Roberto Centeno

ROBERTO CENTENO

A pesar de las continuas mentiras de este Gobierno corrupto de incompetentes y embusteros, cuyas promesas y previsiones se encuentran siempre a años luz de la verdad, el hecho central de nuestra economía es el nivel de vida de las familias españolas, el que más rápidamente se está deteriorando de toda la UE, cualquiera que sea el parámetro por el que se mida. No es que sólo siga cayendo, es que si no se produce un cambio radical en los niveles de gasto y de endeudamiento del Estado, seguirá desplomándose en todo el futuro previsible. Y lo que es mucho peor,  las expectativas de sus hijos de poder tener una vida mejor que la de sus padres y un trabajo digno son absolutamente inexistentes.

Los únicos que  tienen expectativas de mejora a costa del empobrecimiento de millones de españoles son las élites empresariales y financieras subvencionadas con ríos de dinero robado literalmente al pueblo. También los parientes, amigos y correligionarios de la oligarquía política, que no sólo conservan todos sus increíbles privilegios, sino que los incrementan brutalmente. Uno de los casos más sangrantes conocidos ha sido el de la Sra. Cospedal, que a pesar de que su comunidad está quebrada –ha falseado todas las cifras habidas y por haber– ha incrementado en un 170% los gastos de Alta Dirección de la Junta (o sea, sus enchufados de lujo), pasando de los 22 millones de euros en 2011 a 59 en el presupuesto 2014. ¿Y esta corrupta institucional es la que proclama que sigamos votando al PP?

Pero hay ejemplos infinitamente más graves que habrían llevado al procesamiento de los responsables en cualquier otro país. Luis de Guindos, un auténtico enemigo público número uno, expresidente de Lehman España, donde se infló a vender basura a precio de oro molido a miles de incautos, afirmó solemnemente hace menos de un año, con la prepotencia y la mendacidad que le caracterizan, que el rescate bancario no costaría un solo euro a los españoles. A finales de febrero, las pérdidas irrecuperables que recaen íntegramente sobre los contribuyentes sumaban ya 49.258 millones de euros y el FMI afirmó en agosto pasado que el coste para los contribuyentes del rescate español superaría tres veces esta cifra.

Añadan a esto Sareb, un robo inaudito donde se han comprado, con dinero que nos ha sido robado a nosotros y a nuestros hijos, 50.000 millones de la basura inmobiliaria del sistema financiero al doble de precio de su valor de mercado; donde se ha instalado una legión de enchufados con sueldos de lujo en la zona más cara de Madrid; donde se contratan estudios y encargan trabajos a los amiguetes de turno pagados a precio de oro, y que en conjunto supondrá una pérdida entre 25.000 y 30.000 millones de euros. Y no pasa absolutamente nada, porque un sistema judicial controlado por la oligarquía política no va a procesarle ni a él ni a nadie significativo en este régimen de poder.

La contabilidad nacional debe ser auditada externamente

He dicho y repetido una y otra vez, igual que el resto de analistas no atados al pesebre, que las cifras de contabilidad nacional de España son falsas en su mayor parte, algo que Bruselas conoce perfectamente, pero le conviene hacer como que se las cree a mayor gloria de Alemania, que es la gran beneficiaria de dicha falsedad, igual que conocía perfectamente que las cifras de Grecia eran falsas y las dejó pasar hasta que este país entró en suspensión de pagos. Las cifras españolas vienen siendo falsas desde 2007, a partir de cuyo momento nada coincide ya con nada, y se producen las contradicciones más flagrantes y grotescas en la contabilidad nacional. La más importante ha sido la del PIB, en las que, según las cifras oficiales, el PIB 2012 fue igual al de 2007. Es decir, no ha existido crisis alguna. Zapatero era el único que tenía razón, todos lo demás estábamos equivocados.

