Vicente Carreño

VICENTE CARREÑO.

Los partidos políticos deben ser civilizados, deben ser originarios de la Sociedad Civil, lugar del que nunca debieron salir para convertirse en Partidos Estatales, órganos del estado instalados cómodamente en el Estado, ajenos a la sociedad civil y a los verdaderos problemas que esta padece. Cuando se integraron en el Estado perdieron toda legitimidad como instrumentos de mediación entre la sociedad y el estado. La perdida del mandato imperativo por parte de los ciudadanos, y el traspaso de este a los todopoderosos dirigentes de los partidos políticos ocasionó la desvinculación de estas asociaciones políticas respecto de los intereses de los electores; no existe  representación cuando no hay distrito electoral, lugar donde reside verdaderamente el poder político de los electores. La representación uninominal, a doble vuelta y por mayoría, y la facultad de elegir y deponer a los diputados, -cuando la función de estos no está en consonancia con el programa acordado y con los intereses del distrito-, es la clave del arco de bóveda.

Los partidos políticos son la consecuencia lógica de la libertad de asociación, por eso mismo no es necesaria ninguna ley que regule, restrinja o coarte la libre creación de los mismos. En el seno de la sociedad civil serán el lugar común de debate, creación y propuesta de solución a los problemas y necesidades de los diferentes sectores sociales que la integran; surgirán en el seno de ella; de la controversia y de la pugna por conquistar la hegemonía.  Naturalmente tendrán la capacidad, -a la luz de sus respectivos ideales-, de elaborar programas, y establecer acciones de gobierno y control sobre los asuntos públicos.

En el distrito electoral, los ciudadanos en general, las asociaciones profesionales, laborales, sindicales, empresariales, vecinales, de afectados por los más diversos problemas socio sanitarios, de servicios sociales y educativos; también los propios partidos políticos, todos tendrán la oportunidad de establecer sus preferencias y poner de manifiesto la necesidad de abordar las acciones políticas tendentes a dar solución a las carencias percibidas en el día a día. A la hora de presentar candidaturas para representantes de distrito, no habrá exclusividad para los PP.PP. , estas podrían presentarlas ciudadanos independientes, pero también aquellos podrán proponer a sus candidatos; como es natural, la mayoría de candidaturas seguirán siendo respaldadas y presentadas por los partidos, pero ahora ya de forma uninominal y habiendo quedado claro que el candidato, después de ser elegido, representa al distrito y no al partido, y que, por lo tanto recibe de aquel –el distrito- su mandato imperativo. Tendrá en el distrito su oficina y se reunirá periódicamente con sus electores; y acudirá a la Asamblea Nacional a defender los intereses del distrito mas allá de si le han votado unos u otros, pues lo ha elegido la mayoría, y desde ese preciso momento se siente concernido por todos. De esta manera, los partidos políticos se verán obligados presentar a sus mejores candidatos, no a los más sumisos obedientes de los jefes.

Los partidos son así órganos de participación ciudadana, son cauces representación, son instrumentos de la sociedad civil; dejan de ser órganos estatales para pasar a ser la mediación política entre aquella, -la sociedad-, y el Estado. Habrán de dejar de ser financiados por el Estado y se financiarán de las cuotas de los afiliados, adscritos y simpatizantes, no dependerán financieramente de nadie para poder ser libres de actuar.

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