Paco Bono

PACO BONO SANZ

Dijo Enrique: “qué buen historiador sería usted si fuera imparcial”.

Según el DRAE, es imparcial aquella persona que no se adhiere a ninguna parcialidad. Pero, ¿cuál es la naturaleza de lo parcial? Nos define también el diccionario que lo parcial es lo perteneciente o relativo a una parte del todo. La parcialidad consiste en un conjunto de muchas personas que componen una facción separada del común. Lo común en España sería el consenso, la anulación de las ideas y de las ideologías para la toma del poder por parte de unos partidos subvencionados por el Estado, unos partidos que llamaremos de ahora en adelante, estatales.

¿Qué diferencia hay entre idea e ideología? La idea forma una raíz, por lo que es radical, no es necesario utilizar otras ideas para explicarla, porque ella es verdadera por sí misma. Toda ideología parte de una idea y, como tal, contiene una verdad indiscutible. Sin embargo, la idea se corrompe cuando se pretende el hacerla universal a través del “logos”, lo que conlleva su mentira. La ideología es, por tanto, incompatible con la libertad política y con la democracia formal, porque no consiente una rivalidad limpia entre ideas, sino que aspira al sometimiento del adversario. ¿Se puede ser entonces imparcial? ¿Puede serlo un historiador o un juez? ¿Acaso no se ven afectados por la realidad del daño causado por el verdugo a una víctima? ¿Cómo hemos de ser imparciales los que queremos luchar por una idea? Contra la parcialidad está la ley, contra la imparcialidad está la libertad.

En España ni se da parcialidad ni se da imparcialidad, porque se da el consenso, como ya dije en el primer párrafo. El consenso consiste en el acuerdo sobre la forma, el pacto que levanta la estructura política de la oligarquía de partidos estatales. Toda oligarquía requiere de consenso para su supervivencia pues, sin él, las facciones de oligarcas se enfrentarían y su régimen de poder se derrumbaría en poco tiempo. ¿Quiero decir con esto que los paridos estatales no necesitan constitución? Sí, lo afirmo, no la necesitan porque ya tienen consenso, que es la verdadera constitución española.

A los españoles se nos ha negado la apertura de un periodo de libertad constituyente, se nos ha impedido tomar parte en la decisión sobre la forma de Estado (república o monarquía) y la forma de gobierno (democracia o partidocracia). Somos víctimas del consenso y de la negación radical de nuestras ideas; se nos trata como a locos si pensamos por nosotros mismos fuera del consenso, se nos considera dogmáticos porque defendemos ideas y luchamos porque esas ideas puedan entrar en política mediante la democracia formal. Somos esclavos de la corrupción, factor de gobierno del consenso, de los acuerdos en la sombra, de la mentira constante. La mayoría se ha acostumbrado a vivir en la mentira y la traición del consenso. Sufren los males, pero los consideran causados por la materia humana y no por la forma de organización política. Pobres desesperados, desesperanzados, perdidos en la sombra de lo corrupto, incapaces de diferenciar lo verdadero de lo falso. Es triste no ver, criminal no querer ver.

Le digo a Enrique: “para que yo sea libre tú tienes que ser libre. Toma parte; no temas ser parcial”.

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