Sin embargo, el PIB real estimado a través de indicadores independientes, como los valores añadidos brutos (VAB) de una muestra representativa de empresas o la evolución de los consumos energéticos fuertemente correlacionados, es hoy un 30% inferior al de 2007. Esta diferencia corresponde a la caída de las bases imponibles. Si el PIB 2012 hubiese siso igual al de 2007, ¿cómo es posible entonces que el total de recursos no financieros del Estado –a pesar de las mayores subidas de impuestos de nuestra historia– hayan pasado de 165.174 millones en 2007 a 122.044 en 2012, un 26% menos? No tienen vergüenza y en Bruselas les da igual. Si el VAB de una muestra más que representativa de nuestra economía de la Central de Balances del Banco de España cayó un 3,9% en 2013, ¿cómo pueden afirmar estos trileros que la caída del PIB 2013 fue sólo del 1,6% y Bruselas no lo investiga?

Aquí resulta particularmente escandaloso el comportamiento de algunos servicios de estudios, en teoría independientes, como el del BBVA, que vienen actuando al servicio de los sucesivos Gobiernos tan descaradamente, como el Banco de España o el INE. Como explicaba hace unas semanas Juan Laborda: “El guion es siempre el mismo: una institución privada adelanta sus previsiones siempre optimistas, luego las corrobora el Banco de España, y finalmente las ‘valida’ el INE”. Todo conscientemente falso. En un país serio, toda institución bancaria tendría que responder ante los tribunales de tales tropelías. En España, donde la Justicia está al servicio del poder, lo único que pueden hacer los ciudadanos es sacar su dinero de cualquier banco que actúe como colaborador necesario del engaño a todo un pueblo.

Según este servicio, en 2007 no habría caída de precios de la vivienda, sólo un aterrizaje suave; en 2008 no existía ninguna crisis; en 2010 brotes verdes por todas partes, y hoy España está creciendo al 0,4% en el primer trimestre de 2014. Pero vamos a ver: si el consumo de electricidad, fuertemente correlacionado con el PIB, está cayendo al 0,9%; el consumo aparente de cemento un -11,8 % (una caída un 25% superior a la del cuarto trimestre de 2013); si tampoco hay recuperación del consumo; las ventas al por menor apenas se suben; las pernoctaciones en hoteles están descendiendo; si la financiación al sector privado continua en caída libre del -6% en enero y febrero, ¿cómo puede la economía estar creciendo? ¿No les da vergüenza, señores del BBVA?

Las ventas del comercio al por menor experimentaron en febrero una caída interanual del 0,3%, tasa inferior en más de un punto a la de enero. El número de compraventas de viviendas disminuyó en enero un 23% respecto al mismo mes del año anterior. ¡Casi 20 puntos peor que en el cuarto trimestre de 2013! Y según datos de la Balanza de Pagos, en enero de 2014 la economía españolageneró una necesidad de financiación frente al resto del mundo de 3.270 millones de euros, superior a la del mismo mes del año anterior (2.968 millones) después de ocho meses contabilizando capacidad de financiación, debido a la ampliación del déficit por cuenta corriente.

Pero fíjense en la consigna dada por el Gobierno a las instituciones y medios a su servicio: “Se está produciendo una recuperación progresiva de la demanda interna, en un entorno de gradual mejora del mercado de trabajo y de relajación paulatina de las condiciones de financiación”. Analicemos este conjunto de patrañas con los datos oficiales. Demanda interna: las ventas de grandes empresas pasaron del +1,1% en enero al 0,0% en febrero; el índice de consumo al por menor del +0,8% en enero al -0,3% en febrero. ¿Y a esto le llaman “recuperación progresiva”? Aparte de esto, la estimación oficial de la demanda externa este año es de una caída hasta los 0,8 puntos porcentuales del PIB.

Mejora del mercado laboral: sólo disponemos de las cifras de paro registrado, cuya falsedad es tan manifiesta que ningún analista serio las tiene en cuenta, pues ignoran el hecho central del mercado de trabajo. El empleo se está precarizando como nunca jamás había sucedido en el pasado, aumenta el empleo basura, precario y mileurista, y se destruye empleo fijo. Y finalmente, hablan de relajación de las condiciones de financiación: el crédito al sector privado ha caído un 5,9 % en enero y  un 6% en febrero; si esto es una mejora del crédito, que baje Dios y lo vea.

