Roberto CentenoROBERTO CENTENO

La pasada semana me despedí de todos ustedes hasta Reyes, pero estas reflexiones no deberían esperar ante las colosales falsedades y el rosario de mentiras del Rey y de Rajoy, que difundidas por los palmeros habituales y amplificadas por una mayoría de medios atados al pesebre, hacen creer a una mayoría que prefieren las falsas esperanzas a la cruda realidad que España es una país en recuperación, cuando la realidad es la contraria: una nación en liquidación, por un Gobierno, una oposición y unas instituciones plagadas de incompetentes, corruptos y traidores. Una oleada de mendacidad y de ignominia creada por las declaraciones de los responsables de la nación.

El discurso del Rey

Se trata una vez más de un discurso vulgar, lleno de falsedades y promesas vanas, donde a pesar de la situación de emergencia nacional en la que nos encontramos, el número de oyentes del discurso cayó en picado y en más de cuatro millones, lo que da una idea clara no ya de credibilidad, que es inexistente, sino de la indiferencia que producen las palabras del Rey. Es la antítesis de aquel discurso histórico del Rey Jorge VI, pronunciado en 1939, donde superando su tartamudez hizo un encendido llamamiento a la guerra contra la Alemania recurriendo al patriotismo nacional del pueblo británico, para defender su integridad y su libertad. En contraste, este Rey audaz en todo lo que no es su deber, y enfermizo de cobardía ante sus obligaciones políticas, templa gaitas con los enemigos de España que buscan nuestra destrucción diciéndoles que “hablando se entiende la gente”.

Comentemos con piedad sus párrafos más hilarantes. El Rey, como el Príncipe, siempre dicen lo mismo: “Sé de vuestros problemas”, cuando ignoran todo y no arreglan nada. “Asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy demanda la sociedad”. ¿Cómo hoy? ¿Es que ayer no? ¿Acaso un Rey no debe ser ejemplar siempre? La ejemplaridad no se predica, Majestad, se practica. El Rey ignora que la base social de un pueblo, una Nación, es alcanzar su unidad como sujeto actor de la Historia. Sin esta base primordial ni siquiera puede hablarse de una Nación y de un Estado como unidad de poder político. El Rey no tiene idea siquiera de estas nociones elementales de la política, sus afirmaciones acreditan tanto su frivolidad como su impotencia, es decir, su cobardía para emplear los medios que la Constitución le otorga para haber liquidado a los terroristas de ETA, primero, y cortado de raíz el humillante avance del separatismo catalán hoy.

Hubiera bastado para mover a la indecente clase política colocada en el Estado para enriquecerse, que el Rey la amenazara con su dimisión, un rey no puede presidir jamás, sin degradase como persona y anularse como autoridad, la intensidad y el volumen alcanzados por el separatismo vasco y catalán. A Cataluña ni se atreve ya a llamarla por su nombre, igual que hacen los partidos políticos y sindicatos estatales con el nombre de España, a la que llaman “este país”. ¿Y estos son los representantes de España? ¡Pues vaya indignidad la de quienes les votan! ¿Cómo se puede votar a esta chusma?

Continua el discurso real: “Creo en un país libre, justo y unido dentro de su diversidad”. Le faltó lo de benéfico de las Cortes de Cádiz. Los países no son justos ni libres, esas cualidades no corresponden a los países sino a los pueblos. En cuanto a su idea de la unidad como matriz de la diversidad, es simplemente ridícula. Aplicarlo a una nación que no es federal resulta completamente demagógico para abonar el caldo separatista. La idea de todo su discurso parece hacer creer que España, la nación más antigua de Europa, es una nación de naciones, un aglomerado de nacionalidades, regiones, territorios y habitantes autóctonos como los catalanes y los vascos, todo lo cual es radicalmente falso histórica y objetivamente.

¿Cuándo Cataluña o el País Vasco han sido naciones independientes? El Rey parece asumir en su discurso la “idea” de su maestro, el indigente mental Zapatero. “Zapatero sabe perfectamente lo que hace” diría, según lo cual España es algo discutido y discutible. Pero, claro, como hablando se entiende la gente, se llega a donde hemos llegado. Y suma y sigue: “Hay que saber cuándo es preciso ceder”. En cuanto a la unidad de España, la verdad y la moral política, nunca. Esas palabras son propias de un mercachifle, jamás de un gobernante, sino no es capaz de sostener lo irrenunciable con palabras que lo haga con las bayonetas o que se vaya.

