Roberto Centeno

ROBERTO CENTENO

Según un estudio publicado el miércoles por Moody’s, aunque los precios del petróleo se mantendrán bajos durante todo 2015, no se espera que ello mejore el crecimiento en la mayor parte de los países del mundo. El escenario que contemplan es un precio promedio del crudo de 55 dólares, lo que, en mi opinión, dado que Arabia Saudí no va reducir sus exportaciones un solo barril, resulta manifiestamente optimista, y es más probable que la media se sitúe más cerca de los 40 $ que de los 50. De hecho, durante el segundo trimestre, coincidiendo con el final de los contratos del West Texas Intermediate (WTI), este podría llegar a bajar puntualmente a unos 30 $ y hasta 40 $ el crudo Brent, más representativo para  Europa, aunque en términos de euros no será tanto porque el dólar se ira a la paridad hacia fin de año. Según las últimas previsiones de la AIE, el exceso de oferta va a continuar, por lo que la actual subida será solo coyuntural.

Para Moody’s las economías del G20 no van a mejorar su crecimiento. Una de las grandes excepciones sería EEUU, cuyo crecimiento se espera alcance el 3,2% en 2015 ya que las bajadas se trasladan íntegras al consumidor final. Este año se espera, también, que el precio de la gasolina se reduzca hasta una media de 2,49 $ galón, un 30% menos que la media de 2014. La otra excepción sería India, cuya elevada inflación ha sido un factor negativo para el crecimiento durante los últimos años, y que la caída de los precios del petróleo aliviará significativamente, por lo que están estimando crecimientos del 7% en 2016. En el caso de China, los mayores impuestos sobre la energía y los precios intervenidos en varios sectores energéticos y de transporte amortiguarán el efecto de la energía más barata y no detendrán la gradual reducción del crecimiento, aunque pueden hacer menos necesarias medidas de estímulo.

Rajoy apuesta por “lo serio y los sensato”: los monopolios

Para la Eurozona, Moody’s predice un crecimiento inferior al 1% del PIB en 2015 y ligeramente por encima del 1% en 2016. En el caso de España, dada la estructura monopolista de los sectores energéticos firmemente apoyada desde el poder, las bajadas de precios están muy por debajo de lo que se derivaría en una situación de competencia. El abuso de posición dominante por parte de los monopolios jamás ha sido tan escandaloso como con Rajoy. Toda su política económica ha consistido en recortes salariales para recuperar la competitividad, pero los precios energéticos –más determinantes para las exportaciones que los salarios en numerosos sectores– los han llevado al máximo de todo el mundo industrializado, hasta el punto de que doblan ya los de algunos de nuestros principales competidores de Europa del Este.

Esta política no solo es moralmente inaceptable, es que económicamente hablando es un desastre ya que lleva a las familias a reducir su nivel de gasto por el efecto combinado de las mayores subidas de impuestos de nuestra historia, que alcanzan ya niveles expropiatorios. También influye en el paro, donde 2,6 millones han agotado las prestaciones por desempleo y están literalmente tirados en la cuneta, e implica recortes o congelaciones salariales. Esto –y no solo los precios del petróleo, que en España apenas se han trasladado a los consumidores, como veremos– es lo que está alimentando laespiral deflacionista, porque la demanda a precios de mercado es muy débil, lo que lleva a las empresas a bajar los precios y/o producción, lo cual obliga a más despidos o al abuso masivo de la temporalidad y los salarios basura.

Todo lo dicho reduce más aún la renta disponible y hace imposible cualquier recuperación sostenible más allá del contumaz engaño que supone medir el crecimiento a precios constantes. Porque el IPC interanual está cayendo al 1,3% en enero, si hacemos como que nos creemos que el PIB a precios constantes ha crecido un 0,7% en el cuarto trimestre (1), lo que se da de patadas con indicadores esenciales.  En ese último trimestre de 2014, el IPC cayó un -0,5%, la creación de riqueza ha sido solo de +0,2 %,  y se ha acelerado hasta el -1,6 % mensual.  Esto significa la mayor caída desde 1960, inducida por el Plan de Estabilización que nos llevaría en 15 años a pasar de ser un país subdesarrollado a la octava potencia industrial del mundo, aunque ahora vamos justo en sentido contrario, camino del empobrecimiento y a la cabeza de la peor distribución de la riqueza de Europa y del tercermundismo laboral.

