oposición clandestina gozó de un trato diferenciado por parte del Régimen. Todo indica que se le asignó un papel fundamental que desempeñar en la transición política de la dictadura al nuevo régimen. El embajador Wells Stabler dice en un cable de la embajada americana respecto al nuevo gobierno, bajo la presidencia de Carlos Arias Navarro: “El nuevo gobierno parece partidario de permitir a los socialistas viajar y mantener contactos en el extranjero y permitir que algunos exiliados políticos regresen sabiendo con certeza  que se dedicarán a actividades políticas”. También dice: “Muchos políticos del régimen, incluyendo algunos miembros del nuevo gobierno, creen con razón o sin ella, que un sistema democrático viable en España no puede funcionar sin un partido socialista fuerte y democrático como una alternativa de izquierda frente a los comunistas”.(1)

El PSOE Renovado, a pesar de su aparente radicalismo, tuvo un trato favorable por parte del Régimen, un apoyo explícito de la socialdemocracia europea y fue considerado por los Estados Unidos como “moderado” frente a los comunistas, tal vez porque en el Departamento de Estado sabían que este PSOE renovado no era el histórico o tal vez porque eran conscientes de la naturaleza oportunista del PSOE desde que fuera fundado por Pablo Iglesias.

 


(1) Cable 1975MADRID08948_b, Public Library of US Diplomacy, Wikileaks.org

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