Paco Corraliza

PACO CORRALIZA

Seguimos avanzando (ahondándonos y alzándonos en Libertad; con rebeldía y en verdad, revelándonos) en nuestra «libertófila» singladura «contra-potestante». Hoy añadimos, a la primera, la segunda consideración de entre las planteadas en «XLIII». Recordamos:

“1.- Que «la Ley» como «Logos-Razón» no es cosa inventada por el Poder práctico de los romanos sino por la teoría de sus filosóficos antecesores griegos. Y elevada a los altares «modernos», en universal síntesis categórica suprema, por la germana «Razón Práctica» de Kant. [«XII»; «XXXVI»]; y por el también kantiano descubrimiento de supuestas «Leyes» que gobiernan la Historia [«XIV»].

2.- Que la «predictibilidad» como forma de «legal racionalidad» no es original ni de los muy lógicos griegos ni de los muy legalistas romanos, ni siquiera del «animal racional-humano», sino condición necesaria para la simple supervivencia de las más primitivas y elementales, dependientes, subalternas y miserables formas de vida sobre la Tierra.”

Y las entrelazamos, entonces y ahora, con estos postulados de Max Weber (1919-20):  “la dominación […] de índole racional se basa en la creencia en la legalidad del ordenamiento establecido […] El tipo más puro de dominación legal es aquél que utiliza un aparato administrativo burocrático [… que es] la forma más racional de ejercer la dominación . Es la más racional en el aspecto de la precisión, de la estabilidad, de la disciplina, de la seguridad; es decir, que hace posible un elevado nivel de calculabilidad de sus resultados para la cabeza de la organización y para los administrados.” (1)

Conviene aclarar ya que, en este artículo, como en los anteriores y los siguientes, estamos tratando de desenterrar, limpiar, aislar y mostrar una pasión natural de nuestra Psique animal; de la Psique conformadora del «animal humano». Una pasión que entrelaza y vincula el «egotismo racional-cientifista» en el pensamiento filosófico, y sus múltiples vertientes ideológicas «estadolátricas», con el nefasto, liberticida y brutal devenir «anti-político» del Estado moderno europeo (ese, según Hobbes, “gran Leviatán”(2), o “dios mortal”(2) u“hombre artificial(2) cuya “soberanía es un alma artificial que da vida y movimiento al cuerpo entero(2)) [«XXXVI»].

La Psique humana, como la de cualquier organismo vivo, es un centro «auto-conservador» de «Poder» (de «Poder-en-sí»); y su pasión primordial, inseparable de la auto-afirmación conservadora («soberanía-en-sí»), es el dominio, expreso o implícito, efectivo o supuesto, de cuanto esté a su alrededor, empezando por el propio cuerpo. Y no hay posibilidad de «auto-conservación» en el organismo vivo sin capacidad exitosa de predicción en su «espacio/tiempo» vital: “la predicción de eventos futuros –vital para moverse eficientemente-, es, sin duda, la función cerebral fundamental y más común”(3), nos dice Rodolfo Llinás (2001). Y también nos dice que: “el «yo», aquello por lo que trabajamos y sufrimos es tan sólo un término útil […]; el «sí-mismo» es una invención de la semántica intrínseca del Sistema Nervioso Central […], es la centralización de la predicción”. (3)

Y es esta pasión «psiquista» de dominio (natural, utilitaria y predictiva) la que, en primera y última instancia, impulsa también las arduas tareas humanas en la Ciencia y en la Técnica. De ahí la denodada ansiedad del quehacer científico por encontrar «Leyes»; de ahí, si puede decirse así, su «culto a la Ley»; su porfía por descifrar, en cada campo, «la Ley» que mejor describa (y prescriba o prediga) el comportamiento de la materia y las fuerzas de la Naturaleza.

Incapaz de sustraerse al imperecedero conflicto «Ciencia/Dios», nos dice en ese sentido Stephen Hawking (2010) respecto del «Universo de Universos» al que apunta hoy la física cosmológica: “su creación, sin embargo, no requiere la intervención de ningún Dios o Ser sobrenatural, sino que dicha multitud de universos surge naturalmente de «la Ley» física: son una predicción científica […] Nuestra presencia selecciona de este vasto conjunto sólo los universos que son compatibles con nuestra existencia. Aunque somos pequeños o insignificantes a escala cósmica, ello nos hace, en cierto sentido, señores de la creación.” (4)

Pues ese impersonal y genérico sentirse «señores de la creación» ha sido, para nuestra desgracia y en última instancia, la pulsión cientifista que ha operado imperativamente en el pensamiento «para-político» y «psico-ideológico» moderno flotante sobre la vetusta y «anti-política» Europa continental; la «Euro-céntrica» Europa de los anti-democráticos «Estados de Derecho» y su imperio «legal-estatal». La Europa de las guerras y las revoluciones sangrientas, las dictaduras, los totalitarismos,…; la del actual «Estado social-€-burocrático de Partidos», la de una Europa sin Libertad política a merced de nuevas mareas populistas que renueven la servidumbre hacia los «Estados-refugio», «Leviatanes» garantes de seguridad, bienestar, «futuro»,…

Aquel autocomplaciente egotismo «psico-ideológico» racional-cientifista lo inauguró el metódico Descartes (muy bien conocido por Hobbes), con su “pienso luego soy” -o “existo”- (1637). Una fórmula verbal que casi replica el cuasi-divino «Yo soy el que soy» veterotestamentario, como decíamos en «III» y «IV». “Aun queriendo pensar que todo es falso, era necesario que «yo» fuese alguna cosa” (5), nos dice la Psique cartesiana. De aquella prístina “verdad”(5) pasa a la «necesidad» “de un ser más perfecto que mi ser” (Dios) y a las “restantes verdades que [«yo»] deduje de estas primeras”(5). El «yo» como resultado de una «yoica» auto-atestación y la divinidad como su efecto. El «yo», la “invención de la semántica intrínseca del Sistema Nervioso Central” (3)de Rodolfo Llinás, afirmándose (y prediciéndose) a sí mismo (haciéndose «calculable» que diría Weber).

Nos dice Risieri Frondizi, en el “Estudio preliminar”(5) de la edición que empleamos de “El discurso del método” (5), que “podría escogerse el año de publicación de esta obra capital -1637- como la fecha simbólica del comienzo de la filosofía estrictamente moderna” (5). Catorce años después, en 1651, se publicó el “Leviathan” de Hobbes; apenas un paso se ha dado hacia la Libertad política en Europa desde entonces. Seguimos recostados a la sombra de cada soberano «yo» auto-creado; cada «ego» cartesiano anonadado a su vez por la soberanía anti-política del correspondiente Leviatán hobbesiano, su «álter ego» descomunal.

Y pensaba [«yo»] enlazar todo esto con Kant; pero no debe alargarse más este artículo, creo [«yo»].

(1) WEBER,  Karl Emil Maximilian. “Sociología del poder. Los tipos de dominación” . Alianza Editorial, S.A. 2012. [ed. original 1921].

(2) HOBBES, Thomas. “Antología de Textos Políticos: del Ciudadano y Leviathan”. Ed. Tecnos (Grupo Anaya, S.A.). 2013. [Ed. original: “Del ciudadano”: 1642; “Leviathan”: 1651].

(3) LlINÁS, Rodolfo. “El cerebro y el mito del yo”. Editorial Norma, S.A. 2003. [edic. orig. 2001].

(4) HAWKING, Stephen; MLODINOW, Leonard. “El gran diseño”. Crítica, S.L. 2010. [edic. orig. 2010].

(5) DESCARTES, René. “El discurso del método”. Alianza Editorial, S.A. 1984. [edic. orig. 1637].

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