Renta y bienestar de las familias mucho peor que la economía

Pero es que, además, la renta y el bienestar de las familias van por otro lado. Se han deteriorado y siguen haciéndolo mucho más que la economía como conjunto por la sencilla razón de que este Gobierno tan corrupto como despiadado ha hecho recaer la totalidad del ajuste sobre la clase media, la clase trabajadora y sobre los más humildes e indefensos, bajando salarios, subiendo impuestos y reduciendo las prestaciones sociales a niveles intolerables. Y todo esto mientras regaba con ríos de nuestro dinero a las oligarquías financieras y empresariales para pagar su incompetencia, sus errores y sus robos puros y duros. Y, mientras, devolvía hasta el último euro a los bancos alemanes, franceses y holandeses que tan irresponsablemente financiaron nuestra burbuja, lo que no ha sucedido en ningún otro país del planeta. Islandia no ha devuelto ni un céntimo a los bancos ingleses que financiaron su ruina.

Los costes laborales unitarios no han parado de caer y están ya casi a los niveles al inicio de la crisis, y siguen cayendo –0,2% en 2013 si corregimos el efecto de la paga extra. Los servicios esenciales, como la electricidad, han subido un 74,5% desde 2007 frente al 4,1% en Alemania o el 17,3% en Francia. Es escandaloso, esto no es un Gobierno, es una banda de saqueadores. Los impuestos sobre las familias medias han aumentado un 30% y la nueva reforma fiscal los elevará aún más porque se reducirán drásticamente las deducciones. Un ajuste salarial brutal al que denominan “devaluación interna”, que según estos golfos que nos gobiernan y los medios bajo su control “es imprescindible para recuperar la competitividad”.

¿Y por qué en lugar de llevar a la miseria a un tercio de la población y de destruir la clase media no recuperan la competitividad poniendo en la calle a los dos millones de enchufados contratados a dedo; echando a todos los asesores, cuyos sueldos son de escándalo; eliminando los coches oficiales; cerrando las Diputaciones, el Senado, el 80 de las empresas públicas? Pero la razón ya la explicó Rajoy: “Eso ni se toca”. Son unos auténticos malvados. ¿Y por qué no se pasa a un sistema de precios regulados en el gas, la electricidad y los productos petrolíferos antes de impuestos, como ocurre en todos los países donde estas industrias están en manos de oligopolios? Esto bajaría los precios de inmediato hasta un 30%. ¿Por qué no se reducen los impuestos al nivel de antes de la crisis y el ajuste del sector público se hace vía reducción del gasto, que está fuera de control? No lo van a hacer y lo peor es que muchos de ustedes lo avalarán el 25 de mayo con sus votos.

En el mejor de los casos, el empobrecimiento de las familias españolas durará años y, en el peor, decenios, y en todo caso no cesará mientras los dos partidos estatales mayoritarios, PP y PSOE, que carecen totalmente de una política económica a medio plazo, sigan gobernando este desgraciado país, endeudando masivamente a las generaciones futuras, para mantener un tamaño de Estado monstruoso, ineficiente y corrupto, y a las élites empresariales y financieras más depredadoras del mundo desarrollado. Pero lo realmente dramático no es que la economía española no esté saliendo de la crisis, sino que estamos entrando en una deflación, algo cuyas consecuencias se le escapa a la mayoría de la gente, para quien deflación es sólo una palabra más. Pero no lo es, sino que se trata del peor de los escenarios económicos posibles.

La deflación es hoy una amenaza para toda Europa, pero en el caso de España no es que sea una amenaza, es una realidad absoluta cuyos efectos se harán sentir sin tardar mucho. En el último análisis de Bank of America/Merrill Lynch de hace dos semanas sobre la amenaza de deflación en Europa, de los siete parámetros empleados para saber si un país está o no en tal situación, España era el único país que los cumplía todos. La deflación es un desastre para los países y las familias con deudas altas, ya que ambos disponen de menos dinero para afrontarlas y, además, los tipos de interés reales se elevan, disminuye el valor de los activos y retrasa las decisiones de consumo y de inversión. En conjunto, la deflación hace entrar a la economía en una espiral de efectos desaceleradores del consumo y la inversión, lo que nos hundirá mucho más aún en un largo y profundo valle de sombras.

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