En el caso del precio de las gasolinas, haciendo la media fob Mediterráneo/fob North West Europe, y medidas en euros, deberían haber bajado un 47% antes de impuestos, y lo han hecho solo un 28%. En el caso del gasóleo, las cifras serían 39 y 29% respectivamente. Teniendo en cuenta que el IVA es proporcional al precio, el PVP tendría que estar hoy del orden del euro/litro, incluso teniendo en cuenta que las gasolinas y gasóleos han subido 72 y 61 euros/tonelada respectivamente en los últimos 20 días, equivalentes a 0,053 euros/litro las gasolinas y 0,052 euros los gasóleos, a los que el IVA sumaría unos 0,011 euros/litro. Pues bien, en Madrid capital, y supongo en toda España, las subidas han sido un ¡40% mayores!, en el entorno de 0,090 euros/litro. Esto es lo que Rajoy llama apostar por “lo serio, lo prudente y lo sensato”, y la gente normal expolio, ignominia y desfachatez.

Pero si lo de los productos petrolíferos les parece un escándalo, es una broma comparado con lo pasa con el gas y con la electricidad. Empecemos por el gas natural a la industria, en particular a nuestras industrias exportadoras como las azulejeras, fuertemente intensivas en el consumo de esta energía. La fórmula de cálculo de los precios es semestral y la de los tipos de cambio trimestral, lo que significa un  retraso considerable en la aplicación de las bajadas. La primera fue el 1 de enero, momento en que el precio del gas a la industria española descendió un 4%, situándose en 8,8 $ por millón de BTU (British Thermal Unit). Para valorar el nivel de expolio que la política energética de Rajoy permite a los monopolistas nacionalistas, el precio medio actual en EEUU es de 2,79 $ por millón de BTU, es decir, menos de la tercera parte.

Pero no se aflijan, porque, de acuerdo con la fórmula de cálculo de precios, estos bajarán un 10% el 1 de abril, y otro 10% adicional el 1 de julio, donde estará ya recogida la totalidad de la bajada. Es decir, que gracias a la sabia política de Rajoy, que como todo el mundo sabe es la única “seria, prudente y sensata”, el gas a la industria española pasará a costar 7,1 $ por millón de BTU, que ya solo será dos veces y media más que el precio de los EEUU. Eso es lo que el PP denomina ayuda a la exportación, y si esto no basta, se recurre a delación interna, o sea a los salarios de miseria para recuperar la productividad. ¡No pensarían que les iban a bajar las rentas monopolistas a la oligarquía! Eso sería populismo de ultraizquierda.

Y ahora, vayamos a las tarifas domésticas. La cifra relevante para tener una idea de  cómo varían es la Tarifa de Último Recurso (TUR), que aunque las comercializadoras han hecho todo lo posible para engañar a los consumidores y que se pasen al mercado liberalizado ofreciéndoles unos descuentos temporales, una vez en él liberalizado significa “libertad de los monopolistas para poner los precios que les dé la gana”. La TUR nos da una idea de la situación de los consumidores en posición más favorable, es decir, si lo que les ocurre a los consumidores que tiene la  TUR es malo, lo que les ocurre a los que han sido engañados y se han pasado al mercado liberalizado es mucho peor. Pues bien, la TUR no es que haya bajado un 4%, es que no lo ha hecho nada en absoluto.

Los consumidores españoles son los únicos del mundo desarrollado a los que no les han reducido todavía la tarifa, pues es en “los momentos difíciles cuando se distingue al buen gobernante”. Soria ni siquiera sabe distinguir entre un panel fotovoltaico y uno solar para calentar agua. Pero es que, además, se comprometieron en Bruselas a reducir el consumo de energía por unidad de PIB, o intensidad energética, y como obviamente no lo han conseguido, obligan a las comercializadoras o bien a desarrollar proyectos de ahorro energético o bien a pagar una tasa al IDEA (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía). Como era de esperar, no han desarrollado medida alguna para fomentar el ahorro energético, pero sí han desarrollado la legislación para obligar a las comercializadoras a pagar 203 millones de euros al IDAE, lo que repercutirá íntegramente en los consumidores, un dinero que irá a  pagar comilonas, viajes porque sí y subvenciones a los amiguetes.

