Paco Corraliza

PACO CORRALIZA:

Nos decía Dalmacio NegroXVII» y «XVIII»], en su sintética y excepcional obra “Historia de las formas del Estado. Una Introducción”,  que “la historia del Estado desde el siglo XX es ininteligible sin el marxismo” (1). Esa frase es un «juicio*»; o, mejor, la «sintética sentencia de muchos juicios* sumarios».Ningún «juicio*» o «sentencia» (o discurso) dictado por un «ser humano» es, ni «puede-ser», completamente veraz; aunque resulte certero o acertado, incluso verídico (en el sentido de «incluir o decir algo de verdad»), como en este caso.

La verdad «completa» de cualquier hecho, proceso, acto, conducta, intención o carácter (ocurridos, mostrados, ocurriendo o por suceder) en tanto señalamiento descriptivo (y, a la vez y por eso, constrictivo) es, para lo pasado, lingüísticamente inabarcable; para lo presente, además, fugitiva; y, para lo futuro, además y todavía, lógica** [del griego «Logos**»= palabra, lenguaje, fundamento, expresión, argumento, discurso razonado, ciencia-conocimiento,…] y humanamente impredecible. En tanto sujeta y ajustada* a interminable descripción y concatenación indefinida de juicios*, toda aparente luz de «verdad» discursiva oculta sus huidizas sombras latentes, su interés autocomplaciente, sus cadenas de engañosa parcialidad; y, cuanto más osado sea el pretendiente, más creerá que por sus conservadoras lagunas estancadas también progresa, limpia y libremente, cristalina agua corriente. [«XIX»]. Y no me refiero ahora a don Dalmacio, sino a Karl Marx; a la «Psique» de Karl Marx y a su «psiquista» pensamiento; a cualquier «psico-ideológico**» pensamiento. Marx era sólo un epígono de una época «psico-ideológicamente**» epigonal que, «ilógicamente**», creyó que su «lógica**» (su «Razón»; su «Ley**») era especialmente original.

Con reiteración nos hemos referido hasta ahora en esta serie de artículos a la «Psique» de varios e influyentes pensadores europeos. Cuando se intenta contemplativamente comprender a la Psique humana no se juzga a nadie. Se procura proyectar luz espiritual sobre recurrentes tendencias o vicios irremediables en el sinuoso fluir de una auto-interesada y huidiza concreción, muy astuta y perfeccionada, de la materia «viva» organizada. En este sentido, es pertinente aquí esta frase de Nietzsche (1888): “yo no ataco jamás a personas, me sirvo de la persona como de una poderosa lente de aumento con la cual puede hacerse visible una situación de peligro general, pero que se escapa, que resulta apenas aprehensible.”(2)

Especialísimamente en el terreno de la Política (en rigor, sólo hay «Política» en el ámbito inter-personal donde exista Libertad conscientemente constituida), todo «psico-pensamiento» unipersonal se mostrará partidario, ensimismado, olvidadizo; y, si no reconoce sus propias limitaciones y sus prejuicios*, será, aun inconscientemente, juez* mendaz en sus abanderadas proposiciones, taimado en sus interesadas asociaciones y postizo en sus precipitadas y justicieras* conclusiones. Tan tentadora como racionalmente («lógicamente»**), tenderá a convertir sus parciales opiniones en atrevidas aserciones, en totalitarias aseveraciones, en disfrazadas imposiciones; o sea, juzgándose* veraz y comprensivo, impostará lo verdadero y lo tomará por conclusivo: querrá legislar**, juzgar*, sentenciar…; y que leyes** y sentencias ejecuten lo injusto*, por mendaz y parcial, como si fuera justo*, veraz, universal. Ansioso de «juzgar* y sentenciar», conjura* «la verdad» jurada* y abjura* de «la Libertad» olvidada, haciéndola superflua. Abjura* de la Libertad en la pluralidad personal y reniega de la verdad en cada persona singular, [«XXXIX (1)»]; en consecuencia, toda la parte proclamada de verdad jurada* resultará fácticamente perjurada*. Sin multiplicidad personal, sin verdades personales, no hay ni «Libertad» -política- (plural, colectiva, «humano-espiritual») ni «libertades» (individuales, «humano-psico-animales»).

Santayana vio con claridad esa condición de «la verdad» para los seres humanos (únicos seres orgánicos «vivos», por otra parte, para quienes tiene algún sentido hablar «de» verdad y «en» verdad). Y la dejó fuera de los reinos(3) de «lo existente» (reinos de la Materia -universal- y del Espíritu -personal-) y la trasladó a los reinos(3) de lo «no-existente» (reino de la Esencia y reino esencial de la Verdad). Es, además de otras consideraciones, una sabia y eficaz forma de librarse de toda clase de pretencioso engreimiento intelectual y moral. Escribió Santayana: “En sentido propio, verdad significa la suma de todas las proposiciones verídicas, lo que la omnisciencia aseveraría; todo el sistema ideal de cualidades y relaciones que el mundo ha ejemplificado o ejemplificará, […verdad es] la descripción comprehensiva estándar de cualquier hecho que ni yo, ni cualquier otro hombre, podremos jamás repetir totalmente.”(3)

