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BALDOMERO CASTILLA

Aunque en el título del artículo aludo al presente año, se podría poner cualquiera de los años en los que ha habido elecciones desde la llamada transición (más bien, transacción). Pues bien, este año tenemos elecciones de todo tipo, municipales, autonómicas y generales. Bueno, las tenemos si los jefes de los partidos que gobiernan están de acuerdo y me explico. Resulta que los papeles de 1978, (me niego llamar constitución a lo que se perpetró, en secreto, y a espaldas del pueblo español), están redactados de una forma, convenientemente, ambigua y confusa, dejando un gran margen para los jefes de los partidos, y si hay algo que se les escapó, no pasa nada, para eso está el Tribunal Constitucional, también controlado por los partidos, para aceptar lo que haga falta.

Bien, pues las reglas del sistema electoral están redactadas dentro de estos papeles del 78 y dejan al arbitrio del jefe del partido que gobierne la fecha de la convocatoria, y, por ejemplo, se dice que serán, como máximo, cada cuatro años, pero se pueden adelantar según la voluntad del jefe del partido en el gobierno, y además, en el caso de que se consuma los cuatro años, se tiene dos meses más para fijar la fecha. En este caso concreto, las generales, que correspondería hacerlas al final de 2015, el Sr. Rajoy las podría convocar para el 2016, en enero, es decir, jugando con ventaja y tomando la decisión de la fecha según le convenga.

Una cosa parecida se da en las elecciones autonómicas que, según la ley, les toca a todas, menos a Galicia, País Vasco, Cataluña y Andalucía, pero, claro, si les conviene a los jefes de los partidos en el poder, las podrían adelantar y convocarlas cuando mejor vean que les favorece. ¿No creen ustedes que esta forma de fijar las fechas es un fraude?

Desde luego, en un Sistema Democrático, las reglas de las elecciones tienen que estar fuera de la Constitución, que solo debería servir para garantizar la libertad del pueblo y para evitar que se legisle en contra de cualquier ciudadano. Las reglas electorales tienen que ser estrictas y claras, tanto en el método de elección, que, para que sea democrático, tiene que ser mayoritario por distrito uninominal y a doble vuelta, como las fechas en las que se convocan y se realizan todos los procesos, como la proclamación de candidatos y la propia campaña electoral. De esta manera nadie tiene ventaja, ni el que tiene el poder en ese momento, ni el que aspira a tenerlo.

Pero, además y mucho más importante que las fechas, está el sistema con el que se elige a las personas que nos van a representar y se designa a los que nos van a gobernar. El sistema proporcional de listas de partidos (abiertas o cerradas da igual), es una auténtica estafa. Con este sistema, el votante, no elige a nadie, quien elige es el jefe del partido correspondiente, que es el que decide quién va en la lista, y para más inri, nombran al jefe del ejecutivo, es decir, quién nos va a gobernar lo elige estas mismas personas que van en la lista, dependiendo del porcentaje de votos que haya obtenido cada lista de partido. O sea, el jefe del partido pone a unas personas en una lista que, a su vez son las que le van a designar como gobernante.

Es bochornoso que el pueblo español no se dé cuenta de esta pantomima. Este artículo lo escribo después de leer las dos páginas interiores que dedicó el periódico El País el 2 de diciembre de 2015, a este tema. Para mi es incompresible que los españoles no lo vean, resulta que, hablando de Madrid, se dice claramente, que Rajoy tiene que decidir cuanto antes quienes son los que tienen que ir en la listas del Ayuntamiento y en la de la Comunidad y a todo el mundo le parece normal que sea así y lo acepta como algo digno y honrado. A nadie le extraña, como sucede ahora, que los que iban de cabeza de lista en las elecciones anteriores, resultaran ganadores, el Sr. Gallardón como alcalde y la Sra. Aguirre como presidenta de la Comunidad, y sin embargo renunciaran a sus nombramientos y, como consecuencia, en este momento, nos gobiernan tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad dos personas que ni siquiera son los que, en su día, se postularon para dirigir las dos instituciones.

Esto es de chiste, pero, lo que es vergonzoso es que todo esto no se vea como una estafa, como un fraude, que las personas sigan yendo a las urnas a introducir su papeleta creyendo que con eso pueden influir en algo o que eligen a alguien.

Yo, lo he escrito otras veces, defiendo la abstención activa, pero, no estoy seguro de si esto servirá para derribar este Régimen de Partidos que nos está estafando continuamente, pero de lo que si estoy seguro es que si yo veo que se está cometiendo una estafa, nunca participaría en ella y, desde luego, lo denunciaría.

Urna_Vacía_Pirata

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