La energía eléctrica y las exportaciones

Pero si en los carburantes es un escándalo y en el gas un expolio a gran escala, en la electricidad simplemente es que no hay palabras. Contando, como es lógico, el déficit de tarifa, tenemos el precio al público antes de impuestos más alto no solo de Europa, sino de toda la OCDE. Cuando al Gobierno presentó el actual sistema para fijar precios, lo vendió como una forma de que el consumidor pagase menos, y como siempre, ocurrió exactamente lo contrario. En el tercer trimestre, la luz subiría un 11%, y las eléctricas, con una desvergüenza que sería de cárcel en cualquier otro país, afirmaron que “la reforma ha sido dañina (para los consumidores), pero arreglará el déficit”. El patético Soria,  que no distingue un kwh de una kilocaloría, anunció en septiembre que había acabado definitivamente con eldéficit de tarifa. A fuerza de subir el recibo, claro, pero es que ni eso. A fin de año el déficit se acercaba a los 4.000 millones (3.589 millones de euros en los nueve primeros meses), frente a 3.540 millones en 2013. Y es que el sector eléctrico es un auténtico pozo sin fondo donde se juntan la mangancia y la ineptitud a niveles jamás conocidos en la historia industrial de España.

El expolio era tan clamoroso que Competencia investigó las anomalías en las subidas del precio de la luz, y adivinen el resultado. No han hallado prueba alguna de manipulación alguna, algo que raya lo metafísicamente imposible porque España es el único país de Europa donde los precios de la electricidad siguen subiendo en lugar de bajar. ¡Y les pagamos sus sueldos con nuestros impuestos! De nuevo, la explicación del ínclito Soria la semana pasada en el Congreso para tratar de explicar lo inexplicable oscila entre la comedia bufa y el desprecio más absoluto a los ciudadanos. Resulta que la subida del 3% en enero ha sido debida a “circunstancias de la demanda”. ¿Entienden ahora? Si es que la gente no sabe y se queja por todo. Y a que las circunstancias meteorológicas obligaron a un mayor uso del carbón, cuyo precio ha bajado a la mitad en todo el mundo, pero no en la España de Rajoy. Pero, tranquilos, porque según Soria “la progresión de los precios será favorable al consumidor”, o sea, que seguirán subiendo.

Y el efecto conjunto sobre la competitividad y las exportaciones, en contra de lo que nos cuentan Rajoy y sus 600 asesores,  es entre malo y desastroso. Malo porque nuestros principales competidores tienen la energía mucho más barata que nosotros, y ahora se está desequilibrando mucho más por el efecto de los monopolios; y desastroso porque, aparte de que la bajada de precios es muy inferior a la de los demás, las exportaciones de servicios y de obra pública en la que estábamos creciendo mucho en los países emergentes y productores se van a frenar o incluso a perder, ya que los recortes presupuestarios en estos países están siendo enormes. Y lo primero que se recorta es precisamente la obra pública, por lo que el único elemento de mejora de la competitividad relativa seguirán siendo  los recortes salariales. Por eso, como dice Rajoy a los suyos, “podéis presentaros a las elecciones con la sensación del deber cumplido (han endeudado y arruinado a la nación para varias generaciones), y prometiendo un futuro mejor”.

 

(1)El consumo de energía eléctrica corregido fuertemente correlacionado con el crecimiento ha caído un -1,7% en el cuarto trimestre, frente a una subida del +0,3% en el tercero. La inversión productiva extranjera neta ha bajado un 4%, caída acelerada en el cuarto trimestre, y en inversión pública somos el último país de los 27 de la UE. El Índice de Producción Industrial ha sufrido una brusca contracción en el cuarto trimestre, que desde un incremento del +0,7% en el tercer trimestre pasaría al -0,5 % en noviembre y al -1,1 % en diciembre. Que en estas condiciones nos digan que hemos crecido más que en el tercer trimestre es una estafa, pero que Eurostat lo haya dado por bueno sin analizar estas flagrantes contradicciones raya lo delictivo.

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