Pero, como ya mostramos en otro lugar [«Psique-espíritu-III»], el planteamiento de Santayana es correcto (es decir, en sus propios términos, verídico) con una importante salvedad: la materia (y, con ella, la Psique humana), ni aunque pudiese «querer», jamás puede ser «de verdad»; pero el espíritu personal, o es «de-verdad» (y, en presente continuo, vive «en» verdad) o tiene que negar (o renegar de) su propia existencia singular, pues, desde luego, lo que «no-puede» es subsistir y dejar de existir al mismo tiempo. Y no creo que ni Santayana lo estuviera ni, amigable lector, estés tú dispuesto a admitir que noeres «de verdad». Lo de vivir o «ser» «en-verdad»; o, mejor, «entre seres (humanos) de verdad»  depende, como es natural, de esos mismos «seres» presentes; de que, «en-verdad» y «presentándose entre-sí» [«Inter-esse»], «quieran-ser» singularmente auténticos, primero; y «quieran-ser-libres» -y seguir siéndolo- después [«Ser-acción-vida»; «XXXIX (y 2)»].

Continuamos. Don Dalmacio ya nos advierte en el título de su magnífico libro que éste es “Una introducción”. Si, haciendo uso de su desbordante y aquilatada preparación, se propusiera desplegarla para desenredar la oceánica enjundia intelectual, histórica y político-moral contenida en la sintética frase citada, probablemente acabaría dedicando decenas de tomos y miles de palabras para desentrañar toda la parte «de verdad» que lo verídico de esa frase sintetiza. A modo de ejemplo, comencemos por invertir e intercambiar los sustantivos principales de la frase y suprimamos la referencia al siglo XX, pues éste es también parte de la «historia». La frase, sin perder un ápice de sentido (ni de «verdad»), quedaría así: «la historia del marxismo es ininteligible sin el Estado ». Pero, si no queremos ser sólo parcialmente verídicos, para intentar, sólo intentar, ser veraces, tendríamos que incluir en esa frase todas las ideologías** del Poder («psico-ideologías**»), así como todas sus derivaciones. La frase comienza, entonces, a apuntar hacia un brumoso océano de infinitud: “la historia de «los» marxismos, de «los» socialismos, de «los» comunismos, de «los» fascismos, de «los» liberalismos, de «los» individualismos, de «los» anarquismos, de «los» nacionalismos, de «los» derechismos, de «los» izquierdismos, de «los» progresismos, de «los» conservadurismos, de «los» «social-democratismos»… En resumen, (considerando su común origen «geográfico-cultural»): «la historia de las psico-euro-ideologías** es ininteligible sin el Estado ».

El Estado es, ante todo, una organización jerárquica estable de «Poder». El «Poder» (cualquier «poder-hacer » soberano en sí)  es, esencial y sustancialmente, «contra-verdad» y «contra-Libertad»; el «Poder» es «contra-Política». Volvemos con nuestra frase: «la historia de las psico-euro-ideologías es ininteligible sin el Poder ». Al verbo o palabra («Logos**») escrita por un «Poder» legislador** que sojuzga* a todos se le llama  «Ley**»

No alarguemos más este artículo, lector amigable y paciente; continuaremos con el siguiente. Pero, al hilo de todo lo escrito hasta aquí, y tras el siglo más sanguinario y liberticida de todos los tiempos en Europa (el siglo XX, en el que seguimos «gracias» a los social-€-burocráticos Estados de Partidos), no me resisto a terminar transcribiendo lo escrito por Friedrich Nietzsche en 1883:  “El Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal. Y diga lo que diga, miente. Y todo lo que posea, lo ha robado. Falso es todo en él. Con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso sus entrañas.” (4)XXVI»]

(*). Las palabras juez, juicio, prejuicio, juzgar, sojuzgar, justo, injusto, ajustar, ajusticiar, justicia, justiciero, jurar, abjurar, conjurar, perjurar,… proceden todas ellas de la raíz indoeuropea «*yewes», que significaba «Ley».

(**). La palabra griega «Logos» y sus derivadas en español (como lógica, lógico, ilógico, diálogo, ideología, ideológico,léxico,etc. ; todas ellas relativas al habla, al lenguaje) comparte origen etimológico (en la raíz indoeuropea «*leg-», que significaba recoger, recolectar  -y derivados que significan hablar-) con las palabras  latinas “legere” (leer ) y “lex” (que significaba «Ley», como conjunto de normas), de la que se derivan nuestras palabras ley, legislar, legislación, legítimo, etc.

(1) NEGRO, Dalmacio. “Historia de las formas del Estado. Una introducción”. El Buey Mudo. 2010.

(2) SANTAYANA, George. “Los reinos del ser”. III- “El reino de la Verdad”. Fondo de Cultura Económica. México, D.F. 1.959. 2ª Reimpresión-2.006. [Ed. original 1.942].

(3) NIETZSCHE, Friedrich.. “Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es”. Alianza Editorial, S.A. 2011 [escrito 1888].

(4) NIETZSCHE, Friedrich.. “Así habló Zaratustra”. Obras selectas. Edimat Libros, S.A. 2000. [escrita 1ª Parte en 1883].

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