Antes, las élites de EEUU se sentían atraídas por los países de sus antepasados europeos. Las dos guerras mundiales trocaron la admiración de lo antiguo por la eficacia de lo moderno. Hoy ningún americano busca en Europa respuestas a sus inquietudes vitales. Aunque el desconocimiento sea mutuo, es posible conocer la causa de la incomprensión. La demagogia inherente a la utopía de la igualdad, la necesidad de engañar a las masas haciéndoles creer que tienen o van a tener lo que no tienen ni podrán tener, junto al esnobismo en las clases dominadas, han determinado el hecho exclusivamente europeo de que todos los partidos, incluidos los comunistas y los conservadores, y todos los medios de comunicación, sean socialdemócratas, es decir, no sólo antiliberales, sino antidemócratas. La socialdemocracia se ideó para ocultar las causas objetivas de la lucha de clases. No procede de una degeneración del socialismo, sino de la demagogia del capitalismo. La hipocresía burguesa se llamó a sí misma socialdemocracia. La pasión de parecer iguales, por miedo a la clase obrera, hizo perder el gusto por la distinción, es decir,  por la libertad.

En Europa ni siquiera se conoce lo que significa libertad política, como libertad colectiva. Tampoco se sabe lo que es garantía institucional de la libertad, pues todo se confía, como en los tiempos de las Monarquías ejecutivas, a la idiosincrasia más o menos liberal de los gobernantes de turno. Si tuviera que elegir un solo elemento que distinga al espíritu europeo, no podría señalar el judeo-greco-romano ni el cristiano, pues también fueron integrados en el espíritu americano. Tampoco la inclinación a la ciencia y la tecnología o a la industrialización y el arte, puesto que son comunes. Somos distintos por la preferencia que damos a la cuestión social en la legislación, y a la demagogia socialdemócrata en el lenguaje. La elevación de los salarios por encima del mínimo vital se hizo allí por motivos económicos optimistas y aquí por razones políticas pesimistas.

*Publicado en el diario madrileño Ahora el 18 de abril de 2005.

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