Paco Bono Sanz

PACO BONO SANZ

Tanto en un año, como en tantos años, aprendices de Don Antonio, altavoces de su lucha,  tercios de la verdad en la España del fraude y la corrupción, orgullosos gregarios de la libertad. Caminamos con nuestras palabras, más o menos acertadas, con nuestra pasión por los principios y valores del MCRC, con nuestro sueño por cumplir, sueño heredado, por el que se requiere y se exige todo sacrificio y esfuerzo, toda voluntad de superación. Intelectuales obligados quizá por los tiempos que corren, bohemios de campo encerrados en oficinas, padres valientes, promotores del honor y de la gloria nacional.

Aquí hemos estado y seguiremos las mesnadas de Don Antonio, los leales servidores de la verdad, impacientes por difundir lo que hemos aprendido gracias a nuestro deseo de progreso, de huida de la venenosa frustración a la que invita la amargura de un régimen traidor y caduco. España es un país plagado de repúblicos, hombres y mujeres que se encontraron un día consigo mismos y descubrieron que su libertad empieza donde comienza la de su vecino. Tú, lector valiente, emérito intérprete de las palabras escritas por otros que piensan como tú, has hecho de este diario un altavoz frente a lo que otros silencian, la aldea irreductible que se rebela contra el poder establecido, contra su ilegitimidad, contra los que se corrompen y culpan a otros de las consecuencias de su putrefacción, contra la falta de principios, contra la ausencia de valores, jóvenes que recogemos las canas más orgullosas que jamás rozara el viento en esta España vendida al Quijote de Cervantes, al fracaso de lo bueno, de lo positivo, a uno de los mayores males que padece el hombre, la infelicidad colectiva.

Este diario nos invitó a crecer y con él hemos recorrido camino como peregrinos. No nos ha hecho mella el frío de la noche, ni las lluvias torrenciales, no hay incomprensión que nos derrote, porque un sólo encuentro, el haberle descubierto a usted, lector, el que usted haya comprendido lo que desde hace más de seis décadas llevan defendiendo hombres como Don Antonio García-Trevijano, compensa nuestro esfuerzo. Y aquí, de nuestro tiempo, de su tiempo, quedan millones de palabras entrelazadas por y para la libertad, por y para la verdad, por y para el porvenir de nuestra vieja España. Dice Don Antonio que durante la Transición fue derrotado por Kissinger, sin embargo no hay mayor victoria que el honor que brinda la verdad. Su digna vida dedicada a la lucha congrega hoy a miles de soldados deseosos de conquistar lo que España jamás ha visto, la libertad colectiva. Levante alta su barbilla y su palabra, su bigote y su mirada profunda, estaremos aquí en septiembre, una vez más, para recorrer hasta descalzos los caminos que usted abrió y que nadie nunca nos podrá cerrar. ¡Viva usted! ¡Viva España! ¡Viva la República Constitucional!

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