Dice que no piensa abdicar para “continuar el desempeño fiel del mandato y las competencias que me atribuye el orden constitucional”. En primer lugar, no hay orden constitucional ninguno. Si lo hubiera, se respetaría la norma del mandato imperativo prohibiendo a los diputados obedecer órdenes de nadie, ni siquiera de su propio partido. España sería un Estado de Derecho y no un país sin ley. Segundo, la única competencia que le atribuye el desorden constitucional nunca la ha ejercido, ni la ejerce, ni ejercerá, pues a la vista está hasta donde ha llegado la connivencia del Rey con la tolerancia de los partidos con el separatismo, y con la oligarquía financiera con el robo masivo a los ciudadanos.

Finalmente, es inaceptable que el Rey adopte el leguaje separatista hablando de sensibilidades distintas dentro del pueblo español para separar a unos regiones de otras. Porque entonces, ¿dónde está la sensibilidad española? ¡Qué bien están los reyes en el exilio!

El discurso de Rajoy

Cuando Rajoy estaba en la oposición, era el único político capaz de hablar durante horas sin decir nada útil. Ahora en el Gobierno puede hablar durante horas sin decir una sola verdad. El discurso de Rajoy es el de los brotes verdes. Juan Laborda resumía la situación así hace un par de semanas: “Tras el repunte de final 2010 el consenso del mercado era un crecimiento del 1,8% para 2011. Acertaron de pleno solo que con signo negativo. La situación hoy es objetivamente peor que la de finales 2010”; estamos no ante una recuperación, sino ante una nueva recesión.

Cuando Rajoy estaba en la oposición, era el único político capaz de hablar durante horas sin decir nada útil. Ahora en el Gobierno puede hablar durante horas sin decir una sola verdad

¿Por qué la situación es objetivamente peor? Vayamos a los números: afiliados a la Seguridad Social, 1,5 millones menos. ¿Por qué, señora vicepresidenta de todo, no tiene usted la decencia y la vergüenza torera de mostrar a los españoles los gráficos que expuso hace un par de meses a los inversores internacionales, según los cuales las pensiones bajarían un 18% en los próximos tres años? Paro, 1,4 millones más, pero Guindos ya tiene la solución. En 2014 bajaran las contraprestaciones por desempleo y se reducirá el tiempo de percepción porque, según este miserable, los parados no buscan empleo hasta que termina la prestación. Deuda, la total o pasivos en circulación, 450.000 millones más; la computable, 310.000 millones más, algo imposible de devolver. Y lo verdaderamente malvado, el grado de dolor y sufrimiento que están infligiendo a cada vez más españoles.

Quiero contarles un ejemplo que he vivido personalmente, y que demuestra más allá de cualquier cifra a dónde nos ha llevado la crueldad de este Gobierno de canallas. Poco antes de Navidad, mi mujer y yo fuimos a llevar dinero y comida a una sede de Cáritas en un barrio periférico de Madrid, algo que hacemos periódicamente. Al salir y como siempre, había una larga cola de personas esperando ayuda. Pasamos al lado de un padre con aspecto derrotado por la vida y un niño de unos cinco años de la mano. Justo al pasar el niño le pregunta al padre: “Papá, ¿crees que podré comer hoy?”.

Si les digo que se me heló el corazón ni siquiera me acerco a lo que sentí en ese momento, me agaché y le di cien euros al niño. “Hoy y mañana seguro que comerás” le dije. Al padre se le saltaban las lágrimas, a mí me invadió una ira incontrolable contra los responsables de esta canallada. Algunos dicen que no tengo respeto por estos miserables, que no se puede insultar a las autoridades, y es cierto tiene que ser procesados y pagar por el infinito dolor que están produciendo, pero de esto hablaremos y mucho. De momento el despiadado Rajoy ha congelado el salario mínimo. The Economist situaba recientemente a España entre los países con más posibilidades de que se produzca un estallido social. Espero que acierten de pleno y se lleven por delante a todos estos canallas.

Hablaré de las cifras 2013 cuando tenga los datos, pero los últimos conocidos muestran una caída clara de la economía. La producción industrial está cayendo desde septiembre, los datos en tasa anual son un ¡9,8% inferiores a los del año anterior! Y la cifra de negocios del sector servicios ha caído un 7,8% en el tercer trimestre del año anterior, y para colmo la aportación positiva del sector exterior ha desaparecido. ¿De dónde sacan Rajoy y sus secuaces desde el BdE al BBVA, pasando por los palmeros y medios atados al pesebre, que 2014 será el año de la recuperación? No habrá recuperación alguna en 2014 ni en 2015, solo profundización en la pobreza y en la liquidación de España.

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