Roberto C. Insua

ROBERTO C. INSÚA.

El sistema democrático, decadencia del republicano, ha dejado de hacer uso de su estado primigenio, por el cual debería reducir imperfecciones y desigualdades en la sociedad elevándose por encima de las personas hacia los valores de estas.

Los estados democráticos que están subordinados a los poderes económicos forman parte de los males que tendrían que solucionar y los dirigentes políticos que están desconectados de los sentimientos de los ciudadanos someten al descarte a los más débiles. Es la pésima representación de las naciones, la decadencia institucional que ha inspirado a los gobernantes de las democracias simples a enfrentar lo legal contra lo legítimo, perpetuando la idea de que los gobiernos están por encima de la integridad de los derechos individuales, actuando de zalameros de las élites del poder financiero, convertido en dueño de las naciones, han proyectado sus ambiciones personales y/o políticas desestimando la gestión ética de los recursos que manejan y han contrariado la evolución humana, los derechos fundamentales y las libertades de los ciudadanos.

Las conductas abusivas del poder deben tener su freno en las constituciones, pero muchas actualmente son papel mojado o carecen de control además son los propios miembros de los gobiernos y/o los partidos con mayores cuotas de poder quienes modifican, eliminan y/o dictan nuevas leyes según las conveniencias a las que se deben.

Los gobernantes que abusan de sus posiciones privilegiadas actúan con tiranía y subordinan a su servidumbre a los poderes ejecutivo y judicial convirtiendo a ambos en cómplices de sus dictados nos alejan del crecimiento humano. Son los decisores que han armado la violencia legal con leyes injustas carentes de sentido común, por tanto estos políticos sin ideales éticos no pueden estar condicionando las leyes. Es la partidocracia heredada y deshonesta que ha facilitado la segregación de los desfavorecidos y ha conseguido esquivar la construcción social de participación ciudadana y política.

Forjar las energías morales para conseguir salir de la decadencia es responsabilidad de la ciudadanía que debe organizarse y preservar la libertad, la seguridad y la integridad: impulsando y fortaleciendo la observación del horizonte real, de este compromiso cívico depende la protección de la dignidad humana que sin duda determinará la evolución de la justicia social.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí